Después de importantes descubrimientos en el Mediterráneo Oriental en la década de 2010 con los yacimientos de Tamar y Leviatán en la costa de Israel, el de Afrodita frente a Chipre y el de Zohr en Egipto, el gas natural emergió como un posible vector de cooperación e integración energética regional. La creación en 2019 del EastMed Gas Forum, una organización regional destinada a coordinar el desarrollo del gas natural con la participación de Chipre, Egipto, Grecia, Israel, Palestina y Jordania abrió la puerta a la construcción de una red de intereses comerciales y energéticos compartidos que permitiese desbloquear otros dosieres más complejos de la agenda bilateral y multilateral. Este fue el caso del acuerdo para la delimitación de la frontera marítima entre el Líbano e Israel, que, pese a no mantener relaciones diplomáticas, apostaron por el pragmatismo para desarrollar sus respectivos depósitos de gas natural. La autorización del gobierno israelí en junio de 2023 para la explotación de los yacimientos gasistas en la costa de Gaza generaba esperanzas para que este marco de cooperación se extendiese al conflicto palestino-israelí, mejorando la situación de pobreza energética y las condiciones económicas de los territorios palestinos.
La guerra iniciada por Hamás el pasado 7 de octubre reduce sustancialmente las posibilidades de cualquier desarrollo del gas en la costa de Gaza, amenaza la seguridad de las plataformas gasistas en las costas de Israel e incrementa el coste político para los países árabes de la región de alcanzar nuevos acuerdos energéticos con Israel. Este nuevo escenario geopolítico revierte buena parte de los avances logrados en los últimos años, exponiendo las complejidades de la integración energética regional sin un verdadero plan de paz y normalización que incluya a Palestina.
La diplomacia del gas natural en el Mediterráneo Oriental
Bajo el paraguas del EastMed Gas Forum y en paralelo al desarrollo exitoso de Tamar y Leviatán, Israel comenzó en 2019 a exportar gas natural a Egipto y Jordania. Aunque estos acuerdos no estuvieron exentos de controversia y afrontaron cierta oposición en las opiniones públicas locales, generaron evidentes beneficios para todas las partes involucradas. Gracias al gas israelí, Egipto pudo reanudar sus exportaciones de gas natural licuado (GNL), paralizadas desde 2013, y Jordania garantizó un suministro estable, después de años de interrupciones en el aprovisionamiento por gasoducto desde Egipto. Como un elemento adicional de cooperación regional, el fondo estatal emiratí Mubadala adquirió en 2021 el 21% del yacimiento Tamar, en lo que fue la mayor operación económica entre Emiratos Árabes Unidos e Israel después de la firma de los Acuerdos de Abraham y la normalización de las relaciones bilaterales. En mayo de 2023, el gobierno israelí aprobó un plan para la construcción de un nuevo gasoducto terrestre con Egipto para incrementar las exportaciones de GNL a la Unión Europea (UE) en el marco del memorando de entendimiento trilateral (UE-Egipto-Israel) firmado en plena crisis energética de 2022.
Con el Líbano, el hallazgo de los yacimientos de gas Qana y Karish, situados en la frontera marítima compartida, allanó el camino para un acuerdo histórico en octubre de 2022. Pese a no mantener relaciones diplomáticas, con la mediación de Estados Unidos (EEUU), Beirut y Tel Aviv lograron un acuerdo para establecer oficialmente la demarcación de su frontera marítima, un paso fundamental para poder llevar a cabo la explotación comercial de las reservas de gas natural en la zona. En virtud del acuerdo, Israel conserva el control del yacimiento de gas Karish, que comenzó a operar recientemente, mientras que el yacimiento de Qana es ahora administrado por el Líbano, aunque Israel mantiene una pequeña participación en su desarrollo. El acuerdo, que logró superar desafíos significativos, como la falta de reconocimiento de Israel por parte del Líbano, la interferencia de Hizbulah en las negociaciones y la inestabilidad de la política doméstica en ambos países, demostró el potencial de los recursos energéticos como vector de cooperación regional.
