Tenemos lío en Italia. Algunos pensarán que siempre hay lío en Italia y no hay que preocuparse. Pero esta vez es diferente. La tensión se viene acumulando desde hace tiempo, a cuentagotas, y se puede derramar el vaso. Hace más de un año escribía un artículo resumiendo el trabajo de campo realizado en Roma argumentando que lo que había escuchado de los italianos se acercaba mucho a lo que le había escuchado a los griegos en 2015 cuando Syriza estuvo a punto de sacar a Grecia del euro. Mucha frustración con la élite del país (la partitocrazia), muchos anhelos de un pasado glorioso y mucho cabreo con el “establishment” de Bruselas y con el poder de los alemanes. Mis temores se han confirmado. Italia está a punto de tener un “gobierno rebelde”.
La mayoría de los italianos tienen una relación con la Unión Europea muy distinta a la que tenemos los españoles. Han estado dentro del club desde sus inicios y no piensan que la modernidad, la democracia y la prosperidad se lograron gracias a la integración europea, el mercado interior y la moneda única. Muy al contrario. Piensan que desde que se introdujo el euro la situación solo ha ido a peor. Los números macro pueden llevar a esa conclusión. La renta per cápita de Italia no ha crecido apenas desde el año 2000 (ver aquí la comparativa con España), mientras que en el siglo pasado Italia era uno de los países más ricos e industrializados y estaba con pleno derecho en el G8, el grupo de las mayores potencias mundiales.
Ahora en cambio la situación es muy distinta. Aparte del bajo crecimiento, lo que más llama la atención es que Italia tiene más ninis entre los 15 y los 29 años que España, todo un récord. Que nadie se extrañe entonces que los líderes del Movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio, y de la Lega Nord, Matteo Salvini, arremetan contra el euro. Es un discurso fácil. “Antes nos iba bien y ahora no; ¡recuperemos la soberanía monetaria!”.
Lo que inquieta es que esto no era solo retórica electoral. En el borrador de posible acuerdo de gobierno que se ha filtrado esta semana a la prensa italiana los dos líderes anti-establishment parece que se ponían de acuerdo en proponer que el BCE condone 250 mil millones de euros de la deuda pública italiana acumulada con su programa de QE (expansión cuantitativa), y en renegociar el Tratado de Maastricht y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, introduciendo un mecanismo de salida ordenada del euro. Si esto fuese así, estaríamos de nuevo en la misma situación que en 2015 cuando Yanis Varoufakis también proponía la condonación de una parte de la deuda griega y cambiar la zona euro de arriba abajo.
Escribo que “parece que se ponían de acuerdo” porque desde la filtración tanto Salvini como Di Maio han asegurado que ese borrador es antiguo y no va a ser el acuerdo final, pero aun así el daño ya está hecho. Si es verdad que lo han llegado a escribir en un documento así, entonces es que son propuestas que han barajado. Esto ha llevado al Financial Times a escribir que los bárbaros modernos han tomado Roma, a que la bolsa italiana cayese más de un 2% el miércoles y que la prima de riesgo de la deuda italiana empezase a escalar. La reacción del M5S y la Lega denunciando una campaña contra ellos no se ha hecho esperar, con carta del M5S al Financial Times incluida.
En ella se puede leer: “los últimos treinta años de Italia se han caracterizado por una constante connivencia entre la política, la mafia y negocios ocultos que han esquilmado a nuestro país hasta los huesos, logrando así los peores récords de nuestra historia. Hoy en Italia hay seis millones de personas por debajo del umbral de la pobreza y cien mil jóvenes salen cada año a buscarse la vida fuera”. Cuánta verdad en pocas palabras.
Sin embargo, ¿pasa la solución por salirse del euro? Cuando uno hace un análisis en profundidad (ver aquí) descubre que no. El problema de Italia no es la moneda única, y la mayoría de los italianos lo sabe: por eso no quieren volver a la lira. El problema está en la falta de meritocracia, la excesiva burocracia y corrupción, la baja productividad, el abandono escolar, la mala formación profesional, la poca inversión en I+D+i, la evasión fiscal, la competencia de China y los otros emergentes en un mundo cada vez más global… ¿les suena? Si la coalición M5S-Lega se centra en estas cuestiones va a encontrar socios receptivos en Bruselas, Berlín, París y el resto de la UE. Estoy seguro. Todos queremos ver una Italia fuerte en una zona euro más cohesionada y democrática.
Pero si la estrategia es la senda griega de Syriza de 2015 de buscar la cancelación de la deuda sobre la base de propuestas mágicas vamos a tener un choque de trenes peligroso (y gracias que tenemos a Draghi de controlador, imagínense que estuviese Weidmann). Es verdad que Italia no es Grecia. Tiene mucho más peso. Pero lo último que necesitamos en pleno debate sobre la reforma del euro (cuando es clave recuperar la confianza entre los socios), es que un gobierno piense que puede cambiar las reglas del juego solo por el pasado glorioso y el tamaño de su país, y el cabreo de su gente.