En el nombre de Dios, el clemente, el misericordioso…
Señoras y señores:
Es un gran placer poder estar entre académicos y estudiosos tan distinguidos para discutir algunos aspectos de la política exterior de la República Islámica de Irán, prestando especial atención a los nuevos acontecimientos en Oriente Medio. Me gustaría darle las gracias al Real Instituto Elcano de España por organizar esta reunión. Mi propia experiencia académica y mi constante contacto con dicha comunidad hacen que poder intercambiar opiniones con una audiencia tan prominente hoy suponga un incentivo y una satisfacción aún mayores.
Al hablar de la política exterior de Irán y de su papel en la región, es necesario tener en cuenta una serie de puntos importantes. Entre ellos, la situación geográfica de mi país. Irán está situado en el cruce entre Oriente y Occidente y, próximo al corazón de Eurasia, es el único país que conecta el Golfo Pérsico y el Mar Caspio, dos áreas ricas en recursos energéticos. Esta realidad geográfica, unida al hecho de que Irán está rodeado de quince países en una región agitada, ha creado una situación en la que nuestro país, en su historia moderna, siempre ha tenido un papel importante en la región. Las tres grandes guerras del Golfo Pérsico, la guerra de Afganistán, la inestabilidad en el Asia occidental y la situación actual en Irak, Palestina y Líbano ponen de manifiesto que Irán está situado en un entorno precario de seguridad. Todos estos hechos sugieren también que Irán ha supuesto un factor clave para la paz y la estabilidad en la región.
Además de tener en cuenta esta situación geoestratégica, geopolítica y geoeconómica tan delicada, al tratar de entender la política exterior de Irán es necesario echar un rápido vistazo a sus valores y su identidad. Y al hablar de la identidad iraní, me refiero a su tradición de interacción, pensamiento y forma de vida, de gran antigüedad, una identidad que es básicamente el resultado de una interacción entre la civilización y la cultura persas, por un lado, y el islam, por otro.
Como nación antigua y orgullosa, el pueblo de Irán ha luchado durante más de un siglo por lograr una independencia real y establecer un sistema político basado en un delicado equilibrio entre su identidad histórica y tradicional y las exigencias de las instituciones de gobierno modernas.
En esta lucha, mientras se rechazaba cualquier dominación extranjera, los objetivos han sido la justicia, la libertad y la independencia. Durante todo ese período, el islam ha tenido un papel destacado y, al mismo tiempo, la libertad y la independencia han constituido el otro gran objetivo del pueblo. Y sin embargo, hasta 1979 nadie ideó realmente un sistema político que pudiera reemplazar el statu quo y garantizar la consecución de esos objetivos.
De hecho, la Revolución Islámica introdujo por primera vez un sistema político, la República Islámica, en respuesta a una prolongada crisis en la sociedad iraní. De ahí que lo que está sucediendo actualmente y las decisiones que se han tomado en Irán tengan que entenderse dentro de ese contexto.
La sensibilidad de Irán con respecto a su independencia y rechazo de la hegemonía puede comprenderse examinando este trasfondo de tendencias revolucionarias. Además, la revolución iraní ha introducido un sistema político en el que las decisiones en política exterior se adoptan mediante un proceso de debate entre diversas elites y órganos de gobierno, y aquí me gustaría subrayar que en este proceso resulta de gran importancia el logro de un consenso. Me gustaría añadir también que un cuarto de siglo de experiencia ha aportado gran riqueza a los órganos decisión de la política exterior iraní con respecto a la gestión de retos y crisis.
Teniendo en cuenta esta situación política estratégica en la región y la situación interna de Irán, afirmo con determinación que los principios de la política exterior iraní, especialmente de cara a la región, son el multilateralismo, el fomento de la confianza y la formación de capacidad en la región. Estos principios reflejan nuestras políticas de distensión, coexistencia pacífica, “descontención” y participación activa. Estos objetivos se han perseguido también a través de las ideas de justicia entre naciones y Estados (es decir, justicia para todos), un diálogo serio y una coalición para la paz.
Señoras y señores:
Centrémonos ahora en la postura de Irán con respecto a los problemas regionales, de los cuales el más significativo es la situación actual en Oriente Medio, fundamentalmente en Irak, Afganistán, Líbano y Palestina. Irán ha anunciado en repetidas ocasiones que cualquier guerra e intervención extranjera provocaría una situación difícil. Por ello, ha condenado la acción unilateral emprendida en la región e insta a que las fuerzas de ocupación se retiren cuanto antes. Creo que ha llegado el momento de que las fuerzas extranjeras abandonen Irak, a la mayor brevedad posible, para lo cual debería fijarse un calendario de retirada. A pesar de lo que algunos piensan, dicha retirada podría contribuir a una mayor seguridad en dicho país.
