En su intervención en el Diálogo Raisina de 2016, el Secretario de Exteriores indio Subrahmanyam Jaishankar dijo que la conectividad había “emergido como un teatro de la geopolítica del tiempo presente” y añadió que se había convertido en “la vara de medir la influencia” de un país.
En consecuencia, con este planteamiento, la India ha comenzado a interesarse por la conectividad regional. Es el segundo contribuyente del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. Con el Sudeste Asiático, la política de “Look East”, que dejaba la conectividad en un segundo plano y se centraba en el comercio y las inversiones, ha sido sustituida por la de “Act East”. Dos proyectos en los que podría concretarse esta visión son la Autopista Trilateral India-Myanmar-Tailandia y el corredor económico que enlazaría Kunming con Kolkata a través de Myanmar y Bangladesh. Este corredor conforma parte de la dimensión terrestre de la iniciativa china. En otras direcciones, tenemos el Corredor de Transporte Norte-Sur, que potenciaría las conexiones India-Rusia vía Irán, el proyecto de mandar un tren de transporte por la ruta Dhaka-Kolkata-Delhi-Islamabad-Teherán-Estambul, que replicaría a menor escala el tren Viento del Este, que enlazó el pasado enero Yiwu con Londres, y la dinamización de la Asociación de la Cuenca del Océano Índico desde la presidencia india en 2011-2013.
Con estas premisas, uno pensaría que la India estaría más que interesada en la iniciativa OBOR (One Belt-One Road, ahora redenominada Belt and Road Initiative) impulsada por Xi Jinping. No es así, hasta el punto de que todavía no se ha confirmado que el primer ministro indio, Narendra Modi vaya a asistir al Foro OBOR que se celebrará en Pekín los próximos 14 y 15 de mayo.
Las razones de las reticencias indias hay que verlas en la geopolítica más que en la economía. La India ve en el proyecto OBOR una iniciativa china para reforzar su influencia en Eurasia. Estos temores se ven agravados por el trazado del Corredor Económico China-Pakistán, que pasa por partes de Cachemira reclamadas por la India.
Para terminar de empeorar las cosas, la geografía tampoco ayuda. Aunque el trazado de OBOR sigue estando por definirse, ni las rutas terrestres ni la marítima requieren necesariamente de la India. Las principales rutas terrestres previsiblemente pasarán por Asia Central y el Corredor Económico China-Pakistán cubre sobradamente las necesidades chinas de conectar sus regiones occidentales con el Océano Índico. Ello no obsta que la India, si quisiera, podría jugar un papel en el corredor Kunming-Kolkata; a China le interesaría de cara a reducir las tensiones geopolíticas con la India. No obstante, también sería factible reconvertir el corredor Kunming-Kolkata en otro Kuming-Chittagong. En cuanto a la dimensión marítima, los puertos indios tampoco son imprescindibles. A la ruta marítima le basta con contar con el puerto srilankés de Hambantota, construido con capitales chinos.
La alternativa sería la de un proyecto de conectividad euroasiático liderado por la India. La diplomacia india se ha esforzado en los últimos años por ir más allá de su papel de potencia regional y adquirir al menos el papel de gran potencia regional, que haga sentir su influencia en un área ampliada que cubra el Océano Índico, Asia Central y el Sudeste Asiático. No obstante, este proceso de ampliación de su esfera de actuación geopolítica no está tan avanzado como para permitirle liderar un proyecto de arquitectura regional de conectividad gran regional. Y además les faltan los capitales necesarios para ello: las reservas internacionales de la India apenas son el 10% de las de China.
¿Significa esto que la India se ha quedado fuera de la conectividad euroasiática?
Un OBOR basado exclusivamente en intereses chinos no necesita de la India. La conexión entre el extremo este de China y el extremo occidente de Europa no la requiere. Sin embargo, un OBOR concebido como una obra de colaboración euroasiática no podría prescindir de la India.
Aunque sus indicadores económicos aún van muy a la zaga de los chinos, lentamente su economía va tomando carrerilla. Su crecimiento económico ha estado por encima del 5% durante varios años y en 2014 y 2015 superó la barrera del 7%. El consumo interior está creciendo a tasas superiores al 6% anual. Próximamente la India será el país más poblado del mundo y para 2030 se espera que su economía será la tercera del planeta. Y, por si las dudas, debe recordarse que es el segundo contribuyente al BAII. Para Eurasia una conectividad que dejase fuera a la India, sería como pegarse un tiro en el pie.