A principios de este mes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó oficialmente Senegal y Angola. Los objetivos de la visita se enmarcaron, en principio, en los que establece el recientemente presentado, el programa de acción del III Plan África, publicado en 2019, que, además, aspira a conectar los objetivos de éste con los de la también recientemente aprobada Estrategia de Acción Exterior para el periodo 2021-2024. Entre los temas de la visita se incluían los migratorios, con Senegal, o la diplomacia económica, con Angola; motivo por el cual delegación española incluía representantes de empresas, de la COEO o de la Cámara de Comercio.
Así las cosas, la actividad del gobierno denota un interés renovado por África, que trasciende el ámbito tradicional de la cooperación internacional para el desarrollo. Y es que, históricamente, la presencia española en África ha sido modesta, si se la compara con la que se proyecta a otras regiones, tal y como indican los resultados del Índice Elcano de Presencia Global. Bien es cierto que la presencia de España en regiones en desarrollo es escasa.
Si desagregamos geográficamente, por destinos, la presencia global de España, podemos observar que buena parte de los 285,4 puntos de valor índice registrados en 2019 (concretamente, 53%) se dirige a su propia región. La fortaleza de los vínculos económicos, por un lado, y la importancia en ciertos indicadores de presencia blanda (turismo, cultura, ciencia) de los socios intracomunitarios por otro lado, hacen del espacio de integración el principal lugar de proyección exterior española.
Figura 2. Desagregación por regiones de la presencia global de España (en % de la presencia global total)
2005 | 2010 | 2015 | 2019 | |
---|---|---|---|---|
Unión Europea | 52,2% | 46,6% | 46,3% | 45,0% |
América Latina y Caribe | 13,1% | 17,6% | 16,1% | 15,7% |
América del Norte | 5,4% | 6,8% | 8,3% | 9,8% |
Oriente Medio | 14,0% | 15,1% | 7,7% | 8,8% |
Europa (resto) | 8,5% | 5,4% | 6,1% | 8,0% |
Asia | 3,0% | 3,5% | 5,4% | 5,6% |
Oceanía | 0,6% | 0,7% | 0,5% | 0,6% |
África | 3,4% | 4,4% | 9,6% | 6,6% |
África del Norte | 1,6% | 2,0% | 7,2% | 4,4% |
África Subsahariana | 1,8% | 2,4% | 2,4% | 2,2% |
Si los vínculos con América Latina y el Caribe son más estrechos que con América del norte (15,7% y 9,8%, respectivamente), la proyección en Oriente Medio y resto de Europa (8,8% y 8%) está muy marcada por la dimensión militar, mientras que la proyección española en Asia (5,6%) aunque creciente, es todavía muy baja dada la magnitud de la región.
La proyección española en el conjunto de África (6,6%), mayor que en Asia, se reparte muy desigualmente entre el Norte y África Subsahariana (4,4% y 2,2%, respectivamente). Además, la principal dimensión de proyección hacia la región es la militar, particularmente en los últimos años de misiones del Mar Mediterráneo. Descontada esta dimensión militar, la presencia española en África, y particularmente en la región Subsahariana, es marginal.
Cabe señalar, no obstante, que la proyección de España en el continente africano ha aumentado muy notablemente en los últimos tres lustros. Si el Norte de África registraba 4,5 puntos en 2005, esta cifra prácticamente se triplica hasta 12,7 en 2019. El crecimiento en África Subsahariana, más modesto, se traduce sin embargo en un aumento de 4,9 a 6,2 puntos en valor índice.
Al igual que la presencia global no se reparte de forma homogénea entre regiones, tampoco lo hace entre países, dentro de una misma región. La proyección exterior de España hacia el Norte de África se concentra, quizás como cabía esperar, en Marruecos (4,0 puntos en 2019), Argelia (1,3 puntos) y Egipto (1,0 puntos). Mientras tanto, la presencia en África Subsahariana, menor y más atomizada, revela una mayor presencia española en Sudáfrica (0,9 puntos) y, en menor medida, Nigeria (0,4 puntos) y Angola (0,3 puntos).
Y a esta diversidad geográfica, podemos sumar la sectorial: mientras que la presencia de carácter regional en el Norte de África es militar (dadas las intervenciones militares regionales, no bilateralizables por socios individuales), la distribución por países muestra el predominio de lo más económico frente a lo blando. Ocurre lo contrario con la proyección hacia países individuales de la región Subsahariana, donde tienen mayor peso las formas blandas o suaves de proyección, muy condicionada por la evolución de la cooperación al desarrollo.
Como hemos señalado en análisis previos, la presencia de España en África se da, en parte, de la mano de la del conjunto de la Unión Europea (UE), particularmente en lo que se refiere a la cooperación al desarrollo. Varios de los miembros de la UE mantienen lazos históricos con buena parte de África Subsahariana (Francia, Países Bajos, Portugal) y otros países, al igual que España, manifiestan un interés político reciente pero intenso por la región. En el caso de Alemania, dicho interés se manifestaría, por ejemplo, en un importante presupuesto de ayuda al desarrollo enmarcado en el denominado Plan Marshall con África.
Este interés es el que también explicita la Estrategia Global de la UE en el momento de listar sus prioridades geográficas. África se ubica en la vecindad próxima y extendida, siendo ésta la prioridad geográfica absoluta del documento estratégico. Y sin embargo, también en este caso, el ejercicio de desagregación de la presencia global de la UE revela una presencia comparativamente escasa en la región.
La desagregación geográfica por destinos de los 3.018,8 puntos de presencia global de la UE revela que sólo 12,6% de esta presencia se dirige al continente africano. Se trata, bien es cierto, de una proporción mayor que en el caso de España, explicada por esa mayor relevancia que la región adquiere para otros socios comunitarios, y particularmente Francia. Pero para el caso de la UE es importante tener en cuenta que al calcular su proyección por destinos geográficos la región europea se limita a los países europeos que no son miembros de la Unión (y esto antes de que se consumara el Brexit y, por lo tanto, sin incluir al Reino Unido).
En definitiva, los objetivos de las estrategias de España y la UE de reforzar su presencia en África responden a un vacío que también se identifica en los resultados del Índice Elcano de Presencia Global; un vacío llamativo, dado el tamaño y proximidad geográfica de la región, pero también dados los vínculos históricos e intereses mutuos entre países africanos y europeos. Se trata de un continente grande y diverso, de enorme potencial, con países que crecen con las tasas más elevadas del mundo y un crecimiento demográfico espectacular. Sigue siendo, sin embargo, el gran desconocido, aunque de manera creciente reivindique una voz propia en el proceso de globalización.