Aunque Irán confiere gran importancia a la integridad territorial de Irak, le preocupa gravemente la escalada de la inseguridad y los enfrentamientos en ese país. Por desgracia, las fuerzas extranjeras persiguen sus propios objetivos en vez de proporcionar paz y seguridad al pueblo iraquí. De hecho, son responsables de la dura situación a la que se ve sometido ese pueblo. Entre los principales problemas a los que éste debe enfrentarse se encuentra un incremento de la violencia, los actos de terrorismo y la violación de la santidad de lugares sagrados, el secuestro de funcionarios iraquíes y diplomáticos extranjeros. Todos estos problemas se ven agravados cada día que pasa por la presencia extranjera en el país.
La República Islámica de Irán opina que la responsabilidad de las cuestiones de seguridad iraquíes debería traspasarse lo antes posible al Gobierno elegido democráticamente, y que el pueblo iraquí debería encargarse él mismo de esas cuestiones. Irán considera que las fuerzas y el Gobierno iraquíes podrían asegurar la paz y la estabilidad en el país a través de los esfuerzos de todos los grupos políticos tribales.
Me gustaría subrayar, que desde que el fin de la dictadura iraquí, Irán ha tratado continuamente de aportar estabilidad a Irak mediante interacciones a nivel bilateral, regional e internacional. Así, con vistas a aportar estabilidad y seguridad ese país, Irán ha participado activamente en consultas organizadas con los vecinos de Irak más Egipto.
Aprovecho la oportunidad para reiterar que para alcanzar una situación de paz y seguridad en el conjunto de la delicada región de Oriente Medio y el Golfo Pérsico no basta con que haya paz y seguridad en Irak. El que se hayan producido cuatro guerras en la región en menos de treinta años constituye el mejor motivo para adoptar una nueva estrategia de seguridad basada en la ausencia de fuerzas extranjeras y en la cooperación con todos los Estados de la región.
Por ello, consideramos que ha llegado el momento de que todos los países de la región del Golfo Pérsico adopten medidas concretas para restaurar la seguridad en la región de forma colectiva.
En este orden de ideas, la República Islámica de Irán ha propuesto planes para la celebración de acuerdos en materia de seguridad en el Golfo Pérsico sobre la base de la cooperación de todos sus Estados ribereños. A este respecto me gustaría mencionar que la firma de un acuerdo histórico en materia de seguridad entre Irán y Arabia Saudí, y su positiva repercusión, puede citarse como ejemplo de una cooperación que contribuye a la seguridad y el bienestar económico de toda la región.
Distinguidos participantes:
Permítanme también decir unas palabras, muy breves, acerca de otra crisis en Oriente Medio, habida cuenta de los acontecimientos recientes.
Es una amarga realidad que Oriente Medio, al igual que el resto del mundo, carece de un principio rector aceptable, lo que ha llevado a una anarquía y una confusión moral profundas, algo que ha quedado de manifiesto en la reciente agresión sufrida por Líbano y los acontecimientos que se suceden día tras día en Palestina. De hecho, lo que observamos con horror e indignación fue cómo se exacerbaban a diario dos casos de agresión flagrante y premeditada y los múltiples crímenes de guerra que perpetra el régimen israelí contra los pueblos palestino y libanés con pretextos absurdos y que conocemos demasiado bien.
No obstante, si la historia nos puede servir de guía, aun cuando el agresor pueda destruir edificios e infraestructuras, matar a civiles y tomar como rehenes a sus representantes electos, no podrá intimidar a los pueblos libanés y palestino para que se sometan ni acabar con sus deseos de vivir libres de la ocupación y el terror, ni tampoco con la esperanza de los refugiados de regresar algún día a sus hogares. De hecho, la experiencia demuestra que esas matanzas fortalecen, no debilitan, la determinación del pueblo a resistir a la agresión, la ocupación, la intimidación y el terror.
El castigo colectivo brutal que sufren ahora los pueblos libanés y palestino lleva la marca de la agresión israelí. Los pueblos de la región han vivido una y otra vez ese tipo de agresión en los últimos decenios.
Unas operaciones tan amplias no podrían haberse efectuado si no se hubieran planificado de antemano, si no se hubieran coordinado previamente con la potencia que los apoya y si no hubieran recibido la luz verde necesaria. El rechazo conjunto de todas las peticiones de un alto el fuego es una nueva prueba de ello.
Lamentablemente, a pesar de todas esas realidades, la posición actual del Gobierno de EEUU no sólo es la culminación, sino también el punto álgido, de un apoyo incondicional a las agresiones israelíes contra los pueblos musulmanes y árabes de la región que ha llevado, entre otras cosas, a recurrir al veto en 31 ocasiones y a apoyar a Israel cuando no acataba las resoluciones que no eran vetadas por EEUU.
