Hace unos días se celebró la última reunión del grupo de trabajo de economía internacional en el Real Instituto Elcano, bajo la coordinación de Federico Steinberg, investigador principal de economía internacional e Ignacio Molina Álvarez de Cienfuegos, investigador principal de Europa. En esta ocasión, los ponentes fueron José Fernández-Albertos, investigador del CSIC, Ignacio Sánchez Cuenca, director del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales del Instituto Juan March y Fernando Fernández, profesor de economía del IE Business School.
El evento comenzó con la exposición de José Fernández-Albertos e Ignacio Sánchez Cuenca, que llevaba por título “¿Es sostenible el euro?”. Los ponentes señalaron en primera instancia que a la hora de adoptar el euro, ninguna de las condiciones que señala la teoría del área monetaria óptima para que un área tal funcione correctamente se daban: 1) Los países no deben estar sujetos a tendencias económicas divergentes; 2) Debe haber una flexibilidad suficiente; 3) La unión monetaria debe producirse en una unión presupuestaria.
Hoy en día, y tras sufrir las consecuencias de la adopción del euro en el momento en que se produjo -mayores divergencias entre los países en términos de balanza de pagos o competitividad-, se ha llegado al consenso de que es necesaria una mayor integración. De esta manera, se estima que el euro necesita de una unión económica (eurobonos, unión bancaria, etc.) y ésta de una unión política que implica, a su vez, que la UE tome más decisiones redistributivas.
Además, los ponentes trataron varios temas: la ausencia de un demos europeo en la actualidad que permita una mayor democracia a nivel de la UE; el miedo a la ruptura económica (salida de la eurozona) por parte de los países deudores cuyo resultado la ausencia de cooperación para defender sus intereses; y la necesidad de flexibilizar e innovar hacia una política económica que no resulte una camisa de fuerza.
El profesor Fernando Fernández destacó en su ponencia que «…el liderazgo político es el que crea el proyecto europeo en los años 50 y que ese mismo liderazgo es necesario hoy en día para seguir avanzando». El ponente muestra ante el desarrollo de la crisis económica europea un optimismo de cara al futuro, debido a las siguientes cuestiones: 1- Grecia ya no es hoy una amenaza (debido a la voluntad alemana de que no quiebre el país y a la mutualización de una parte de la deuda); 2- El papel del Banco Central Europeo durante la crisis; 3- Las medidas tomadas, como la apuesta por la creación de la unión bancaria.
De esta manera, la UE va a continuar con su configuración actual, dando poco a poco más pasos hacia una mayor integración, siguiendo el siguiente esquema: unión bancaria, unión fiscal, unión política.
En cuanto a la unión bancaria, en 2014 se adoptará un supervisor bancario; además, se creará una autoridad de resolución bancaria (similar al FROB español); y, aunque aplazado, un fondo de garantías de depósitos va a ser creado igualmente. Con relación a la unión fiscal, es necesario hacer compatible la unión monetaria con muchas decisiones nacionales (reglas ex ante que funcionen: más castigos y medidas correctivas; conocimiento de déficits en tiempo real); asimismo, los eurobonos/euroletras se acabarán convirtiendo en una realidad, siendo necesario pensar cómo financiar este activo europeo seguro; además, el MEDE ya es un instrumento permanente de esta unión fiscal. Por último, la unión política. Aunque es cierto que hasta después de las elecciones alemanas de este año no va a haber novedades, desde entonces y en el plazo de un año se producirá un cambio fundamental. Posiblemente el Reino Unido no tenga interés en estas cuestiones, pero no tienen marcha atrás.
Tras las dos ponencias aquí descritas se produjo un debate muy prolífico, donde los distintos participantes expusieron las ideas que les habían suscitado las intervenciones previas. Entre las cuestiones tratadas se encuentran las siguientes:
- Constatación de la ausencia de un “demos europeo”. Planteamiento de que quizás la celebración de unas elecciones verdaderamente europeas pudieran ayudar a crear dicho demos. Asociado a lo mismo existen dudas acerca de la sostenibilidad en ese caso del avance en el proyecto europeo, ya que el sentimiento de pertenencia continúa ligado a la nación, al Estado, y no a Europa.
- “No taxation without representation”. Es necesaria una legitimación democrática inexistente hoy en día. Igualmente, no hay instituciones para la Eurozona.
- Si bien es cierto que el déficit democrático es muy anterior a la Unión Monetaria, se avanza en el mismo con la creación de ésta.
- El abismo creciente entre lo que piensan las élites con respecto a la opinión pública y la ciudadanía parece no tener fin. Se ha producido una preocupante disminución del sentimiento europeísta en los ciudadanos europeos.
- Diferentes posicionamientos en torno a la cuestión de si el ajuste a la globalización significa eliminar el modelo social europeo: 1) La búsqueda de competitividad en salarios es un error. El desempleo de hoy en día en Europa es inadmisible. La ruptura del modelo social no es una opción; 2) La idea de “Europa fortaleza” no es válida. Un cambio del modelo social tendrá que producirse.
- De igual forma, diversos posicionamientos en torno a la idea de déficit cero: 1) Existencia de una necesidad de revisar la idea de déficit cero (por sus efectos negativos); 2) El déficit cero no está reñido con la flexibilidad, no es un concepto malo. La defensa del déficit cero no es una cuestión ideológica, sino un problema de distribución intergeneracional.
- En la UE hace falta un liderazgo político, ostentado hoy día por Alemania. Sin embargo, en el país germano no hay consenso total sobre los temas de la UE. Sí lo existe por parte de gobierno y oposición, pero no por parte de la opinión pública, lo cual puede causar problemas graves al futuro de la UE. Este escenario resulta bien diferente al caso de Francia (que ya no es una potencia global) hace unos años, cuando lideraba Europa, disfrutando de un consenso amplio en todas las capas de la sociedad.
- Constatación de una preocupación compartida por el proceso de subordinación de la Comisión Europea al Consejo Europeo, y con ello el mayor rol que tienen los Estados en la construcción europea, en detrimento de los intereses supranacionales de la UE.
Salvador Llaudes es ayudante de investigación para el área de Europa del Real Instituto Elcano.