La última edición del Informe sobre la libertad económica en el mundo (“Economic Freedom of the World: 2015 Annual Report”), un informe que viene publicando desde 1980 el Fraser Institute de Canadá, resalta la alta correlación que existe entre libertad económica, prosperidad y crecimiento. Hong Kong y Singapur son, un año más, las economías que encabezan el ranking global de libertad económica, seguidas de Nueva Zelanda, Suiza y Emiratos Arabes Unidos. España ocupa el puesto 49, habiendo registrado un notable retroceso en los últimos años, y con valoraciones particularmente negativas en los aspectos judiciales y laborales.
Según el estudio,
“los países con instituciones y políticas más consistentes con la libertad económica tienen mayores tasas de inversión, un crecimiento económico más rápido, mayores niveles de renta, y una reducción más rápida en las tasas de pobreza”.
El Fraser Institute tiene un alto prestigio como think tank, y su estudio está elaborado con seriedad y rigor científico. 157 países son analizados y comparados, en relación con 42 indicadores agrupados en cinco grandes áreas: tamaño del gobierno, incluyendo aquí el gasto público, los impuestos y el peso de las empresas estatales; estructura legal y seguridad de los derechos de propiedad; política monetaria e inflación; libertad para el comercio internacional; y regulación del crédito, el mercado de trabajo y el marco para los negocios.
Según el estudio, la relación entre libertad económica y prosperidad es incontestable. Así, los países en el cuartil superior (con más libertad económica) registran en 2013 un PIB per capita medio de 38.601 dólares, frente a 6.986 en los países del cuartil inferior. La esperanza de vida es de 80,1 años en el cuartil superior, frente a 63,1 en el cuartil inferior.
Como se puede ver en los siguientes gráficos, los países con mayor libertad económica son también los que alcanzan una mayor tasa de crecimiento. Así, entre 1990 y 2013 el cuartil de países con mayor grado de libertad tuvo una tasa media de crecimiento del PIB per capita del 3,27%, frente al 1,17% del cuartil de países con menor libertad económica.
La última edición recoge los datos correspondientes al año 2013. Venezuela es el país del mundo con menor libertad económica, en el puesto 157. Argentina se sitúa también entre los últimos países del ranking, en el puesto 151. En Latinoamérica, una vez más, Chile es el país mejor valorado, en el puesto 13 del ranking global.
En cuanto a España, su valoración no es en principio positiva (en el puesto 49, aunque países como Francia e Italia obtienen una peor valoración), pero la tendencia es negativa: de una valoración de 7,54 (sobre 10) en el año 2000 (lo que supuso estar en el puesto 27) se ha pasado a 7,27 en 2013. Llama la atención la baja valoración que obtiene España en “independencia judicial” (3,67) y la “imparcialidad de los tribunales” (3,84). Dicha valoración del sistema judicial se ha visto confirmada en el estudio sobre competitividad del World Economic Forum publicado hace días, que también da una pésima valoración a la “independencia judicial”. España figura en el puesto 84 entre los 140 países analizados, un puesto muy inferior al 33 que ocupa a nivel general en la clasificación de competitividad. Por último, España obtiene muy buena puntuación en el informe sobre libertad económica, entre otros aspectos, en “fiabilidad de la policía” y en diversos aspectos relacionados con la política monetaria y la inflación.
El estudio muestra una tendencia a largo plazo hacia el avance en el grado de libertad económica en el mundo. La puntuación media de los 102 países que han sido objeto de seguimiento desde 1980 muestra un ascenso desde 5,31 en 1980 a 5,77 en 1990. En la última década del siglo pasado se registra un fuerte avance, de forma que la puntuación sube hasta 6,74 en el año 2000, y se sitúa finalmente en 6,86 en 2013.
En fin, el informe del Fraser Institute, y en particular su idea fundamental de que la libertad económica está estrechamente correlacionada con la prosperidad y el crecimiento, bien merecen ser objeto de estudio y consideración, en unos momentos como los actuales en los que se escuchan con creciente fuerza voces que parecen preconizar el retorno al pasado, proponiendo medidas como el restablecimiento de la banca pública o las nacionalizaciones de sectores estratégicos de la economía.