La gira del primer ministro Benjamín Netanyahu por Argentina, Colombia y México, junto a la reunión bilateral en Buenos Aires con el presidente paraguayo Horacio Cartes, desplazado a la capital argentina con ese fin, lleva a interrogarnos sobre la relación entre Israel y América Latina. La importancia del viaje se acrecienta al ser la primera visita de tan alta autoridad israelí a la región desde la creación del Estado de Israel en 1948.
Esta demora no ha impedido que Israel firmara un tratado de libre comercio con Mercosur ni que sea observador en la OEA (Organización de Estados Americanos) y en la Alianza del Pacífico. Se da la circunstancia añadida de que Colombia y México no han reconocido a la Autoridad Nacional Palestina, lo que sí han hecho otros 15 gobiernos latinoamericanos.
Más allá del apoyo recibido en 1948 en Naciones Unidas de buena parte de los gobiernos latinoamericanos y de la presencia de comunidades judías de diferente tamaño, la relación con América Latina, exceptuando algunos casos aislados, atravesó horas bajas al comienzo del siglo XXI.
El liderazgo de Hugo Chávez, su vínculo privilegiado con Mahmud Ahmadineyad y su postura propalestina y antiisraelí condicionaron las relaciones bilaterales con los países del ALBA (Alianza bolivariana de los pueblos de nuestra América), a tal punto que Bolivia, Cuba y Venezuela no tienen relaciones diplomáticas con Israel. Incluso gobiernos como los de Argentina y Brasil, de gran afinidad política e ideológica con el proyecto bolivariano, se vieron contagiados de actitudes similares.
Otro elemento que retrajo la relación con América Latina ha sido la alianza estratégica con Estados Unidos. Esta cercanía provocó recientemente un serio problema diplomático con México, ya que Netanyahu justificó y apoyó la construcción del muro propuesto por Trump. Sin embargo, Israel intentó mantener lazos estrechos con algunos países, como Colombia (más visibles con Álvaro Uribe) y Guatemala, con quienes había desarrollado una importante cooperación en materia de seguridad. En Colombia destacó el componente antiterrorista.
Aprovechando la nueva coyuntura política de la región, el gobierno israelí decidió reforzar su relación con algunos países. Esto llevó a Modi Ephraim, director general para América Latina y el Caribe del ministerio de Relaciones Exteriores a decir que “la llegada de gobiernos amistosos y la casi desaparición de gobiernos populistas” ha creado un marco propicio para el afianzamiento de la relación con la región.
El caso más paradigmático es el de Argentina, donde existe la mayor comunidad judía de América Latina (cerca de 300.000 personas) y la séptima del mundo. El relevo de Cristina Fernández de Kirchner por Mauricio Macri permitió cerrar un capítulo de desencuentros, iniciado con el acercamiento a Irán y que tuvo en la muerte del fiscal Alberto Nisman, responsable de la investigación del atentado de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), uno de sus momentos más delicados. A esto se agrega la buena sintonía existente en los últimos años entre Netanyahu y Macri, incluso antes de que éste fuera presidente.
Muchos se preguntan por los motivos del viaje. Nabil Shaat, asesor internacional de Mahmud Abbas, señaló que esta gira “solo busca conseguir apoyo internacional para Israel al margen de cualquier solución para el conflicto israelo-palestino”. La cadena iraní HispanTV calificó de “oportunista” la visita y apuntó que al margen de las preocupaciones económicas, su principal objetivo era buscar votos en Naciones Unidas. Sin embargo, en mayo del 2014, el gobierno israelí aprobó una resolución para profundizar la relación estratégica con América Latina, incluyendo cooperación en lucha antiterrorista y seguridad o intercambios económicos y capacitación tecnológica.
La venezolana Telesur en su información sobre la presencia en Argentina del primer ministro israelí ha enfatizado el rechazo de Adolfo Pérez Esquivel y las movilizaciones antisionistas. La presencia e influencia de Irán en América Latina y el deseo israelí de contrarrestarlo están presentes en este viaje. Algo similar, pero en sentido contrario, ocurrió en agosto pasado durante la gira del ministro iraní de Exteriores, que excluyó a Argentina y Brasil, tras sus cambios de gobierno. En su primer día en Buenos Aires, Netanyahu manifestó rotundo que Irán alienta el “terror en todo el mundo» y que “la amenaza de Irán es permanente e incluye a América Latina. Israel será la punta de lanza contra el terror de Irán y lo haremos junto a nuestros socios en América Latina”.
Netanyahu viaja acompañado de más de 30 empresarios, la mayor parte de ellos representantes de empresas tecnológicas. Éste es precisamente uno de los elementos centrales de la gira, vinculado con las opciones de negocio existentes en muchos países latinoamericanos. No en vano, en 2016, la industria de defensa israelí exportó a América Latina productos por valor de 550 millones de dólares. En este sentido, tanto Colombia como México son dos claros ejemplos de esta preocupación.
Israel espera profundizar sus lazos políticos y económicos en América Latina con aquellos gobiernos más afines. Para ello no duda en aprovechar las ventajas derivadas de su desarrollo tecnológico y de las posibilidades de inversión o aplicación en ciertos países de la región. Su apuesta es clara por aquellos gobiernos más aperturistas junto a una cierta preferencia por la Alianza del Pacífico.