Como bien se señala en la definición del Índice Elcano de Presencia Global –y además, se viene insistiendo en ello desde hace mucho tiempo- la presencia global no es poder, aunque bien “podría ser la base del poder; la plataforma o activo a transformar en influencia o poder, si es que el país tiene la capacidad y la voluntad de hacerlo”. Una forma en que se ha venido utilizando el concepto es la de “medida y forma en que los países están ahí fuera”.
Es por ello que al ver los datos de presencia global que aquí mostramos, un europeísta de buena fe diría “¡si es que la UE está primera en el Índice: muy por delante de los EEUU y China ni le pisa los talones!”, y a continuación se sentiría muy apesadumbrado por ver cómo en el concierto internacional, la Unión Europea, a pesar de tener cosas que decir, se encuentra aún lejos del potencial que muestran los datos. Ejemplos de ello los tenemos por doquier: la crisis de Ucrania, la guerra de Siria, las últimas negociaciones contra el cambio climático, y un largo etcétera que aquí no vamos a desarrollar.
No obstante, el análisis de los datos es más complejo. El Índice que ha desarrollado el Instituto Elcano mide la presencia global bajo una serie de variables en las dimensiones blanda, económica y militar. Sabemos a ciencia cierta que este último componente, el militar (aunque es la dimensión que menos pesa en la presencia global), suele asociarse al “poder duro”, y en última instancia incluso al propio concepto de poder. Por ello, no debe extrañarnos la falta de percepción de poder asociada a la UE, quien sí que tiene una presencia extraordinaria en los ámbitos blando y económico pero se desinfla en su vertiente militar, quedándose muy lejos del auténtico –todavía- hegemón americano. Lo curioso en este sentido es ver cómo países como Rusia, China o Japón, a pesar de haber mejorado sus cifras en el ámbito militar en el período 2010-2013 (que es el que está representado en la siguiente gráfica), siguen encontrándose a una considerable cierta distancia de la UE, también en relación a esta presencia militar.
Si buscamos una comparación más exhaustiva con los países que se sitúan en las primeras posiciones del ranking de presencia global, observamos cuestiones interesantes. En el siguiente gráfico se puede ver más claramente la distancia que separa a la UE Europea de los EEUU en términos de presencia militar, y el mayor peso que tienen para la UE tanto la presencia económica (donde lo que destaca fundamentalmente son las inversiones y los servicios, y cuya diferencia más notable con los EEUU es la importancia de las manufacturas europeas) como la presencia blanda (donde destaca especialmente uno de las políticas de vanguardia de la UE: la cooperación al desarrollo).
Otros países con los que es interesante comparar a la UE son China o Rusia, países que sin duda tienen un importante papel en el juego internacional y sin los que es muy difícil avanzar en cualquier dossier con impacto global. Para empezar, estos países, al igual que EEUU, tienen garantizada su presencia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (también Francia y el Reino Unido, pero estas no actúan como Unión Europea, sino que defienden sus intereses nacionales). En materia económica, y como podemos ver destacado en el siguiente gráfico, para China es extraordinariamente importante en términos de contribución a su presencia global la variable manufacturas, y su peso es mucho mayor si lo comparamos con la Unión Europea (es curioso señalar aquí que en comparación con EEUU, el peso de la UE era mucho mayor).
Al igual que para el caso chino, hay una variable que ocupa la primera posición de manera destacada en la presencia económica (y en la global en su conjunto) y sin la que no podemos entender la posición de Rusia en el concierto internacional. Esta variable es la energía, que representa casi el 48% de la presencia global rusa. En comparación con dicho dato, el 4,88% que supone para la presencia global de la UE es tremendamente pobre y fiel reflejo de las necesidades que tiene la Unión en esta materia.
Como hemos podido ver a lo largo de este análisis, todos los países que se sitúan en las posiciones más altas del ranking de presencia global tienen sus puntos fuertes y débiles. La Unión Europea, que en su conjunto tiene una mayor presencia que cualquier país de los estudiados en el Índice, no logra sin embargo traducir su posición de líder en esta clasificación en una mayor capacidad de influencia en los asuntos internacionales.
Para que los datos aquí mostrados se traduzcan en una política exterior más protagonista en el ámbito internacional, mucho tienen que cambiar las prioridades de la propia Unión y mucho han de concienciarse los gobiernos nacionales de que en solitario tienen bastante poco que hacer. Si no es el caso, el círculo mostrado abajo podrá seguir siendo el mayor de todos, pero la UE y el conjunto de países que la componen acabarán cayendo en la irrelevancia más absoluta más pronto que tarde.