Hay un consenso general entre los pueblos de la región en torno a que, por desgracia, la agresión sionista contra el Líbano y su mantenimiento durante más de un mes siguen la línea de las erróneas políticas estadounidenses en la región (es decir, el amplio Oriente Medio). En otras palabras, Israel ha pretendido lograr sus objetivos llevando a cabo operaciones militares en el Líbano, destruyendo el país y matando a civiles.
Respetada audiencia:
Hablo en nombre de un país que cuenta con la mayor población de judíos de Oriente Medio, los cuales han vivido durante tres mil años en paz y prosperidad en Irán, sin experimentar ni un sólo día nada parecido a lo que han tenido que experimentar en algunos países europeos a lo largo de su historia moderna. De hecho, el antisemitismo no es en absoluto un fenómeno de Oriente. De forma que, cuando hablo del régimen sionista, me estoy refiriendo a una ideología política racista que se encuentra en el origen de la inestabilidad en nuestra región y que no guarda relación alguna con la naturaleza o la lógica de una gran religión divina como es el judaísmo.
De cualquier manera, y aun teniendo debidamente en cuenta los aspectos concretos de la interdependencia entre las cuestiones regionales y el destino del mundo, la República Islámica de Irán considera que la solución de los problemas regionales, y principalmente del problema de Palestina, ha dejado de ser una prioridad regional para convertirse en una necesidad urgente para la paz y la seguridad internacionales y el mundo entero. Tristemente, en la actualidad la ocupación de Palestina sigue siendo, en la conciencia de la gente, un centro de gravedad de la injusticia institucionalizada, y hasta que no se resuelva esta cuestión, sobre la base de los principios de la justicia, la paz y la seguridad internacionales permanecerán en un estado de constante inestabilidad. Es precisamente por ese motivo por el que Irán ha propuesto una solución democrática basada en el voto de todos los palestinos, independientemente de su origen étnico o religioso.
Señoras y señores:
La República Islámica de Irán, consciente de su especial posición, muestra un profundo compromiso de cara a sus responsabilidades en la configuración no sólo de una región mejor sino también de un mundo mejor. Por ello, habiendo entendido el peligro que representa la ausencia de un principio rector sistemático aceptable, a la hora de hacer frente a los problemas a los que en la actualidad se enfrenta la región, Irán considera que el único principio rector que proporciona respuestas a las exigencias de la sociedad humana es el principio de justicia entre naciones y Estados, es decir, de una justicia para todos.
El principal motivo de la incoherencia sistemática actual es la existencia de una injusticia y unos prejuicios institucionalizados que sólo favorecen a un puñado de países. En este sentido, la propuesta iraní de justicia entre naciones respalda la paz y una justicia duradera a nivel mundial.
Y precisamente teniendo en cuenta este principio rector sistemático, Irán, como miembro influyente del conjunto de la sociedad islámica, advirtiendo de la postura carente de equilibrio y plena de desigualdades que determinados países occidentales han adoptado con respecto a los países islámicos y prestando debida atención al despertar y la profunda conciencia de sí mismo que el mundo musulmán ha empezado a experimentar y que nadie puede pasar por alto (y que, ciertamente, ha puesto de manifiesto la nueva relación entre Oriente y Occidente), afrontando los ideales de cohabitación y coexistencia pacíficas y comprometido así con una paz duradera, no se considera una amenaza para ningún otro país. Irán ha tomado la firme decisión de no iniciar agresión alguna, ni siquiera contra aquéllos que conciben su existencia en términos de enemistad con otros. De hecho, Irán no ha invadido ningún otro país en los últimos siglos y está decidido a no ser nunca quien inicie un conflicto en el futuro.
En esta línea, Irán considera que ha llegado el momento de abandonar el uso de la fuerza y el poder militar y por eso propone entablar negociaciones serias (que deberían dar cabida a todas las partes) para solucionar los problemas regionales e internacionales, con lo cual está comprometido. Personalmente, tengo la esperanza que una vez que se entienda que la política de poder en su sentido tradicional no tiene capacidad alguna (el principal motivo de su fracaso es ciertamente que sus principios no se ajustan a los indicadores más obvios de la justicia), se impulsen medidas colectivas para poner fin al uso ciego de la fuerza física y crear así un nuevo mundo basado en la justicia y el diálogo. Creo sinceramente que la única opción que queda sobre la mesa es una negociación seria.
Por último, me gustaría concluir este repaso regional de nuestra política exterior diciendo sencillamente que Irán constituye el bastión de estabilidad en la región que se extiende desde el Mar Caspio hasta el Golfo Pérsico y sus alrededores. Las pacíficas políticas de Irán y su contribución a la estabilidad regional repercuten positivamente en el conjunto de la región vecina, cuya paz, estabilidad y prosperidad son de interés tanto para Irán como para España. Muchas gracias.