Elecciones, guerras y novedades en Oriente Medio

Guerra Israel Palestina
Mezquita y colegio destruidos en Rafah, 12 enero 2009
Edificio destruido en Rafah, 12 enero 2009

Una vez más, las elecciones israelíes previstas para enero de 2013 se celebrarán poco después de una gran operación militar de su Ejército contra una población vecina. Será la quinta vez que eso ocurra en las últimas siete convocatorias electorales en Israel. La siguiente cronología sugiere que la secuencia de ataques-elecciones no es una casualidad:

 

Operación               Fecha de guerra   Fecha de elecciones
Pilar defensivo         noviembre 2012    enero 2013
Plomo fundido          diciembre 2008     febrero 2009
Golpe de rayo          febrero 2006          marzo 2006
Senda determinada  junio 2002             enero 2003
Uvas de la ira           abril 1996              mayo 1996

La reciente operación militar lanzada por el Ejército de Israel contra Gaza responde a un patrón de sobra conocido, según el cual:

  • Las partes enfrentadas (Israel, Hamas, Hezbolá, etc.) se cruzan acusaciones sobre quién provocó la escalada de tensión que desencadenó la operación militar;
  • Se suceden las declaraciones incendiarias y las bravuconadas de los dirigentes a ambos lados amenazando con infligir un daño insoportable al enemigo;
  • Tras días o semanas de bombardeos, se establece una tregua unilateral o negociada que suele durar algunos meses, hasta el siguiente enfrentamiento bélico.

Al ser una secuencia que se repite desde hace años, también se pueden ver las siguientes similitudes en cuanto a las consecuencias y resultados:

    • Se provoca un sufrimiento severo a las poblaciones civiles, mucho más a las que están bajo ocupación o sometidas a bloqueo y reciben el mayor castigo de parte del enemigo;
    • Existe una gran desproporción entre las consecuencias de las acciones israelíes y las de la otra parte, así como en el balance de civiles y combatientes muertos y heridos y de destrucción material;
    • Se evidencia una y otra vez el fracaso a la hora de lograr los objetivos anunciados por cada parte, así como la inutilidad de las operaciones militares para imponer soluciones duraderas a los conflictos que Israel mantiene con sus vecinos;
    • Se demuestra repetidamente que la seguridad no llega por la vía de la violencia, y que la resistencia a la ocupación militar no decae por grande que sea el daño recibido;
    • Con cada nueva campaña militar se aleja la posibilidad de alcanzar una paz negociada y aceptable para todos, lo que conlleva más violencia, destrucción y odio;
    • El recurso a la intimidación y a la fuerza como sustituto de la negociación y el compromiso provoca la aparición de grupos más radicalizados que aquellos con los que no se quiso negociar.

La nueva operación militar israelí contra Gaza no se puede entender sin tener en cuenta la próxima celebración de elecciones en Israel y el intento el próximo día 29 por parte de la Autoridad Palestina de ser reconocida por la Asamblea General de la ONU como estado observador. Se trata, pues, de una escalada hecha por voluntad -y no por necesidad- de los actuales dirigentes israelíes. Según Daniel Levy, del European Council on Foreign Relations:

Netanyahu es mucho más feliz luchando para ganar estas elecciones en el terreno de la seguridad nacional que en cuestiones como la justicia social, la desigualdad y (…) puede contar con que todos sus rivales electorales apoyarán su escalada militar contra Gaza.

Pero el escenario regional en el vecindario de Israel está lejos de parecerse al que había cuando aplicó la misma fórmula en el pasado. Como bien indica el analista político de origen palestino Rami George Khouri:

Hay que destacar tres nuevas dimensiones del conflicto en la parte árabe: la constante mejora de las capacidades técnicas de los grupos de resistencia palestinos; la aparición con el tiempo de grupos islamistas más radicales en Gaza y en la región; y el impacto de la opinión pública y de los nuevos gobiernos legítimos en el poder en algunos estados árabes. La combinación de esos tres factores sugiere que se puede estar produciendo un cambio en el equilibrio de fuerzas a nivel estratégico en Oriente Medio, lo que tendrá enormes implicaciones.

Hace ya casi cuatro años se advertía en estas páginas de que «Israel sigue creyendo en las soluciones militares para resolver sus dilemas de seguridad» a los que se enfrenta desde hace décadas, y se planteaba que:

Más allá de estas posiciones enfrentadas, hay que preguntarse si el empleo de la fuerza bruta ha alcanzado sus objetivos en todo ese tiempo. La respuesta es un contundente no. La política de «castigos colectivos», «represalias masivas» y «operaciones quirúrgicas» ha sido incapaz de proporcionar a los ciudadanos israelíes la seguridad que reclaman, ni de garantizar a Israel su aceptación como un país normal en su entorno geoestratégico.

Mientras los dirigentes de las partes enfrentadas sigan creyendo que la fórmula del castigo y la respuesta armada les da réditos ante su público, y mientras las potencias internacionales sólo reaccionen con «profunda preocupación» cada vez que se inicia un nuevo ciclo de violencia, las poblaciones civiles seguirán siendo presas del afán bélico de sus dirigentes, aunque quede demostrado una y otra vez que esta vía no resuelve su falta de libertad y de seguridad.