Aunque mejora, Europa anda corta de unicornios. Así se denominan –porque eran como el mito, animales raros y escasos– las startups (empresas incipientes) tecnológicas que han aumentado rápidamente su valor en más de 1.000 millones de dólares en base a captación de capitales (fundraising). Son ahora más, en un mundo dominado por EEUU, sobre todo Silicon Valley, y al que aspiran los europeos, con ayuda del Mercado Único Digital que impulsa la Comisión Europea. Aunque sea el mismo término, no es seguro que corresponda a la misma idea que tiene en mente Eric Schmidt, el presidente ejecutivo de Google, cuando lo utilizó en junio pasado. Pues tras el proyecto europeo hay un cierto proteccionismo, en varias formas e impulsado sobre todo por Alemania y Francia, del que se ha quejado públicamente Obama, y que puede ser uno de los puntos conflictivos en la negociación del TTIP (Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones).
En enero pasado la revista Fortune, que lanzó el tema de “la era de los unicornios”, publicó una lista de estas empresas, actualizada en mayo. La primera es china (Xiaomi, de electrónica de consumo) y la segunda de EEUU (la famosa Uber, de transportes). La primera empresa europea en una lista de algo más de un centenar dominada por estadounidenses (y en segundo lugar, chinas) sólo aparece en el puesto 12, y es la sueca Spotify, de música en streaming, que a menudo se compara en posibilidades a Google o a Facebook. Hay alguna más europea, pero muy pocas.
Otro estudio del banco inversor GP Bullhound (“Unicornios europeos: ¿Tienen piernas?”) refleja una imagen mucho más positiva. Señala que en Europa, en un año, desde abril de 2014, han surgido 13 unicornios. Sobre todo porque han sido capaces de atraer más capital, casi el doble que un año antes, y porque empieza a haber startups tecnológicas significativas que se abren paso desde el Viejo Continente. Siempre Spotify a la cabeza pero también otras como Rocket Internet o Ve Interactive. Spotify, además, no se deja comprar. A diferencia de otros ejemplos como Mojand (sueca, fabricante de Minecraft, vendida a a Microsoft por 2.500 millones de dólares), o en 2011 de Skype (llamadas por videos), otro invento europeo vendido a la americana eBay.
Por países, Reino Unido está a la cabeza a la cabeza de este tipo de empresas, seguido, con diferencia, de Suecia, Alemania y Rusia (España no está entre las diez primeras). Ayuda la concentración, los clusters, tecnológicos que se están generando en Londres, Berlín o Estocolmo, emulando, aunque aún de lejos, a Silicon Valley. Este ecosistema todavía deja mucho que desear en Europa. Construirlo, por medio de infraestructuras, es uno de los retos que tiene la UE.
Europa no ha podido producir un Google ni un Facebook europeo (China, sí; otros países autoritarios también), pero se defiende de ellos desde la defensa de la competencia. Aunque, como cita el Financial Times, algunos inversores y emprendedores creen que Europa podría producir pronto su primer gigante tecnológico independiente (¿siempre Spotify?). Quizás el ecosistema europeo llame a otras salidas.
Hay esfuerzos en marcha. También en un país como España. Google ha abierto un Campus de innovación, de startups, en Madrid, el cuarto de la compañía en el mundo tras Londres, Tel Aviv y Seúl. Telefónica tiene el suyo. Y otras grandes empresas españolas también están detrás de impulsos similares de incubadoras y aceleradoras. Aunque falta cambiar muchas otras cosas en este país (incentivos fiscales, tratamiento de las stock options u opciones de acciones, inversión pública y privada en I+D, impulso al capital riesgo, etc.). Sin embargo, en este terreno las cosas pueden cambiar muy rápidamente. Como muestra la multiplicación de los unicornios en Europa, que no auténticamente pan-europeos. ¿Para cuándo unicornios españoles? Puede que antes de lo que nos imaginamos. Hay algunos prometedores.