Ayman al Zawahiri es el nuevo líder de Al Qaeda, tras la muerte de Osama bin Laden el pasado 2 de mayo en Abbottabad, al ser abatido por unidades especiales de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, ¿qué supone su designación?
En primer lugar, ninguna sorpresa. Pese a algunas noticias que habían circulado tras la muerte de Osama bin Laden, lo que sabemos del procedimiento establecido por al-Qaeda desde prácticamente sus inicios para la sucesión de Osama bin Laden, en el caso de que falleciese o fuese detenido, fija que el segundo en la jerarquía de mando estaba destinado a reemplazarlo, aunque ello obligaba a cumplir con una serie de formalidades previstas por la estructura terrorista en su reglamentación interna. En segundo lugar, por ello mismo, que Ayman al Zawahiri sustituta a Osama bin Laden como emir o jefe supremo de al-Qaeda denota asimismo continuidad con la trayectoria previa de esta estructura terrorista, tanto en términos de estrategia como de agenda. Conviene recordar que Ayman al Zawahiri venía de hecho ejerciendo como el verdadero estratega de al-Qaeda y del yihadismo global en su conjunto desde hace años, si bien la evidencia extraída en Abbottabad pone de manifiesto que su desempeño estaba claramente subordinado a las directrices de Osama bin Laden, con quien mantenía reuniones con cierta frecuencia. Así pues, que Ayman al Zawahiri se convierta en el líder de al-Qaeda es lo que se preveía e implica continuidad al mando de esta estructura terrorista. Pero esa misma evidencia obtenida en el recinto de Abbottabad donde se escondía Osama bin Laden, así como las declaraciones de terroristas detenidos, sugieren que la suerte del nuevo emir egipcio de al-Qaeda podría terminar siendo similar a la de su antecesor.
¿Qué sabemos de Ayman al Zawahiri que nos permita interpretar algo más su papel como nuevo líder de al-Qaeda? ¿Quién es Ayman al Zawahiri? ¿De dónde procede y cuáles son sus antecedentes terroristas, en pocas palabras?
En pocas palabras, Ayman al Zawahiri es un individuo de origen egipcio, en estos momentos casi sexagenario, nacido en el seno una familia notable de su país y crecido en un hogar socioeconómicamente privilegiado respecto a su entorno local y nacional. Cuenta con estudios universitarios en Medicina y Cirugía. Sin embargo, siendo prácticamente un adolescente se radicalizó en sus creencias religiosas islámicas, adoptando las propias de una corriente salafista politizada y violenta, entonces dirigida sobre todo contra las autoridades egipcias. Tras algunas otras implicaciones previas, formó parte de un grupo armado egipcio llamado Yihad Islámica, que se asoció con al-Qaeda en 1998 para finalmente fusionarse con la misma en 2001, antes de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington. Pese a su evolución terrorista, Ayman al Zawahiri no cuenta con el carisma de Osama bin Laden entre los miembros y allegados de al-Qaeda. No cuenta con la aureola de combatiente en Afganistán de que disfrutaba su antecesor al frente de esa estructura terrorista, incluso ha sido cuestionado por haber delatado en el pasado a numerosos yihadistas correligionarios suyos que fueron posteriormente encarcelados por las fuerzas de seguridad egipcias y desenvuelve peor en el terreno de la propaganda audiovisual. lo que es posible incida negativamente, a corto o medio plazo, tanto sobre la cohesión interna de esta estructura terrorista como sobre su capacidad para movilizar recursos y mantener la centralidad que hasta ahora tiene en la urdimbre del terrorismo global.
Pero, ¿en qué medida puede influir el nuevo liderazgo de Ayman al Zawahiri sobre el actual terrorismo global? ¿Qué cambios pueden preverse al respecto? ¿Pueden varias los objetivos y los blancos del terrorismo yihadista, por ejemplo?
Difícilmente van a producirse alteraciones en los objetivos y blancos del terrorismo yihadista con el nuevo emir o jefe supemo de al-Qaeda. Ayman al Zawahiri ha coincidido con Osama bin Laden en plantear como objetivos de la yihad global, por una parte, el menoscabo de Occidente en general y de Estados Unidos en particular –en noviembre de 2005, Ayman al Zawahiri equiparó los atentados de Nueva York y Washington, Madrid y Londres, como batallas “en suelo enemigo”–. Y, por otra, la instauración de dominios islamistas radicales en países del mundo islámico, ambos fines intermedios orientados en última instancia, al menos de acuerdo con la retórica de al-Qaeda, a la reinstauración de un califato panislámico. Los blancos principales de los atentados en los que al-Qaeda intervenga de uno u otro modo van a seguir estando preferentemente relacionados con ciudadanos e intereses occidentales, al igual que con personas e intereses de los regímenes árabes a cuyos mandatarios ha calificado reiteradamente de tiranos, apóstatas y traidores. Ayman al Zawahiri intentará que al-Qaeda obtenga beneficio de la inestabilidad y el desorden en que puedan derivar, en algún caso, los cambios y expresiones de antagonismo manifiesto que están teniendo lugar en el mundo árabe, especialmente en su país de origen, Egipto. Pero también es posible que entronque aún más el directorio de al-Qaeda con los correspondientes a las extensiones territoriales de la misma en Irak y el Magreb, tratando de revalorar este último ámbito como foco de amenaza para la Europa meridional.