A altas horas de la madrugada del 29 de junio el Consejo Europeo ha dado otro pequeño paso adelante para estabilizar los mercados financieros e intentar asegurar la irreversibilidad del euro. Para los más críticos sus resultados se quedan cortos. No se ha establecido una Unión Bancaria completa ni se han creado eurobonos para mutualizar la deuda. Pero si tenemos en cuenta que en estas reuniones lo máximo que se puede esperar es que se alcance un equilibrio entre lo económicamente razonable y lo políticamente viable, el resultado puede considerarse como positivo en términos generales y muy positivo para España.
Tras duras negociaciones en las que Italia y España (apoyadas por la nueva Francia de Hollande) han planteado un órdago creíble para obtener mayores concesiones de Alemania, el Consejo ha tomado dos decisiones importantes. Primero, ha mejorado sensiblemente los términos del rescate bancario a España, abriendo la puerta para una eventual recapitalización directa cuya contrapartida es el embrión de una Unión Bancaria incompleta (ya que todavía no cuenta con un fondo de garantía de depósitos común). Así, el rescate español, aunque comenzará siendo un préstamo al Estado (y por tanto computará como deuda pública), podrá pasar a ser un préstamo directo a la banca después del verano, una vez que se haya establecido un supervisor bancario único para la zona euro, que seguramente será el BCE. Además, se ha decidido que los préstamos a España de cualquiera de los fondos de rescate (EFSF o ESM) no tengan estatus de acreedor preferente en caso de reestructuraciones de deuda, lo que dejará de ahuyentar a los inversores privados que, hasta ahora, temían sufrir quitas en sus tenencias de títulos soberanos españoles si la deuda se volvía insostenible.
Segundo, el Consejo flexibiliza el instrumento mediante el cual el ESM puede adquirir deuda pública de los países en el mercado secundario. Esta mayor flexibilidad se materializa en que el fondo de rescate podrá intervenir en los mercados de deuda sin imponer condicionalidad macroeconómica adicional a la que cualquier país de la UE ya tiene por las reglas macroeconómicas a las que se compromete con Bruselas (Pacto de Estabilidad, Six Pack, Two Pack, semestre Europeo y procedimiento de desequilibrios macroeconómicos). Esta medida está pensada para aliviar la tensión sobre las primas de riesgo de Italia y España, cuyas deudas estaban a punto de entrar en dinámicas de insostenibilidad. Además, libera al BCE de la tarea de comprar deuda, algo que tanto esta institución como el Bundesbank habían insistido que no entraba dentro de su mandato.
En definitiva, este Consejo da un nuevo paso adelante hacia la integración política europea: nuevas transferencias de soberanía a la Unión (en este caso en el ámbito bancario) a cambio de mayor solidaridad para los países en dificultades. Una vez más se pone de manifiesto que la única forma de hacer que la UE avance es que se encuentre al borde del precipicio. En vez de lamentarnos por la lentitud en la toma de decisiones haríamos bien en entender que Europa sólo avanza así, y no pedirle más de lo que puede dar siempre que efectivamente se decida a tomar las decisiones cuando está a punto de caer al abismo.