Ilmo. Subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación; Ilmo. Embajador Director de la Escuela Diplomática; Ilmo. Vicepresidente del Real Instituto Elcano; Amigas y amigos,
De un tiempo a esta parte, el tema de la “imagen país” ha cobrado enorme auge en los medios diplomáticos y en muchos otros más. Entre otras cosas, porque vivimos un mundo cada vez más comunicado y también, de cierta manera, cada vez más homogéneo y globalizado, donde cada país necesita identificarse y ofrecerse en lo que tiene de único y distinto. La imagen internacional de un país se gestiona ahora de una forma muy diferente a como se hizo en el pasado.
Es ese sentido, cuando se habla de la “imagen país” de España los extremos del discurso suelen situarse en dos polos contrapuestos. Uno de ellos fundamenta su postura en el reconocimiento de nuestra inferioridad frente a las grandes naciones de la contemporaneidad que, inevitablemente, nos llevan ventaja en ésta como en algunas otras cosas. El otro planteamiento se centra en el elogio del trabajo realizado, desde la instauración de la democracia, para ir situando en el imaginario colectivo del mundo contemporáneo a una España moderna y creativa, pero también llena de tradiciones y culturalmente diversa.
Para dilucidar si estamos mejor o peor y proponer remedios, estrategias y tácticas están ustedes, y está este Seminario. Pero lo que a mi me gustaría mencionar en esta ocasión, como Ministra de Cultura, es el papel fundamental que la cultura juega en esta cuestión de la imagen exterior de nuestro país y en la escena política mundial, en la que el doble proceso de homogenización y diversificación cultural está en el centro de todos los grandes conflictos.
La cultura se sitúa en el núcleo de todas las identidades, pero a la vez la cultura planetaria, el agregado de todas las culturas, es el acervo indispensable para una cultura global de paz y de respeto entre los pueblos. Por lo tanto, parece evidente que la cultura resulta un instrumento imprescindible para manejarse en la escena internacional.
La aprobación en París, el año pasado, por la Asamblea de UNESCO, de la “Convención para la protección de las diversidad de las expresiones culturales”, con los únicos votos en contra de Estados Unidos e Israel, es un hito que nos debe hacer reflexionar.
Como se ha señalado en la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones, anunciada por el Secretario General de Naciones Unidas a propuesta del Presidente del Gobierno de España, uno de los riesgos del mundo globalizado de hoy es la incomprensión entre culturas. Ante este hecho hay que contraponer el diálogo, la cooperación y el respeto mutuo entre culturas, como medio eficaz para el progreso y la paz entre los pueblos.
Pero para entender la función cada vez más importante de la cultura hay que explicar, también, que la cultura se ha convertido en un factor económico creciente y de futuro. Hace cincuenta años la cultura estaba ligada a la diplomacia, pero apenas como un adorno. Hoy en día, la cultura es una parte importante de las economías desarrolladas y cuanto mayor es su nivel de desarrollo cobra aún mayor importancia.
En países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia o España, el turismo cultural, que no computa como cultura a efectos económicos, es una fuerza creciente y, como se pone de manifiesto en este Seminario, la “imagen país” se genera, en parte importante, a través de la cultura.
La España contemporánea puede ser considerada más o menos radical por su legislación avanzada en temas sociales, pero el público internacional lo sabe, lo aprecia y lo conoce de verdad a través, por poner un ejemplo significativo, de creaciones culturales como las películas de Almodóvar.
España es reconocida en Alemania, en determinados ámbitos, como un país con una capacidad para la reflexión y el análisis de la vida contemporánea. Probablemente el éxito del filósofo y pensador Javier Marías esté en la raíz de este reconocimiento.
Y así podríamos seguir con algunas otras de nuestras puntas de lanza culturales, o con fenómenos como nuestra industria editorial, que es la cuarta del mundo.
Todo esto nos lleva a la cuestión del idioma, del español, y de la capacidad de penetración del Instituto Cervantes y el buen trabajo que está haciendo por la imagen de España. El Instituto Cervantes es uno de los grandes empeños de este Gobierno y especialmente del Presidente, que mañana inaugura una nueva sede en la calle Alcalá, y que dispone de un presupuesto que crece para el año 2007 en un 26%, es lo que quisiera cualquier Embajador de España para la ciudad donde desempeñe sus funciones.
Porque estas “Embajadas culturales” están demostrando, desde 1992, una capacidad formidable de contaminar la escena cultural de las ciudades y los países en los que trabajan, con la lengua que manejan cuatrocientos millones de hablantes y que supone un bloque cultural como pocos en el mundo.
Pero de la importancia de la cultura en la imagen de los países y en el refuerzo de las identidades también sabemos en España, por lo mucho que se ha hecho en los últimos treinta años a favor de las tres lenguas co-oficiales, cuyo rescate y puesta en valor no ha generado empobrecimientos o confusión, como muchos vaticinaban y algunos siguen vaticinando.
Galicia, el País Vasco, Cataluña, Valencia o las Islas Baleares son hoy en día más fuertes, y España es más fuerte a su vez con sus lenguas bien cuidadas, estudiadas convenientemente por sus jóvenes y valoradas como un patrimonio de incalculable valor.
La imagen de España tiene mucho que mejorar y parte de ese trabajo le corresponderá a la cultura española, que tiene que profundizar en su internacionalización y en sus propios controles de calidad, para ofrecer al mundo razón y emoción bien fundamentadas. Pero tampoco podemos achicarnos.
España se reconstruyó a sí misma y su relación con Iberoamérica y con Europa en los últimos veinte años. Y España tiene también un reto en el sur del Mediterráneo, y muy especialmente en Marruecos y en Argelia, del que debemos salir airosos.
En los últimos años hemos puesto en marcha el Plan Asia y en este mismo año el Plan África.
En Asia iremos el año que viene a China, pero tenemos que ser conscientes de que ya este año tenemos una muestra del Museo del Prado en Japón durante seis meses, pagada íntegramente por ellos, o que el año próximo acogeremos a Corea del Sur como invitada en Arco y con la previsión de que el Presidente de la República, el Sr. Roh, se desplazará para asistir a la inauguración, conectándola con su visita de Estado. Nuestra relación con Asia progresa adecuadamente.
África, el África Subsahariana, es la nueva frontera, y ahí la cultura también estará presente. España es una potencia cultural y en la construcción de su imagen la cultura tiene que tener, si se quieren hacer las cosas bien, un papel decisivo.
Desde el Ministerio de Cultura estamos muy satisfechos de formar parte del Real Instituto Elcano y de los trabajos que desarrolla. El ejemplo de este Seminario es claro. Le deseo los mejores frutos en sus deliberaciones.
Muchas gracias por vuestra invitación y por haberme brindado la oportunidad de inaugurar esta interesante jornada de reflexión.