En estos últimos años el clima de negocios para las empresas extranjeras se ha deteriorado fuertemente en China. Al menos, esa es la opinión de las empresas. La Cámara de Comercio Europea en China, por ejemplo, ha publicado recientemente la edición 2016 de su “European Business in China. Business Confidence Survey”, un estudio basado en una encuesta entre empresas europeas. Las conclusiones son negativas sobre la valoración del marco de negocios. Los efectos de la desaceleración de la economía se ven agravados por “un clima de negocios crecientemente hostil combinado con un marco de actuación que está perpetuamente inclinado en favor de las empresas locales”, en un contexto de freno en la adopción de medidas de reforma que el gobierno chino había comprometido. La “era dorada” de los negocios en China parece haber tocado a su fin.
El estudio de la Cámara europea utiliza algunos términos de una dureza poco frecuente para una organización empresarial extranjera que opera en China. Se refiere a una “nueva ola de pesimismo”, con un 41% de las empresas europeas que están revaluando sus operaciones en China. Más de la mitad de los encuestados indican que hacer negocios en China se está volviendo más difícil de año en año. Hace tres años el 86% de las empresas encuestadas planeaban expandir sus operaciones en China; este porcentaje ha caído este año al 47%.
Un 70% de las empresas declaran que se sienten menos “bienvenidas” en China que hace diez años.
Muchos de estos aspectos negativos son también resaltados en el otro estudio fundamental que se realiza sobre el marco de negocios en China, el realizado por la Cámara de Comercio Americana (2016 American Business in China White Paper).
Que el marco de negocios se modifique es normal teniendo en cuenta la gran transformación que China ha experimentado. China ya no es el país en vías de desarrollo que ansiaba atraer inversiones extranjeras, ha dejado de ser la “gran fábrica del mundo” que producía bienes baratos y de baja tecnología aprovechando sus ventajas de mano de obra barata. La economía china se encuentra en un proceso de cambio de modelo productivo, en el que el consumo y los servicios están aumentando su protagonismo en el crecimiento en detrimento de la inversión y la exportación.
Pero, al margen de lo anterior, lo que el estudio de la Cámara Europea pone de relieve es el estancamiento de las reformas, y el incumplimiento por parte de China de muchas de sus promesas de abrir y liberalizar sus mercados. El estudio menciona la persistencia de políticas contra la competencia, la ausencia de reformas en áreas clave como el imperio de la ley, el proteccionismo local, las barreras de acceso a mercados, el exceso de capacidad, los altos niveles de deuda doméstica, la discriminación contra las empresas extranjeras.
Un 58% de las empresas considera que el reforzamiento de las medidas de control y acceso a Internet están teniendo un impacto cada vez más negativo sobre su actividad (frente a un 41% en 2015, es decir, un aumento de 17 puntos en un año).
El deterioro del clima de negocios en China hay que situarlo pues en un marco que va más allá del ámbito empresarial, de freno de las reformas, endurecimiento del control político, una política exterior más agresiva que está provocando un aumento de las tensiones internacionales, etc. La gran incógnita es si estas tendencias continuarán en el futuro.
A más corto plazo, se plantea el tema de la aprobación del denominado “estatus de economía de mercado”. Cuando China firmó su acuerdo de incorporación a la Organización Mundial de Comercio, en 2001, se estableció que, en todo caso, China accedería automáticamente a este status al cabo de 15 años de su incorporación; es decir, a fines del presente año. Sin embargo, ya se están levantando voces en la comunidad internacional que cuestionan el que se apruebe el status de China como economía de mercado, que le supondría una fuerte protección contra medidas antidumping. Por un lado, porque las condiciones para las empresas extranjeras en el mercado chino se han vuelto más difíciles, como ponen de relieve los estudios de las Cámaras de Comercio citados antes.
Por otro lado, porque el problema de exceso de capacidad en diversas industrias chinas se ha agravado recientemente. Sin el freno que pueden suponer las medidas antidumping, China podría inundar los mercados internacionales de acero, cemento y muchos otros productos fabricados por empresas estatales que operan con grandes ventajas, en una situación muy alejada de las condiciones de libre mercado y de las condiciones de sus competidores internacionales.
El tema de la aprobación de China como economía de mercado puede ser motivo de un serio conflicto comercial en la escena internacional.
Probablemente es un simple resultado de la casualidad, pero significativamente se han producido recientemente dos casos de conflicto de empresas españolas con empresas chinas: la demanda de arbitraje de Sinopec contra Repsol –reclamando una enorme suma de dinero– y el enfrentamiento de un sector de accionistas del grupo hotelero NH con su accionista principal, el grupo chino HNA.