En Osaka, con el encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping y la propia reunión de líderes del G20, se ha evitado una catástrofe, pero varias espadas de Damocles penden sobre un mundo que se está revelando más fragmentado, y no sólo por la confrontación entre EEUU y China. De momento, Trump suspende algunas sanciones tecnológicas (Huawei) y no impondrá nuevos aranceles a China mientras ambos países negocian, pero mantiene los que ya decretó antes. Al menos el 5G no paralizó el G20. Otros factores jugaron. Pero algo se ha roto entre las dos potencias. Pekín ha dejado de fiarse de EEUU y avanzará hacia una menor dependencia tecnológica en la aún mayor superpotencia en este terreno. Como indicó Alicia García Herrero en un reciente Debate Elcano, “China ha despertado al hegemón, y el hegemón ha despertado a China”.
El G20 –que en 2008-2009 se convirtió en una instancia crítica de coordinación de políticas fiscales y económicas, junto a la labor conjunta de los gobernadores de los principales bancos centrales– ha perdido efectividad. Los mandatarios, en su comunicado de Osaka, advierten de los riesgos en que se encuentra la economía global, llevada hacia la cuesta abajo, pero hacen poco para remediarlo. A diferencia de cuando empezaron estas cumbres, los intereses nacionales o regionales son ahora dispares.
El Grupo, como marco de debate, sigue siendo importante, en sus cumbres, en las ministeriales en sus distintos foros y en los procesos de elaboración de unos comunicados que van abriendo nuevos terrenos y generando una cultura común. Por ejemplo, en el caso de esta presidencia japonesa, en materia del impacto del envejecimiento de muchas poblaciones, o los llamamientos (otra cosa son las políticas) para que la revolución tecnológica en curso favorezca el progreso, la inclusividad y la consecución de trabajos decentes, lo que los japoneses llaman la Sociedad 5.0. El problema de la desigualdad se ha hecho global.
En materia medioambiental y de lucha contra el cambio climático, es importante que todos, salvo EEUU con su párrafo especial, hayan apoyado la “irreversibilidad” del Acuerdo de París. Trump, en su párrafo del comunicado, sigue manteniendo que se retiró de él “por sus desventajas para los trabajadores y contribuyentes estadounidenses”. El acuerdo puede avanzar sin EEUU, aunque con apoyo de muchos actores (ciudades, Estados, etc.) de ese país.
En materia comercial, las guerras siguen, aunque con un lenguaje más suave, pues todos los líderes se declaran partidarios de impulsar un “entorno de comercio e inversiones libre, equitativo, no discriminatorio, transparente, predecible y estable”, y “mantener nuestros mercados abiertos”, aunque con demasiadas incertidumbres. Estas palabras pueden cobrar significados bien distintos según quién las interprete. Un punto de encuentro entre Trump y el resto del mundo puede ser una reforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se está haciendo esperar, aunque a este respecto no se trate del resto del mundo contra EEUU, porque Europa y China, entre otros, también tienen puntos de vista dispares.
Pero mientras en Osaka se eludía la cuestión del comercio, en el mundo se daban otros pasos, como el acuerdo anunciado paralelamente entre la UE y Mercosur, que llevaba 20 años negociándose por los costes que implicaba para algunos sectores. España lo ha impulsado de forma decisiva. También es una reacción frente al proteccionismo de Trump. Y si se suman los recientes acuerdos entre la UE y Canadá y Japón, o el hecho de que Tokio haya sabido rescatar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP en inglés, del que también se retiró Trump), se puede decir que, en mitad de la tormenta, hay elementos estabilizadores.
El G20 trata temas que no existían hace una década. Uno de los que ha impulsado Japón es el de plantear un flujo mundial, “con confianza” de “datos, información, ideas y conocimientos”, lo que está en la base de la inteligencia artificial y de la actual economía global digitalizada. Pero, por una parte, no será un flujo necesariamente libre. Por otra, India, junto a Sudáfrica e Indonesia, se han negado a apoyar el lanzamiento del Osaka Track, un marco para promover este flujo de datos a través de las fronteras, que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, lanzó al inicio de la cumbre de los líderes. Internet también se compartimentaliza. En materia de datos, la UE, e incluso sus Estados miembros internamente, están muy lejos de formar una unidad en muchos aspectos. La revolución tecnológica, que parecía que iba a aplanar el mundo con sus flujos de datos, tiene su orografía y sus muros. La fragmentación del mundo también es cuestión de bits.