9 de julio de 2019. Una etapa nueva, llena de posibilidades y de desafíos se abría para Etiopía. Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopía, establecía un hito de lo que iba a ser su presidencia a los tres meses de llegar al poder. Ahmed firma un acuerdo de paz con el presidente eritreo Isaias Afwerki y se restauran las comunicaciones, las rutas de transporte, al tiempo que se abren las fronteras de paso y las embajadas entre ambos países. Las redes sociales relatan emotivas llamadas a familiares, pero también llamadas a personas desconocidas, celebrando así la restitución de las comunicaciones telefónicas interrumpidas desde la guerra en 1998.
11 de octubre de 2019. Al año y medio de su llegada al poder, Abiy Ahmed recibe el premio nobel de la paz por su trabajo para promover la reconciliación, la solidaridad y la justicia social. La competencia para el premio era dura, pues entre los 301 candidatos se encontraba Greta Thunberg, la joven activista medioambiental y la gran favorita. Se le concede el premio al primer ministro etíope por el acuerdo de paz con Eritrea, pero también por su papel mediador en la estabilización de otros países africanos de la región. La concesión es importante, ya que África es el continente que ha recibido menos nominaciones y premios en la historia de los nobeles, y para Etiopía en particular. El último emperador etíope, Haile Selassie I, estuvo nominado en 1964, pero no ha sido hasta este año cuando finalmente un ciudadano etíope ha recibido, por primera vez, un nobel en cualquiera de sus categorías.
El pasado sábado 7 de diciembre, la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, visita Etiopía, apenas una semana después de asumir su cargo. El hecho es especialmente relevante, pues ha sido su primer viaje oficial a un país fuera de la UE. La visita pretende lanzar un mensaje sobre la importancia del continente africano para la nueva Comisión, al tiempo que sirve para visitar la sede de la Unión Africana en Addis Abeba y saludar al recién laureado premio nobel de la paz.
El 17 de diciembre de 2019 es la fecha anunciada para el lanzamiento al espacio del primer satélite etíope ET-RSS1, de tecnología china. Etiopía se convertirá así en el noveno país africano en contar con un satélite espacial junto con Argelia, Angola, Egipto, Ghana, Kenia, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica. Según el último Informe sobre la Industria Aeroespacial en África, la industria florece en el continente. En Etiopía, sobre la mesa, un acuerdo con una empresa francesa para la construcción en Addis Abeba de una instalación para la fabricación, ensamblaje y prueba de satélites, que podría estar terminada en el 2023.
Etiopía lidera la ola de países que la revista The Economist denominó en 2011 los “lion kings” africanos. Su economía creció a una media del 8,5% entre 2001 y 2010, al 10% de media entre 2011 y 2015, y el pronóstico para el 2019 es un crecimiento del PIB del 7,4%. Es actualmente uno de los siete países del mundo que más crece. La esperanza de vida ha pasado de 52 años en el año 2000, a los actuales 66 años. La mortalidad infantil se ha reducido, así como el número de nacimientos por mujer, pasando de 6,5 hijos por mujer en el año 2000, a 4,4 a día de hoy.
El “milagro” económico de Etiopía obedece en primer lugar a la elevada inversión pública en infraestructuras y construcción de edificios (parques industriales, y estaciones hidroeléctricas, entre otros). La devaluación del Birr y la estabilidad política de la última década ha servido también para la atracción de inversión extranjera. En 2012, por primera vez en la historia, los flujos de Inversión Extranjera Directa superaron a los de Ayuda Oficial al Desarrollo. Los inversores extranjeros son de variada procedencia: China, India, Estados Unidos, pero también en creciente importancia Francia, Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos. La industria textil, el sector de las bebidas, la producción hidroeléctrica, el algodón orgánico, y el sector hortofrutícola, entre otros, muestran que los sectores de inversión son muy variados, y todos ellos reciben importantes incentivos fiscales.
Desde su llegada al poder, Abiy Ahmed ha acelerado la ya iniciada transformación económica y social del país. El empleo urbano ha continuado su crecimiento, al igual que las migraciones rurales para cubrir la demanda en el sector de la construcción. Esta expansión del empleo ha llevado al incremento del consumo de bienes y servicios. La importancia de la agricultura continúa descendiendo en favor del resto de sectores. La renta per cápita (en paridad del poder adquisitivo) se ha más que duplicado en los últimos 10 años, pasando de 1.110 dólares en 2010, a 2.511 en 2019. Para la política exterior española, Etiopía es actualmente socio prioritario, y tiene la consideración de país ancla en el III Plan África, pues de su estabilidad y crecimiento dependen la de los países vecinos. También es muy avanzada la designación de un gobierno paritario tras su llegada al poder, nombrando a mujeres en ministerios clave como el Ministerio de Defensa, Comercio e Industria, o el Ministerio para la Paz, entre otros, y el nombramiento para la presidencia del país de Sahle-Work Zewde, primera presidenta de Etiopía, y la única en este momento en el continente africano.
Aunque para muchos el premio llega demasiado pronto, el Comité Nobel sueco ha afirmado que es el momento de reconocer y de impulsar los esfuerzos realizados por el primer ministro etíope. Abiy Ahmed tiene ante si completar y mantener el “milagro”, mejorando las condiciones de vida del segundo país más poblado de África. 100 millones de personas en un país donde están surgiendo importantes tensiones regionales y que, a pesar de crecer económicamente a los ritmos más elevados del mundo en la última década, todavía es uno de los países con mayores índices de pobreza en África y con hambrunas recurrentes. Como dicen sus seguidores en twitter: keep shining Mr. PM (Prime Minister)!