A pesar de contar con una agenda repleta de asuntos importantes a tratar, la reunión de los ministros de Defensa de la OTAN del 10-11 de febrero de 2016 se recordará por la decisión de desplegar una flotilla en el Egeo para hacer algo en relación con la crisis migratoria que se vive en el Flanco Sur de la OTAN. La propuesta entró por sorpresa en la agenda de la mano de Alemania, Turquía y Grecia, que cargan con la parte principal del coste humanitario –y político– del flujo migratorio.
“La reunión de los ministros de Defensa de la OTAN del 10-11 de febrero de 2016 se recordará por la decisión de desplegar una flotilla en el Egeo para hacer algo en relación con la crisis migratoria que se vive en el Flanco Sur de la OTAN.”
Los ministros han decidido apoyar la propuesta aunque no saben muy bien qué puede hacer un Grupo Naval de la OTAN para mejorar la situación, por lo que habrá que esperar a que su Estado Mayor les presenten las opciones militares posibles. Una organización como la OTAN, y los militares en general, necesitan que se les concrete muy bien su misión, ya que de lo contrario les será difícil planificar cómo hacerlo y evaluar sus resultados. La petición no sólo ha cogido de improviso a los ministros de Defensa sino a sus responsables militares, porque la OTAN no tiene experiencia en las tareas que se le han encargado ni están previstas en su Estrategia de Seguridad Marítima. Pero la lógica política es otra y, de momento, se les despliega mientras se piensa cuál debe ser su misión, objetivos y reglas de procedimiento. Pasará tiempo antes de que los mandos militares sepan si se deben dedicar a desmantelar las redes o al salvamento y rescate, tardarán más en conocer qué deben hacer con quienes detengan o rescaten, a qué puerto llevarles y cómo coordinarse con la UE, Frontex y los guardacostas turcos y griegos.
El despliegue naval hará pasar desapercibidas otras cuestiones de mayor importancia que sí estaban incluidas en la agenda. En primer lugar, las medidas para reforzar militarmente la frontera oriental para disuadir a Rusia de cualquier aventura híbrida. Algunos aliados están decididos a reforzar la capacidad de disuasión de la OTAN, empezando por EEUU, que se ha comprometido a predicar con el ejemplo destinando 3.000 soldados adicionales y 3.400 millones de dólares, pero hay otros como el Reino Unido, Polonia y los países bálticos que están haciendo lo mismo y es de esperar que en la Cumbre de la OTAN en Varsovia en julio otros aliados se vean obligados a emular a los anteriores. La escalada disuasoria y el despliegue de medios materiales, humanos y ejercicios en el espacio oriental van camino de convertirse en la presencia militar permanente e importante que algunos aliados –y sobre todo Rusia– no querían que se produjera para no desvirtuar el compromiso de la Carta Fundacional OTAN-Rusia. Todavía no está decidido el volumen final del esfuerzo y el carácter permanente, rotatorio, de refuerzo o una combinación de los anteriores, pero la OTAN –o algunos de sus aliados– están apostando decididamente por la vía de la disuasión militar mientras no progrese la de la distensión.
En segundo lugar, la OTAN ha dado un paso más en su apoyo a la Coalición Internacional que lucha contra el Daesh en Siria e Irak, facilitando que EEUU utilice sus aviones de alerta temprana y control (AWACS en sus siglas inglesas). Militarmente, la contribución alivia un poco la carga de trabajo de la aviación estadounidense pero, políticamente, representa una asociación más estrecha y visible entre la OTAN y la coalición internacional, algo a lo que algunos aliados de la OTAN o miembros de la Coalición Internacional se habían resistido hasta la fecha por sus implicaciones simbólicas y efectos prácticos. Los mismos aviones ya están actuando en el espacio aéreo turco bajo bandera de la OTAN para prevenir incidentes aéreos y mostrar la solidaridad con Turquía, pero ahora actuarán sin esa bandera en otro tipo de misiones más agresivas contra el Daesh. Este paso se une a otros anteriores desde que algunos de sus aliados prominentes utilizaron la cumbre de Gales de 2014 para lanzar la Coalición Internacional o vienen aprovechando su presencia en Bruselas para coordinar sus actuaciones, forzando una mayor implicación de la OTAN como organización en la lucha contra el yihadismo. Y aunque es cierto que la OTAN considera el yihadismo como una amenaza, una cosa es combatirlo colectivamente (con bastantes reservas), como se ha visto en Afganistán, y otra cosa distinta es prestar sus medios militares a una coalición internacional como ya ocurrió en Libia en 2011. Allí, la cadena militar de la OTAN se subordinó a la dirección estratégica de la coalición internacional creada al efecto ante la falta de voluntad de EEUU y la incapacidad de Francia y el Reino Unido para liderar la operación militar ya en curso. Todavía no se ha llegado a esa situación pero ya se estudian nuevas medidas como la formación de las tropas iraquíes.
“Visto lo visto en la reunión de febrero, cuanto más se implique la OTAN en combatir al Daesh en Siria e Irak también deberá hacerlo en Libia, el Sahel y otros espacios de interés estratégico para España.”
Para España, las decisiones resultan de interés porque vienen a avalar una tesis defendida casi en solitario por España y Portugal de que la OTAN tiene un Flanco Sur con muchos problemas de seguridad y defensa y de que debe de ocuparse de ellos con el mismo interés que se ha tomado para reforzar la seguridad del Flanco Este (Italia lo ha reivindicado de forma intermitente y Francia tiene muchas reservas). Hasta ahora, la iniciativa española se ha aceptado formalmente en la OTAN pero no se acaban de elaborar las Political Guidelines en las que se definiría conceptual y materialmente la forma en las que la OTAN se propone actuar. Visto lo visto en la reunión de febrero, cuanto más se implique la OTAN en combatir al Daesh en Siria e Irak también deberá hacerlo en Libia, el Sahel y otros espacios de interés estratégico para España. Del mismo modo, y si la OTAN va a patrullar el Egeo para prevenir el tráfico de seres humanos o la inmigración ilegal, también debería hacerlo en el Mediterráneo occidental y el Atlántico oriental donde también existen esos problemas. También es una buena noticia que la OTAN y la UE vayan a reforzar la colaboración, tanto para la acción naval como para la ciberdefensa, pero se debería aprovechar la ocasión para desbloquear una cooperación que ha estado bloqueada por los mismos griegos y turcos que ahora abogan por la ayuda de la OTAN.
Algunas veces, en las agendas aliadas priman las cuestiones urgentes sobre las importantes, pero en lugar de fijarse en la flotilla que se acaba de hacer a la mar para atender a las primeras, la atención debería seguir centrada en las segundas.