El pasado 24 de abril tuvimos una nueva jornada electoral en Europa. En paralelo a la victoria en las presidenciales de Austria del ultraderechista Norbert Hofer (si bien el resultado definitivo lo conoceremos el 22 de mayo, cuando se enfrente en segunda vuelta al candidato de Los Verdes, Alexander van der Bellen), en las elecciones en Serbia, el actual primer ministro, Aleksandar Vučić, lograba de nuevo la mayoría absoluta en el parlamento.
Con su adelanto electoral de dos años, Vučić anunció que buscaba revalidar el apoyo de la ciudadanía para un tiempo que ha prometido no será sencillo, y en el que deberá llevar a cabo reformas estructurales que pongan en sintonía a su país con la Unión Europea, al tiempo que tendrá que esforzarse en mejorar unos datos económicos delicados, entre los que se encuentran un desempleo al borde del 18% y una deuda pública en el 77% (este indicador se situaba en el 32% en 2008).
El partido que lidera Vučić, el Partido Progresista Serbio, ha conseguido el 48% de los votos y 131 asientos en el Parlamento, muy por delante de la coalición socialista de Ivica Dačić, con casi el 11% y 29 asientos y del Partido Radical Serbio de Vojislav Šešelj, que con el 8% de los votos y 22 diputados vuelve al parlamento, tras su reciente –y polémica- absolución por parte del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia. Además de estos partidos, otros 9 más han logrado representación, entre los que se encuentran 5 partidos de minorías húngaras, bosnias o albanesas.
¿Qué se puede esperar de la nueva mayoría de Vučić? Existen quienes dudan de si Vučić realmente está a favor de la integración de Serbia en la UE, como afirma el líder serbio, o está aprovechando más bien un clima favorable por parte de la opinión pública para hacerse con más poder. No hay que olvidar en este sentido que, a pesar de que el hoy primer ministro serbio es el interlocutor preferido de la UE, se trata de la misma persona que fue en su momento secretario general del Partido Radical Serbio, además de ministro de Información en el período 1998-2000, tiempo en el que llegó a multar a periodistas que criticaban la línea del gobierno del que él formaba parte.
Es cierto que el propio Vučić ha reconocido que se equivocó. Argumenta el primer ministro serbio que, tal y como le sucede a la mayoría de los serbios, él ha entendido que el sendero de la integración europea es el único viable para tener un futuro próspero. Así expresaba su cambio y el de la ciudadanía en una reciente entrevista para Politico:
“Many people felt the same. They believe in me today because they had the same feelings, the same political attitudes, the same political stance and now they are different. We are changed”.
Pero la realidad es que Serbia no solo juega la baza de la UE. Al mismo tiempo, mantiene unos importantes lazos con Rusia, un país que a lo largo de los últimos años se ha caracterizado por buscar insistentemente oportunidades para minar la confianza entre socios (y futuros socios) comunitarios. Así, a pesar de que en la anterior legislatura no había voces críticas contra la integración europea, Serbia rechazó sumarse a las sanciones de la UE contra el régimen de Putin, no alineándose por tanto con la postura comunitaria. Si eso pasó entonces, tanto más es de esperar que suceda durante la presente legislatura, en la que existe una importante presencia del partido de Šešelj, manifiestamente contrario a formar parte de la UE y muy a favor de fortalecer los vínculos con un país como Rusia, con el que le atan una serie de vínculos históricos, religiosos y culturales innegables.
Por su parte, la UE está más necesitada que nunca de buenas noticias, tanto en el conjunto de una región que ve un creciente y preocupante incremento de la incertidumbre en Bosnia, como por el resto de problemas que enfrenta el proyecto comunitario, entre los que destacan la continuada crisis económica y la crisis de refugiados. Asociada a tales problemas se está produciendo una grave crisis de legitimidad de la Unión, que está dando alas a todos aquellos críticos con el proyecto, que elección tras elección logran mejores resultados en sus países. De ahí que que la Alta Representante, Federica Mogherini, y el Comisario de Política Europea de Vecindad y Ampliación, Johannes Hahn, emitiesen una respuesta tan positiva al resultado electoral de Belgrado.
En cualquier caso, ello no significa que el camino de la UE esté despejado para Serbia. Además de tener que cumplir con los criterios de adhesión, deberá superar la oposición croata y habrá de respetar los tiempos comunitarios. En este sentido, hay que recordar las palabras del Presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, quien señaló que no habrá nuevos miembros en el club a lo largo de su mandato. La ambición de Serbia es lograr entrar para 2020, pero lo cierto es que no parece algo demasiado realista en estos momentos, a pesar del gran apoyo logrado por Vučić y su discurso pro-integración. Este complicado proceso pondrá a prueba las nuevas convicciones del líder serbio.