La escalada israelí en el Líbano: primero, alejar a Hizbulah de la Línea Azul

El Pilar Azul posicionado a lo largo de la “Línea Azul”, la línea de demarcación que separa el Líbano de Israel y los Altos del Golán, donde operan soldados italianos de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL). Al frente un carro de combate con un soldado arriba y al fondo algunos vehículos de la ONU frente a la base italiana ONU 1-31 en Naquoura, Líbano. Imagen tomada el 17 de junio de 2012
Zona de demarcación de la “Línea Azul” que separa el Líbano de Israel y los Altos del Golán, con un puesto fronterizo al fondo y varios vehículos de la ONU. Foto: Fabrizio Villa / Getty Images

Un mes después de que Israel iniciara su ofensiva militar contra Hizbulah en septiembre de 2024, se sigue sin saber qué finalidad tiene su escalada, pero ya se conocen algunas de sus características. A los ataques aéreos ha seguido la entrada de fuerzas terrestres en territorio libanés para, al parecer, desalojar a Hizbulah de sus posiciones sobre la frontera mediante una ocupación temporal de una franja al norte de la Línea Azul.

El frente del norte se ha convertido en el escenario principal del enfrentamiento armado, mientras que en el de Gaza se ha reducido la intensidad de los combates. Las tropas israelíes cruzaron la frontera el 30 de septiembre y han mantenido unos 320 enfrentamientos terrestres durante las dos primeras semanas, a los que hay que añadir las acciones aéreas que han causado, al menos, los daños señalados en la Figura 1.

Figura 1. Consecuencias de las acciones armadas entre Israel y Hizbulah

AtaquesBajasDesplazados
Líbano1.3404851.909.144 (36%)
Israel1569526.920 (6%)
Total1.496485[1]2.436.064
Fuente: elaboración propia con datos de Armed Conflict Location & Event Data ACLED del 1 al 14 octubre de 2024.

Las Fuerzas Armadas israelíes están desarrollando operaciones de combate y limpieza en varias poblaciones limítrofes al sureste del Líbano, aunque Israel ha emitido órdenes de evacuación que afectan a numerosos núcleos de población, entre 40 y 100, y hasta a una cuarta parte de la población libanesa según las distintas fuentes.[2] Los combates tienen lugar en las inmediaciones de las poblaciones libanesas y de las bases y destacamentos de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (FINUL), lo que coloca a los cascos azules en situación de riesgo o de evacuación. Por su parte, las milicias de Hizbulah no han presentado la “resistencia” que se esperaba frente a la invasión israelí sobre sus posiciones defensivas y se han replegado hacia el norte, salvo limitados enfrentamientos. Mientras, los cascos azules de la FINUL se han replegado a sus acuartelamientos y las Fuerzas Armadas libanesas se han desentendido del conflicto.[3]

Los ataques aéreos israelíes se han centrado en objetivos al norte y sur del rio Litani, aunque también se han prodigado en el valle de la Bekaa[4] y, más selectivamente, en los suburbios chiíes de Beirut, tal y como refleja la Figura 2.

Figura 2. Ataques aéreos registrados sobre el Líbano

Las actuaciones terrestres se han centrado en suprimir las infraestructuras que las milicias de Hizbulah han establecido al norte de la Línea Azul, la línea de separación que estableció la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para preservar el alto el fuego de agosto de 2006. Las Fuerzas Armadas israelíes retornaron a sus fronteras, pero ni las Fuerzas Armadas libanesas ni los cascos azules de la FINUL cumplieron su cometido de desarmar las milicias de Hizbulah, que se encontraban en la zona de operaciones comprendida entre la Línea Azul fronteriza y el sur del río Litani, como muestra la Figura 3.

Figura 3. Zona de operaciones de la FINUL al norte de la Línea Azul

Los cascos azules cumplieron los objetivos civiles y humanitarios de la Resolución, pero no impidieron que las milicias armadas de Hizbulah se establecieran en su zona de responsabilidad, acumulando armamento y construyendo infraestructuras militares. Como resultado, las poblaciones israelíes al sur de la Línea Azul quedaron expuestas a los ataques directos de Hizbulah desde sus posiciones y al riesgo de que sus unidades de elite Radwan salieran de sus túneles hasta territorio israelí para capturar rehenes, al igual que ocurrió en 2006. El esperado “7 de octubre” no se llegó a materializar en el norte, sino en Gaza, pero los ataques con fuego directo a partir de esa fecha obligaron a desalojar las poblaciones expuestas.

Ahora, el retorno de los desplazados y la seguridad de las poblaciones del norte es el objetivo declarado de la escalada militar de Israel. Tras un año de crecientes intercambios por encima de la Línea Azul, como refleja la Figura 4, los ataques se han triplicado por parte israelí y han aumentado hasta 150-200 diarios por parte de Hizbulah.

