En un momento de crisis de legitimidad del G20 como principal foro de cooperación económica internacional, en un contexto donde la tendencia es la de establecer coaliciones y acuerdos “minilaterales” entre pocos países, el G20 ha conseguido emitir una declaración conjunta; lanzar una larga lista de propuestas, marcos, hojas de ruta, planes de acción voluntarios; e incorporar a la Unión Africana (UA) como nuevo miembro permanente.
Este éxito, en aquello donde sí se sabía que habría acuerdo, se acompaña de algunos silencios y omisiones, en aquellos temas donde se sabía que iba a haber controversia y disputa. Es el hecho de que la declaración no incluye una condena a la invasión de Ucrania por parte de Rusia –como sí ocurrió y apareció en el texto final de la cumbre de Bali–, así como la ausencia del presidente chino, Xi Jinping, y del presidente ruso, Vladimir Putin.
En este contexto, el ámbito tecnológico ha sido una de las áreas más prolíficas. Además de promover una economía digital con mayor certidumbre jurídica para las empresas, de apuntar a la necesidad de seguir profundizando en el impacto de los cripto activos y de la moneda digital, el proyecto insignia de la India para el G20 ha sido su modelo de Infraestructura Pública Digital (DPI).
La estrategia de posicionamiento tecnológico de la India
En poco menos de una década, la India ha conseguido construir una serie de plataformas digitales por las que se busca hacer interoperable los sistemas de compartición de datos entre el sector público y privado, y que ha permitido que más de 1.300 millones de personas indias tengan un carné de identidad digital, realicen pagos y accedan a servicios públicos de manera instantánea. Antes conocido como India Stack, ahora como Infraestructura Pública Digital (Digital Public Infrastructure, DPI), este proyecto busca ser exportado y replicable en otros países. De ahí, que se haya aprobado un Marco voluntario del G20 para Sistemas de DPI, y un plan para construir un repositorio de DPI global.
También se ha propuesto la ‘Alianza de Un Futuro’ (One Future Alliance, u OFA), una iniciativa voluntaria destinada a crear capacidades y proporcionar asistencia técnica y apoyo financiero para la aplicación de la Infraestructura Pública Digital en los países de renta baja y media.
No es casualidad. La India lleva desde la década de los años 60 realizando cursos de formación en ciencia y tecnología en sus embajadas en países en desarrollo. Ahora, el país busca posicionarse como nuevo líder tecnológico en la competición global, una rivalidad que viene protagonizada por países en la vanguardia tecnológica como China y EEUU.
Una gran parte de las exportaciones de servicios corresponde a los servicios de TIC y de externalización de los procesos empresariales, que representan 157.000 millones de dólares en el período 2021-2022, es decir, un 60% del total de exportaciones de servicios. En el ámbito internacional, la India preside este año la plataforma Global Partnership on Artificial Intelligence (GPAI), ubicada en la OCDE, donde busca liderar el diálogo internacional sobre tecnologías de IA con propósito general para su uso responsable e inclusivo. También es el primer país del mundo con mayor concentración de talento en IA y mayor penetración de habilidades de IA, por delante de todos los países de la OCDE y del G20, y que en parte se explica para compensar la pérdida de empleo en las fases de menor valor añadido de las cadenas de manufactura tecnológica.
La estrategia india no es sólo proactiva. También es defensiva. Dada su dependencia de China en sectores críticos, la India ha llevado a cabo varias medidas para restringir aplicaciones y servicios chinos, o investigar las actividades de fabricantes chinos a quienes se ha embargado cuentas bancarias o acusado de evasión fiscal. El artículo 69 de la Ley de Tecnologías de la Información de la India permite al Gobierno central bloquear el acceso, invocando poderes de emergencia, a cualquier dominio o aplicación que se considere una amenaza para la seguridad nacional.
Además, debido a las sanciones estadounidenses y al endurecimiento de los regímenes de control de las exportaciones de semiconductores chinos y otras tecnologías críticas, la India se ha presentado como la alternativa para la ubicación de multinacionales como Apple y Samsung, para diversificar sus cadenas de suministro lejos de China. La India ha estado invirtiendo en su sector tecnológico nacional para construir su propia estrategia económica y de seguridad gracias tanto al apoyo gubernamental como a los planes público-privados de desarrollo de tecnologías de vanguardia.
G20 como medio para la competición tecnológica
Siguiendo esta senda, la Cumbre G20 ha sido también testigo de la creciente rivalidad tecnológica. Si en anteriores cumbres el pilar de transformación digital se veía como un ámbito de cariz más técnico (policy), lo cierto es que la tecnología se ha politizado más que nunca en esta ocasión (politics). En la reunión ministerial específica sobre Economía Digital, China y Rusia rechazaron incluir algunos párrafos sobre las implicaciones geopolíticas de la transformación digital.
Esto no significa que la India se posicione en contra de China y Rusia en todos los ámbitos. La India ha pasado de la política de no alineación a la de múltiples alineaciones. De la misma manera que limita la presencia de empresas tecnológicas chinas en su territorio, la India sigue perteneciendo al grupo BRICS, donde comparte negociaciones con China, Rusia, Brasil y Sudáfrica, y al que se incorporarán a partir de 2024 Argentina, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Etiopía.
Al mismo tiempo, la India coopera con países que pertenecen a coaliciones y “minilaterales” de distinto calibre y tipo. Uno de los mayores hitos de esta cumbre G20 ha sido el lanzamiento de IMEEC, el Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa, que conectará estas tres regiones con ferrocarriles, líneas marítimas, cables de datos de alta velocidad y conductores de energía. El corredor ferroviario y marítimo forma parte de la Asociación para la Inversión en Infraestructuras Mundiales (o GPII), una iniciativa de colaboración entre los países del G7. El PIB combinado de los Estados participantes de IMEEC –la India, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, EEUU, Francia, Italia, Alemania y la UE– suma 47 trillones de dólares, o casi la mitad del PIB mundial, una cifra enormemente importante.
IMEEC, junto con el Corredor Trans-Africano, también anunciado durante la cumbre, se ha visto de dos maneras. Bien como un proyecto que representa un nuevo modelo de interconexión global, que no agrupa ni ideologías ni supone una alianza de seguridad; bien como una contraofensiva a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, que creó el Corredor China-Pakistán y que conectaba la ciudad china de Kashgar con el puerto de Gwadar en Pakistán, a través de la región de Cachemira, punto caliente de tensión entre Pakistán y la India.
La Cumbre G20 de 2023 ha demostrado que el país que lo preside juega un papel fundamental en su éxito, en la cantidad de iniciativas, y en la orientación de estas.
Brasil, que presidirá el G20 en 2024, quiere centrarse en conectividad, IA, integridad de la información y gobierno digital. El G20 no ha reavivado necesariamente el multilateralismo –que se encuentra en declive a favor de “minilaterales”– pero sí la puesta sobre la mesa de los intereses y de quién tiene más poder para ejecutarlos.
Las múltiples alineaciones perduran. La diferencia es que se han incorporado más países –bajo el sombrero de la UA–, claves para la toma de decisiones en la agenda global por su relevancia y la suma de votos, y que se ha creado un megaproyecto de infraestructura global que parece busca competir al mismo nivel de ambición que lo hizo el modelo chino. La India ha ganado en vigor geopolítico, pero sólo los resultados mostrarán si tiene éxito.