Después de la década de crisis económica, los indicadores culturales de España han comenzado a mostrar síntomas de regreso a la “nueva normalidad” (ni tan expansiva como en los años del bum, ni tan restringida como en los del estricto control presupuestario). Y, sin embargo, el catenaccio parlamentario sigue impidiendo la (necesaria, profunda) revisión y actualización de las políticas públicas culturales, con la excepción del Estatuto del Artista —previsiblemente la mayor aportación de esta legislatura al campo cultural—, algunos de cuyos principios entrarán en vigor en los primeros días del nuevo año, a la espera de la concreción de varias medidas fiscales que deben acompañarlo. El proyecto de presupuestos presentado por el Gobierno anuncia casi un 10% de subida en la partida de cultura, pero es pronto para saber cómo saldrá ese texto del trámite parlamentario (o siquiera si saldrá).
El nuevo rumbo de la marca España, ahora bajo la Secretaría de Estado España Global, la revisión del contrato de cesión de la colección Thyssen-Bornemisza y la inquietante inestabilidad de la SGAE son algunas de las preguntas abiertas para los próximos meses, los del bicentenario de la joya (probablemente) más valiosa de nuestro patrimonio cultural: el Museo de Prado (1819-2019) y los cinco siglos del gran proyecto paneuropeo que fue el viaje de Magallanes-Elcano y de la fundación de La Habana. Acción Cultural Española quiere que la agenda de la celebración “Habana 500” sirva para seguir estimulando la relación bilateral con Cuba.
En marzo, el octavo Congreso Internacional de la Lengua Española continuará tejiendo en Córdoba (Argentina) la perspectiva panhispánica que debe proteger la diversidad y unidad de nuestro idioma común bajo el lema “América y el futuro del español”, mientras, el Instituto Cervantes concreta su crecimiento en Estados Unidos, Asia y el África subsahariana. El audiovisual español tendrá la vista puesta en el nuevo largometraje de Pedro Almodóvar, “Dolor y gloria”, que llegará a las pantallas españolas en marzo y será distribuida mundialmente por Sony y la tercera temporada de “La casa de papel” que Netflix lanzará en todo el mundo en 2019. En todo caso, el español que más se escuchará en estos meses en las pantallas de todo el mundo será el de la bellísima historia que Alfonso Cuarón ha ubicado en la colonia Roma de Ciudad de México, y que está llamada a salir triunfadora en la noche de los premios Óscar.
Millones de miradas se volverán hacia España en mayo, para la Final Four europea de baloncesto, en junio, cuando el estadio Metropolitano de Madrid acoja la final de la Liga de Campeones de la UEFA, y a fin de año con la nueva copa Davis de tenis en la caja mágica de Madrid.
Pero en el contexto internacional, este será un año turbulento. El 1 de enero se hizo oficial la salida de Estados Unidos de UNESCO —anunciada meses antes—, acompañada por acusaciones de Nikki Haley de corrupción y contaminación política en la agencia cultural de las Naciones Unidas. En el contexto europeo, las presidencias búlgara y finlandesa del Consejo no solo enfrentarán el Brexit, sino la aplazada definición de un enfoque estratégico para las relaciones culturales exteriores de la Unión en el contexto de la recién aprobada Nueva Agenda para la Cultura (2018), lo que se espera para la segunda mitad del año. El asunto europeo más relevante será sin duda la definitiva aprobación de la “Directiva de Derechos de Autor en el Mercado Único Digital” que tras dos años de trabajo y una intensa controversia podría aprobarse en las primeras semanas del año y transformar el modo en el que los grandes actores de internet generan ingresos reutilizando sin retribución contenidos digitales (los discutidos artículos 11 y 13 del texto).