Figura 4. Aumento de los ataques transfronterizos, octubre 2023-septiembre 2024

Se desconoce cómo evolucionará la escalada tras esta primera fase conocida de ocupación temporal y cuál será el objetivo final de la misma, aunque las opciones son limitadas y dependen de la capacidad militar, de la legitimación y de la eficacia de las Fuerzas Armadas israelíes.[5]

Las capacidades israelíes determinarán la profundidad de su ocupación. Las fuerzas terrestres israelíes pueden caer en la tentación –o en la trampa– de perseguir las milicias terroristas hacia el norte del Líbano, con lo que aumentarían su exposición a una guerra de desgaste que pondría en aprietos sus reservas de personal y el sostenimiento de su cadena logística. Más soldados y unidades significan volver a llamar a reservistas que ya han participado en Gaza. Más intensidad de combate y más daños colaterales pueden incrementar las restricciones de suministros de sus aliados.

La invasión israelí del Líbano ha recibido condenas, exacerbado la presión internacional para conseguir un alto el fuego y aumentado el riesgo de embargo, por lo que el gobierno israelí tendrá que modular su ambición militar para no incrementar su deslegitimación internacional y doméstica. A diferencia de Gaza, carece de la baza legitimadora de los rehenes, una baza que sí tuvo en 2006 y que desató la invasión entonces. Tampoco Hizbulah cuenta con el respaldo masivo de la población libanesa, por lo que Israel no debe llevar a cabo acciones indiscriminadas contra las minorías drusas, maronitas, musulmanas o chiíes si quiere fortalecer la idea de que Hizbulah es su objetivo.

La eficacia consiste en que los desplazados israelíes puedan retornar seguros a sus viviendas, a salvo del fuego directo y de las incursiones de las fuerzas Radwan a través de la frontera mediante una zona desmilitarizada. Para ello, las Fuerzas Armadas israelíes deben prepararse para ocupar indefinidamente una zona de terreno que abarque desde la Línea Azul al río Litani. Esa ocupación facilitaría el retorno de los desplazados, aunque siempre a riesgo de convertirse en blanco del armamento de mayor alcance de Hizbulah.[6]

Un escenario alternativo sería el de actualizar el mandato de la resolución 1701. Los países que contribuyen a la UNIFIL han condenado los ataques a los cascos azules, reafirmado su voluntad de que permanezcan desplegados[7] y mostrado su apoyo a la continuidad de la misión,[8] al igual que el enviado especial del presidente Biden, Amos Hochstein.[9] Sin embargo, esa resolución, ya renovada en los mismos términos en agosto de 2024 hasta 2025, no ofrece garantías de seguridad para Israel debido al fracaso de la FINUL para hacerla respetar.[10] Mientras un nuevo mandato del Consejo de Seguridad no garantice la desmilitarización de la zona ni la fuerza internacional sea suficiente para imponer su cumplimiento, las Fuerzas Armadas israelíes seguirán ocupando la franja de territorio al norte de la Línea Azul para garantizar la seguridad de los desplazados que retornen y atacando desde el aire a las milicias de Hizbulah en el resto del territorio libanés.

La apertura del segundo frente en el Líbano resta protagonismo a la cuestión palestina y se lo añade a la cuestión iraní, porque aumenta el riesgo de que el enfrentamiento entre Irán e Israel sea directo –se sigue esperando la respuesta israelí a los misiles iraníes de septiembre– y desborde el que se lleva a cabo con los intermediarios de Gaza, Líbano, Siria y Yemen. De momento, y desde la distancia, una ocupación temporal genera menos incertidumbre y riesgo que una escalada sin control, pero se desconoce si las operaciones actuales son el final o el principio del final de la invasión israelí.


[1] La cifra de víctimas libanesas asciende a 2.448 y la de israelíes a 79 (de ellas, 48 soldados) si se contabilizan los datos a partir del 7 de octubre de 2023, según el INSS de Tel Aviv (2.100 si la fuente es el Ministerio de Sanidad libanés desde la misma fecha). En la primera cifra se incluyen las víctimas causadas por la explosión de buscas y walkie-talkies durante septiembre.

[2] Jared Malsin (2024), “Israeli military intensifies campaign against Hezbollah in Lebanon,” Wall Street Journal, 11/X/2024.

[3] Anchal Vora (2024), “Will Lebanon’s Army defend Lebanon?”, Foreign Policy, 9/X/2024.

[4] Christina Goldbaum y Hwaida Saad (2024), “Inside the Lebanese valley where Israel is bombarding Hezbollah”, The New York Times, 27/IX/2024.

[5] Guya Hazut y Ofer Shalah (2024), “The IDF ground operation in Lebanon – goals, alternatives and consequences”, INSS Policy Brief, 14/X/2024.

[6] Yaniv Kubovich (2024), “IDF believes displaced northern Israelis can soon return after Lebanon campaign against Hezbollah ends”, Haaretz, 21/X/2024.

[7] Giovanna Gio (2024), “40 countries ‘strongly condemn’ Israeli attacks on UN peacekeepers”, Político, 13/X/2024.

[8] Declaración de Paphos (2024), 11th MED9 Summit, 11/X/2024.

[9] Euan Ward (2024), “A Biden envoy says reviving a UN resolution is the only path to Israel-Hezbollah peace”, The New York Times, 21/X/2024.

[10] Ephrat Livni y Michael Crowley (2024), “What is the UN Resolution that tried and failed to keep the peace in Lebanon”, The New York Times, 22/X/2024.