Afortunadamente está cambiando en España la valoración de lo que significa ir a trabajar al extranjero. La percepción ha sido hasta ahora mayoritariamente negativa. Los profesionales, se argumentaba, sobre todo los jóvenes, se han tenido que marchar a otros países forzados por las circunstancias, por la falta de oportunidades en el mercado laboral español. Irse a trabajar al extranjero ha sido un mal necesario.
Ahora, sin embargo, se está extendiendo la idea de que la internacionalización del talento, trabajar en otros países, es algo positivo: para los propios profesionales, en primer lugar, por todo lo que aporta a su formación, su conocimiento; y también para la economía española, por el activo que el talento internacional español puede suponer como apoyo a la internacionalización de la economía española.
La visión negativa ha llevado incluso a que en algunas Administraciones se hayan instrumentado programas para fomentar el “retorno del talento”. El falso punto de partida es que la marcha de profesionales al extranjero supone una “pérdida” de talento para la economía española. No se puede hablar de pérdida de talento cuando la alternativa a la marcha al extranjero es quedarse en España en desempleo, sin tener ingresos, sin adquirir experiencia, sin perspectivas de progreso en una carrera profesional. No cabe hablar de pérdida de talento para la economía española cuando ésta no tiene la capacidad de utilizar este talento.
Afortunadamente, algunas iniciativas recientes están contribuyendo a poner en su justo valor lo que significa la internacionalización del talento. Con el título de “La diáspora de los jóvenes profesionales” se celebró hace unas semanas un debate en Foro de Foros, en el que tuve ocasión de participar junto con Fernando Merry, director de Formación de ICEX; José María Peláez, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria; y Miguel Otero, director general del Foro de Marcas Renombradas.
El profesor Peláez es a su vez promotor de un proyecto de investigación desarrollado conjuntamente por su universidad y el Club de Exportadores e Inversores Españoles sobre el valor que aporta el talento español en el extranjero. Según se explica en la web de la universidad, “el proyecto tiene como objetivo poner en valor las competencias más destacadas de nuestros profesionales internacionales, así como las funciones directivas que mejor desempeñan al frente de equipos multiculturales”.
Desde un punto de vista que podríamos llamar “microeconómico”, la experiencia laboral en otros países puede aportar muchos activos a un profesional: capacidad de trabajo en equipos multiculturales, conocimiento de otros métodos y culturas de trabajo, capacidades para negociación internacional/intercultural, dominio de idiomas, etc. Para todos los profesionales, y en particular para los jóvenes, una experiencia profesional internacional es una oportunidad de desarrollar de forma notable su talento. (Dejamos de lado otro aspecto que puede ser también muy importante: el enriquecimiento personal y vital).
Sobre las ventajas que tiene para la capacidad profesional de una persona el hecho de vivir en el extranjero, se ha publicado hace unos días un artículo en el Harvard Business Review que recoge los resultados de una serie de estudios realizados por varios profesores de escuelas de negocios de Estados Unidos. Las conclusiones son bastante terminantes: vivir, trabajar y estudiar en el extranjero refuerza las capacidades psicológicas de una persona, promueve su creatividad, y contribuye al éxito en sus carreras profesionales.
Y desde un punto de vista que podríamos llamar “macroeconómico”, la presencia de una diáspora de profesionales españoles situados en muchas partes del mundo supone un activo para la internacionalización de la economía española. Estos profesionales pueden ser una fuente de información y de contactos para las empresas españolas. Y pueden también trabajar y colaborar con éstas, aprovechando la ventaja que les dan sus conocimientos, por un lado, de los países en los que viven y, por otro, de España. Estos profesionales están especialmente preparados para hacer de “puente” entre España y sus países de residencia.
De todas formas, queda mucho para que esta nueva actitud sea generalizada. Todavía sigue muy extendida esa idea de la “pérdida de talento”. Ojalá pronto se consolide esta nueva valoración, positiva, de lo que supone para un profesional la experiencia internacional.