La violencia de género afecta hoy al 35% de las mujeres y las niñas de todo el mundo. Es transversal a todos los países, regiones, culturas, grupos sociales, o generaciones. A pesar de su dimensión global, y de constituir una barrera en el logro de objetivos clave –en particular el de la igualdad entre hombres y mujeres– la violencia de género no formó parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Su invisibilidad en aquella agenda ilustra bien la naturaleza de las dificultades para combatirla.
Algunos conceptos previos. La violencia de género es la que se ejerce contra las mujeres y las niñas por el hecho de serlo, en su condición de mujeres y niñas. Como recuerda Naciones Unidas, es consecuencia de la discriminación que sufren las mujeres, y de la persistencia de desigualdades por razón de género. Al mismo tiempo, la violencia contra las mujeres impide lograr la igualdad, y avanzar en ámbitos clave como el de la paz y la seguridad internacionales. La violencia de género es global, y tiene implicaciones en la agenda global.
Algunos datos que dimensionan la que constituye, muy probablemente, la violación de los derechos humanos más generalizada en todo el mundo.
Más de 200 millones de mujeres y niñas que viven hoy han sufrido mutilación genital femenina. En casi todos los países en los que se practicó (fundamentalmente en África Subsahariana, Oriente Medio e Indonesia), la mayoría de las niñas tenían 5 años.
En 32 países del mundo no se juzga a los violadores si están casados o si se casan posteriormente con la víctima. Hace apenas unos días, el gobierno turco retiraba el proyecto que legislaba en esta dirección, tras la presión y la movilización de las organizaciones de mujeres.
El 43% de las mujeres de los Estados miembros de la UE ha sufrido algún tipo de violencia psicológica por parte de una pareja a lo largo de su vida.
Más de 700 millones de mujeres que viven actualmente se casaron siendo niñas menores de 18 años. De éstas, más de 250 millones se casaron antes de cumplir 15 años.
A pesar de su dimensión global, la violencia de género no es un “mal inevitable”, imposible de combatir. Se puede prevenir, y se puede eliminar. Para ello sigue siendo imprescindible contar con datos y con indicadores medibles sobre su incidencia. La mayor dificultad radica en la tolerancia social a la violencia contra las mujeres, también global y presente en todos los países del mundo. El reciente ejemplo de las posiciones misóginas, machistas y sexistas expresadas por el presidente electo de Estados Unidos durante la campaña electoral –en particular sus comentarios sobre el abuso sexual–, son suficientemente elocuentes al respecto de la aceptación social de la violencia contra las mujeres. La “tolerancia cero” contra la violencia de género está muy lejos de ser la norma.
Son importantes leyes y marcos jurídicos de protección (como la española de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género aprobada en 2004; o las que prohíben la mutilación genital femenina en países como Kenia, Egipto, Etiopía, Nigeria, entre otros). Pero, sobre todo, las políticas públicas sostenidas en el tiempo y dotadas de recursos, y medidas concretas (incluyendo formación específica a todos los implicados en su atención; y medidas de prevención y sensibilización, entre otras) son imprescindibles para afrontar esta violación de los derechos humanos que afecta a un tercio de las mujeres y las niñas del planeta.
Ningún país del mundo ha logrado eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas. Para ello, se requiere un cambio profundo de los comportamientos, percepciones, y normas y actitudes sociales que la justifican; la eliminación de las desigualdades que aún persisten (muy profundas en el ámbito político y económico); y dedicar expert@s y recursos a combatirla (menores, en todo caso, a los costes que ocasiona: en el ámbito de la Unión Europea, como señala un informe del Instituto Europeo para la Igualdad de Género, los recursos disponibles para su prevención son ínfimos en relación a los costes económicos –sanitarios, judiciales, del sistema de prisiones, etc.– que representa para los Estados Miembros).
La movilización de las organizaciones de mujeres, junto con el compromiso de algunos gobiernos lograron la inclusión, en el marco de la agenda de gobernanza global que encarnan los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, de la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas como una de las metas clave para alcanzar el Objetivo de la igualdad entre hombres y mujeres y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas.
Hace ahora 17 años, y con la voluntad de sensibilizar a la opinión pública mundial, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Millones de mujeres y niñas en todo el mundo la sufren por el hecho de serlo. El efecto multiplicador que la igualdad de género tiene para alcanzar el resto de los ODS estará en riesgo si no se logran avances sustantivos. Para ello, la eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas ha de tener visibilidad en la agenda, y peso en las políticas públicas.