El año 2012 ha sido el de la confirmación del giro estratégico de EEUU hacia Asia. Detrás hay tres factores esenciales: (1) la ascensión de la región de Asia-Pacífico como motor del crecimiento económico global, que ha pedido un mayor compromiso de EEUU; (2) el final de la presencia militar norteamericana en Irak y próximamente en Afganistán, que dan la oportunidad a Washington de redirigir sus recursos; y (3) la modernización de la defensa por parte del gobierno de la República Popular China, que ha modificado el equilibrio de poder en la región.
No ha sido un movimiento inesperado sino una consecuencia de la extensión y de la evolución de la política exterior norteamericana hacia la región en los últimos años. Pero a pesar de la incuestionable importancia de Asia-Pacífico, y del protagonismo de China, parece que la opinión pública de EEUU empieza a tener ciertas dudas sobre ella. Así se deduce del último informe de Transatlantic Trends –un instrumento indispensable para entender las tendencias de la opinión pública en Europa y en EEUU–, que refleja que la mirada de los norteamericanos ya no se dirige a Asia sino que vuelve la vista hacia Europa.
El estudio concluye que la crisis económica ha acentuado la percepción de que la UE y EEUU son recíprocamente necesarios. Más de dos tercios de los norteamericanos y de los europeos así lo afirman, creyendo indispensable la cooperación entre ambos para gestionar los problemas internacionales. Demasiados valores e intereses en común como para obviar trabajar juntos –sobre todo para franceses y alemanes– y muy por encima de lo que comparten con los asiáticos. Una relación transatlántica que por lo tanto ambos sitúan por encima de otras. Para el 61% de los europeos es la otra orilla del Atlántico la más importante para sus intereses nacionales, nueve puntos más que el año pasado; para el 55% de los norteamericanos la UE es más importante que Asia, 17 puntos más que en 2011. Sería un error interpretar este resultado como una tendencia a largo plazo, pero el cambio en la opinión pública de EEUU supone una vuelta a las actitudes registradas en 2004, cuando la mayoría de los encuestados (54%) veía a los países europeos más importantes para sus intereses vitales que los países asiáticos. Uno de los motivos puede ser la percepción, cada vez más acentuada, de China como amenaza económica y militar.
Las conclusiones del Transatlantic Trends 2012, sin embargo, difieren de otro reciente estudio que no refleja ese cambio de tendencia, sino que reafirma que Asia (52%) es más importante que Europa (47%), y que su importancia va en aumento. ¿Por qué? Por su poder de desarrollo económico y por sus avances tecnológicos, que los norteamericanos sitúan en importancia por encima de los tradicionales lazos económicos, históricos y culturales que mantienen con los europeos.
Parece evidente que las visiones sobre Asia están muy mezcladas, y sobre todo muy condicionadas por la percepción que se tiene de China. Pero en cualquier caso son importantes de cara a la campaña electoral norteamericana. Según el Pew Research Center el público norteamericano no considera a Pekín un enemigo, pero tampoco un socio. Es un competidor, sobre todo en el ámbito económico, comercial, medioambiental y militar, y para una mayoría es de poco fiar. Así, los dos candidatos a la presidencia de EEUU están retrasmitiendo mensajes distintos y confusos sobre la futura relación con el gigante asiático. Una paradoja que refleja sus esfuerzos por reconciliar las varias visiones que existen y que parecen excluyentes: por un lado, atraer a aquellos que temen la emergencia de China, sobre todo en términos de puestos de trabajo; por otro lado, la mayoría de los expertos avisan de que, gane quien gane, hay que llevar a cabo una relación constructiva con Pekín.
¿Y dónde queda Europa? Sigue siendo el aliado natural y con quien más se comparten valores. Están alineados con los norteamericanos en muchos de los asuntos internacionales como Irán, Libia y Siria, y existe un deseo mutuo de que unos y otros ejerzan un liderazgo mundial. Lo más importante es que son las opiniones públicas a ambas orillas del Atlántico las que nos lo recuerdan.
Aunque apenas se oirá hablar del viejo continente en la campaña de EEUU, está claro que en un mundo en proceso de cambio, los europeos y los norteamericanos deben reinventar su relación en la que debieran incluir, o al menos tener en cuenta, a otros socios estratégicos. No se trata de un juego de suma cero y Asia es importante, no sólo para EEUU sino que también debiera serlo para Europa.