Se ha señalado repetidamente el papel clave que el sector exterior ha desempeñado en la economía española en la última década. Durante los peores años de la crisis las exportaciones ha sido el sector más dinámico de la demanda.
Pero la importancia de las exportaciones no debe hacernos olvidar el papel clave que desempeñan las importaciones en una economía, un papel que con frecuencia es minusvalorado.
Las importaciones contribuyen al crecimiento y al bienestar por varias vías, algunas de las cuales han adquirido especial trascendencia en los últimos tiempos. En primer lugar, por el lado del consumo, las importaciones suponen la posibilidad de acceder a productos más baratos o más eficientes. Ello permite aumentar el bienestar de los consumidores.
En segundo lugar, gracias a las importaciones las empresas acceden a maquinaria y tecnología, que permiten ampliar su capacidad productiva y su productiva.
En tercer lugar, las importaciones han adquirido una creciente relevancia en los últimos años gracias al desarrollo de las cadenas globales de valor. Estas cadenas implican la fragmentación de los procesos de producción entre diversas localizaciones geográficas, con el fin de aprovechar las ventajas competitivas de cada una de ellas. Y de esta forma producir de manera más eficiente.
En los últimos 20 años una serie de factores han potenciado la expansión de las cadenas globales de valor. Las mejoras en los transportes y en las tecnologías de la información han facilitado el desplazamiento de mercancías entre los países, así como han facilitado la comunicación e interacción entre los diferentes centros productivos de una empresa.
Por otro lado, los procesos de liberalización comercial han permitido que las mercancías puedan moverse entre los países con menores aranceles y trabas.
De esta manera ha crecido el peso de los bienes intermedios en el comercio internacional. Los productos de exportación incorporan un creciente volumen de bienes intermedios importados. La parte de valor añadido extranjero en las exportaciones ha aumentado en la mayoría de los países.
Por ejemplo, el valor añadido extranjero en las exportaciones pasó en la Unión Europea de un 26% en 1995 a un 33% en 2011, como ponen de relieve Charlotte Emlinger y Gianluca Santoni.
Los sectores más integrados, en los que el valor añadido extranjero es mayor, son el automóvil, la aeronáutica, el sector ferroviario, el electrónico y el químico.
Las exportaciones se apoyan cada vez más en las importaciones. Una mayoría de las empresas exportadoras son también importadoras. Según señala Paul Hadji-Lazaro,
“la correlación entre las actividades de exportación e importación está demostrada. Las empresas que más importan son aquellas que exportan más valor (margen intensivo) y exportan una variedad más amplia de productos a una variedad más amplia de destinos (margen extensivo)”.
Tener acceso de forma adecuada a importaciones aumenta la competitividad de las empresas y de sus exportaciones en la medida en que les permiten abaratar o mejorar la calidad de los bienes intermedios que utilizan en su proceso productivo. Las importaciones también pueden ser una vía para acceder a nuevas tecnologías, a nuevos conocimientos y prácticas, en lo que se ha denominado el “aprendizaje por la importación” (learning by importing). De hecho, muchas empresas exportadoras han iniciado sus andaduras en los mercados internacionales importando, y posteriormente han abordado una actividad exportadora.
¿Qué implicaciones tiene lo anterior?
En primer lugar, hay que desechar la idea simplista, y trumpiana, de que las exportaciones son “buenas” y las importaciones son “malas”. Existe una estrecha interrelación entre exportaciones e importaciones, y ambas contribuyen al crecimiento y el bienestar.
En segundo lugar, esa interrelación pone de relieve la verdadera dimensión del proteccionismo. Aumentar los aranceles de los productos importados puede aumentar los costes de fabricación de los productos exportados, dañar su competitividad, y en última instancia tener un efecto negativo sobre las cifras de exportación. Gravar las importaciones supone pues gravar también las exportaciones.
Finalmente, las políticas de importación deben recibir una mayor atención por parte de los gobiernos. La política comercial parece centrarse casi exclusivamente en la exportación, ha relegado los temas de importación. Pero, como hemos visto, la competitividad de las exportaciones de las empresas está influida por su acceso a importaciones.