Pese a sus felicitaciones oficiales, un liderazgo colectivo europeo dominado por conservadores hubiera preferido ver entrar al laborista Ed Miliband en el nº 10 de Downing Street. Puede parecer una paradoja, pero no lo es. Hay poca confianza en David Cameron. Primero metió a Escocia en un referéndum sobre la independencia que puso en vilo a gran parte de Europa. Los dirigentes europeos van a volver a temblar ante un referéndum de salida británica (Brexit) de la UE. Aunque los nacionalistas del SNP perdieran su referéndum (por los pelos y gracias a promesas de cesión de competencias que ahora Cameron tiene que cumplir) su efecto es que este partido domina hoy completamente el panorama político escocés. En las elecciones británicas del pasado jueves se llevaron 56 de un total de 59 escaños en la región (cuando sólo obtuvieron seis en 2010).
Tras la desaparición de los conservadores de allí desde la era Thatcher (sólo un escaño, como los liberales) ahora son los laboristas los que, conservando también un única circunscripción en Escocia, han sido barridos de lo que había sido uno de sus feudos durante los últimos 20 años (ganaron 41 escaños en 2010). Con lo que vuelve la perspectiva de una ruptura, o al menos separación profunda, del Reino Unido. Más aún cuando son los conservadores los que no quieren dejar a los diputados escoceses votar en el Parlamento de Westminster sobre asuntos que sólo atañen a Inglaterra (que no tiene autonomía).
La cuestión Escocia estará ahí en los próximos años. Agravada por el tema que genera la desconfianza del resto de la UE en Cameron: su promesa de un referéndum en 2017 (aunque se puede retrasar) sobre la salida británica de la Unión. Los escoceses son más pro-UE que los ingleses, lo que contribuirá a la ruptura, al break it, si se abre la perspectiva de un Brexit. Esta cuestión del Brexit y el break it va a dominar en el Reino Unido en la próxima legislatura. Y, aunque no pertenezca a la Eurozona, también lo hará en una UE que tiene otras muchas prioridades que afrontar.
El país ha salido más antieuropeo de las elecciones (aunque no fuera un tema central). Puede que el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) sólo haya obtenido un escaño debido a un sistema electoral cruel pero efectivo. Pero ha llegado segundo en numerosas circunscripciones y ha conseguido sumar un 12,6% del voto total, un swing de casi 10 puntos. Más allá de este resultado, su discurso ha contaminado toda la política británica en términos anti-europeos y anti-inmigración. Cameron ha ganado, pero tendrá una bancada conservadora muy euroescéptica que ya le ha forzado a la promesa de un referéndum que puede llevar a una salida de la UE. Y ya no contará a su lado el factor moderador europeísta de su anterior socio de gobierno, un Partido Liberal-Demócrata que ha pinchado estrepitosamente en las urnas.
Salvo en la cuestión migratoria, el problema antieuropeo está más en el Partido Conservador que en la propia sociedad. Los últimos sondeos reflejan una mayoría de ciudadanos británicos a favor de seguir en una UE, pero una Unión venida a menos, que haya repatriado competencias de Bruselas a Londres. La distancia entre los pro y los anti no es enorme, y hay que recordar la dinámica en la que entró el referéndum escocés. El apoyo a un referéndum sobre la UE ha caído. Pero lo habrá. Cameron se ha comprometido a hacer campaña en favor de la permanencia, pero también a conseguir una jibarización de la UE, al menos para el Reino Unido. Hoy por hoy, el resto de los Estados miembros no está en condiciones de concedérsela, pues nadie quiere reformar los tratados –podría conllevar algunos refrendos nacionales– antes de, como pronto, 2019. Tampoco hay que creer que la UE (otra cosa es la Eurozona) quiera avanzar mucho más en su integración.
Está por ver lo que hará el resto de la UE cuando se acerque la hora de la verdad, pues es consciente de que sin el Reino Unido la Unión perdería peso internacional, militar e incluso económico y financiero. Aunque sea desde fuera de la Unión Monetaria, la City de Londres es el centro financiero del euro.
Un Reino Unido más frágil en una Europa más frágil: se abren malas perspectivas puramente políticas para Europa cuando finalmente ha entrado en una senda de crecimiento económico. No es solo que el triunfo de Cameron comprometa el futuro del Reino Unido en la UE. Es que compromete al futuro de la UE. En esta Europa, cuando se reduce el riesgo económico, aumenta el político.