Siria: 320.000 muertos (11.500 de ellos niños) y 4.088.099 refugiados desde 2011. Y más vendrán. Pues, lejos de resolverse, la guerra civil a tres bandas se complica. Ni los países árabes ni los occidentales ni nadie tienen una estrategia clara. ¿Por qué no la hay?
El contexto internacional no es favorable, salvo en que el acuerdo nuclear con Irán podría flexibilizar la actitud de Teherán, que según algunos indicios estaría dispuesto a, eventualmente, dejar caer a su aliado, el presidente Bashar al-Asad. Pero no el régimen dictatorial por el que una minoría de ascendencia chií (que teme el cambio) domina sobre una mayoría suní.
Al-Asad abrió las puertas de Siria para neutralizar el levantamiento popular suní al autoproclamado Estado Islámico, Daesh. Este movimiento suní radical, que empezó sobre los escombros de la guerra de Irak, ha aprovechado la situación para ocupar terreno, esencialmente en zonas de mayoría suní, lo que ha llevado a una partición de hecho de Siria. Un error de los occidentales fue no apoyar en su día a los rebeldes moderados que sí fueron capaces de parar a Daesh en Alepo y otros lugares, por temor a la infiltración de elementos de al-Qaeda y otros, también presentes. Y ante el temor a Daesh, al-Asad se ha fortalecido dentro y fuera.
Rusia, en plena tensión con EEUU por la cuestión de Ucrania, está reforzando allí su presencia militar y su apoyo a al-Asad, e impedirá cualquier resolución del Consejo de Seguridad que implique el uso de la fuerza. A pesar de ello, se va a una escalada. París y Londres, ante la presión por la cuestión de los refugiados, están amagando, como Australia, con incrementar sus acciones militares contra Daesh en Siria (ya lo hacen en Irak). La muerte por bombardeo de drones británicos de dos supuestos yihadistas británicos en Siria (donde el Reino Unido no está en guerra, aunque sí en Irak) ha causado una polémica. Y Londres quiere ejercer presión diplomática inmediata contra al-Asad mientras París, de momento, contemporiza a este respecto, pues aunque no a largo, sí considera que a corto plazo el presidente sirio es parte de la solución.
Los bombardeos de EEUU y aliados contra Daesh en Siria (además de en Irak) no bastarán. Se necesitarían poner “botas sobre el terreno”. Los occidentales ni quieren ni pueden, y los árabes de la zona que participan en la coalición internacional contra Daesh (Bahrein, Jordania, Qatar, Arabia Saudí y los Emiratos) pueden pero no quieren. Tampoco están dispuestos a sentar a Irán en las negociaciones en Suiza sobre Siria. Sería necesario. Pero la competencia geopolítica y religiosa entre Arabia Saudí e Irán lo impide.
Hay que añadir el factor turco. El gobierno de Ankara se ha implicado finalmente en la guerra contra Daesh, pero lo ha aprovechado para atacar mejor a los kurdos (que sí se enfrentan con cierta eficacia al autoproclamado Estado Islámico) y ganar votos.
No es que todas las opciones sean malas, es que hoy por hoy no se ven opciones, ni siquiera la apertura de zonas seguras protegidas por una fuerza aérea internacional para los refugiados. Y cuidado, pues Occidente es especialista en crear nuevos y graves problemas al intentar corregir otros. Pero sí se puede y se debe hacer mucho más para ayudar a las poblaciones desplazadas, a los refugiados internos y a los externos. Habrá más sufrimiento. Disculpen la simplificación. Que sirva para no perderse.