El próximo 23 de abril (y el 7 de mayo si fuese necesaria una segunda vuelta) se disputarán lo que algunos analistas han denominado las “semifinales” del populismo europeo. Dichas semifinales (los cuartos de final los tuvimos con las elecciones de los Países Bajos) corresponderían a las elecciones presidenciales de Francia. Del uso de este término, utilizado como analogía futbolera, se infiere por tanto que las elecciones alemanas de septiembre serían la final… pero lo cierto es que, dado el decreciente apoyo a los euroescépticos del AfD alemán, quizás es conveniente considerar que la final ya está ahí, en Francia.
Pero, ¿son realmente unas elecciones tan importantes? Si nos atenemos a lo que dicen los sondeos, sí, sin duda. Estos llevan apuntando durante todo el último año a que la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, logrará pasar a segunda vuelta, donde no obstante sería derrotada de manera contundente. El caso es que la llegada de Le Pen al Elíseo conllevaría un cambio de una enorme magnitud para una UE hacia la que nunca ha ocultado su hostilidad (en este sentido, resulta cuando menos paradójico que se gane el sueldo como eurodiputada). Así, en su manifiesto electoral, que consta de 144 compromisos, menciona en hasta 4 ocasiones a la UE, siempre de manera negativa. Se anuncia un referéndum sobre la permanencia en la Unión, al estilo de los británicos; se habla de una revisión de los gastos públicos relativos a la UE; se avisa del cambio de la Política Agrícola Común por una Política Agrícola Francesa; y, por último se rechaza la liberalización del sector ferroviario.
Sin embargo, Le Pen no es la única candidata hostil a la UE. Jean-Luc Mélenchon, candidato del Frente de Izquierdas, también lo es. Prueba de ello es el significativo título de uno de los capítulos de su programa electoral, “Europa en cuestionamiento: salir de los tratados europeos”. En él, clama contra una UE que supuestamente se ha quedado reducida al Mercado Interior, menciona que Francia debe salir de los tratados europeos que le obligan a llevar a cabo políticas de austeridad, y denuncia que la independencia de acción y la soberanía nacional no se deben suprimir a favor de las “obsesiones ideológicas” de la Comisión Europea. Rechaza los tratados de libre comercio (TTIP, CETA, TISA), propone acabar con la independencia del Banco Central Europeo, devaluar el euro y poner en marcha un “proteccionismo solidario”, así como también llevar a cabo un referéndum de permanencia sobre una UE reformada, eso sí, a partir de la visión del propio Mélenchon.
Por su parte, el candidato socialista, Benoît Hamon, no le ha prestado demasiado atención a la política europea hasta la fecha. De hecho, si nos fijamos en su web, lo único que cuenta al respecto es que presentó el 28 de marzo su proyecto europeo en Berlín, que se caracterizaba por una convergencia de intereses sobre la defensa y la energía con los socios alemanes, mientras que existía una divergencia clara en materia económica y las políticas de austeridad (con Merkel, no con Schulz). Aparte de esto, Hamon apoya la creación de un parlamento para la eurozona y ha mostrado su hostilidad a posibles injerencias de la Comisión en relación a su programa de empleo.
También François Fillon, el candidato del Partido Republicano, considera importante que la UE avance en su política de defensa y seguridad. No obstante, no parte de una visión particularmente europeísta. Más bien, si por algo se ha caracterizado es por su apuesta por la soberanía y el intergubernamentalismo (en detrimento del método comunitario), al tiempo que considera absolutamente esencial el reforzamiento del eje franco-alemán, pero desde una fortaleza recuperada de Francia (que lograría a través de reformas estructurales, según argumenta Fillon, como vemos en el programa electoral que presenta). Además, y en el ámbito de la política exterior de la UE, es partidario de una política de apaciguamiento respecto a Rusia (aunque no al nivel de Le Pen).
En último lugar está Emmanuel Macron, candidato del movimiento “En Marche!”. Macron, anterior Ministro de Economía en la presidencia de Hollande, propone en su programa, donde dedica un apartado a la UE que lleva por título “Una Europa protectora y a la altura de nuestras expectativas”, un presupuesto para la zona euro votado por un parlamento de la zona euro y la creación del puesto de ministro de Economía y Finanzas. También propone luchar contra el dumping fiscal, generalizar el Erasmus, dar pasos en la Europa de la defensa o crear convenciones ciudadanas por toda Europa a partir de finales de 2017 para incrementar la legitimidad del proyecto. Macron es el único de los candidatos que loa públicamente el proyecto comunitario y que defiende la necesidad de que Europa sea mucho más fuerte de lo que es ahora.
Las visiones respecto a la política europea de los principales candidatos a la Presidencia de la República francesa son bien distintas. Los últimos sondeos apuntan a que serían Marine Le Pen y Emmanuel Macron quienes pasen a segunda vuelta, siendo sus posiciones respecto a la UE las más extremas de entre los distintos candidatos. Le Pen culpa a la Unión Europea, a la globalización y a la inmigración de todos los males que sufre Francia en la actualidad, considerando que la respuesta está en volver a las fronteras nacionales. Por su parte, Macron, tiene un discurso mucho más cosmopolita y defensor de una sociedad abierta al mundo. Por vez primera nos encontramos con que en las elecciones presidenciales francesas uno de los principales ejes de conflicto será el posicionamiento respecto de la UE. Por ello, del resultado electoral dependerá no solo el futuro de Francia, sino el del propio proyecto comunitario, que se encuentra en plena redefinición.