Gaza Marine: una ventana de oportunidad (perdida) para el diálogo
En junio de 2023, Israel dio luz verde a la explotación de Gaza Marine, un pequeño yacimiento de gas en alta mar cercano a Gaza. A pesar de que Gaza Marine fue descubierto a finales de los años 90, el proyecto ha estado inactivo durante más de dos décadas. Legalmente, Gaza Marine se encuentra bajo la jurisdicción de la Autoridad Palestina. Sin embargo, cuando Hamás asumió el control de Gaza en 2007, con la preocupación de que los beneficios económicos de la explotación del campo fueran a parar a manos de la milicia, Israel optó por bloquear su desarrollo comercial. Bajo la presión de EEUU y Egipto durante las reuniones que tuvieron lugar en Aqaba y Sharm el Sheij durante la primavera de 2023, el gobierno de Netanyahu finalmente concedió el permiso para la explotación del campo, con la condición de que se impusieran restricciones y se supervisara el acceso de Hamás a los ingresos fiscales generados por esta actividad.
La explotación de Gaza Marine se ha presentado como un posible impulsor del desarrollo económico en Palestina con importantes implicaciones y beneficios medioambientales. Tanto la Franja de Gaza como Cisjordania dependen del suministro eléctrico de Israel, condicionado a la situación política y la capacidad de la Autoridad Palestina para hacer frente al pago de las importaciones. En Gaza, la situación es particularmente compleja al sufrir interrupciones en el suministro eléctrico un 40% de las horas del día, dificultando el normal funcionamiento de los servicios básicos. El uso habitual de generadores diésel descentralizados como alternativa al suministro de la red eléctrica deriva en altos niveles de contaminación del aire en las principales ciudades y el coste del combustible impide su uso para las familias de menores rentas, convirtiendo la electricidad en un producto de lujo. El empleo del gas natural de Gaza Marine para la producción de electricidad permitiría reducir la presión sobre las finanzas de la Autoridad Palestina gracias a los royalties derivados de la explotación del yacimiento (estimados en 700 millones de dólares anuales) y a una menor dependencia de las importaciones de electricidad desde Israel, mientras que la sustitución de los generadores diésel traería claros beneficios económicos y medioambientales para los ciudadanos.
Hamás también ataca la diplomacia del gas natural israelí
El previsible retorno del conflicto palestino-israelí a la agenda mediática e internacional afectará negativamente al desarrollo de estas iniciativas diplomáticas y comerciales. Los ataques de Hamás sobre Israel ya han afectado a la producción de Tamar, cuya plataforma está situada a 30 kilómetros de las costas gazatíes y al alcance de posibles cohetes y drones, y ha suspendido temporalmente la producción. El gas israelí enviado a Egipto es parcialmente re-exportado en forma de GNL a la UE y, pese a que El Cairo había suspendido las exportaciones de gas natural desde verano ante el incremento de la demanda doméstica de electricidad, los futuros del gas en Europa (TTF) han reaccionado alcanzando su nivel más alto desde mediados de junio. Este nuevo contexto de inestabilidad expone los riesgos geopolíticos asociados al desarrollo comercial de estos proyectos, incluida la infraestructura de transporte de gas natural en la región, que ya ha sido víctima en el pasado de sabotajes en la península del Sinaí por parte de grupos islamistas insurgentes.
Los acuerdos gasistas entre Egipto, Líbano y Jordania con Israel ya habían generado cierto rechazo entre la población local, históricamente favorable a la causa palestina. Una intervención militar terrestre israelí y el previsible escenario de múltiples bajas civiles en la Franja de Gaza incrementarán la impopularidad de estos acuerdos y su coste político, así como el atractivo de una narrativa a favor de una diplomacia del gas natural de pragmatismo e intereses comerciales compartidos en la región. En el caso del gas en la costa de Gaza, es altamente improbable que se materialice su explotación en el corto plazo, retrasando de forma indefinida su puesta marcha y su impacto positivo sobre la población palestina.