¿Por qué se suceden las huelgas en el sector público egipcio?
El mercado de trabajo egipcio, como el de otros países árabes, se caracteriza por un débil sector privado y un crecimiento desmesurado del sector público, que se ha utilizado tradicionalmente por los gobernantes para comprar apoyo político. Así, en Egipto, el 25% de los empleados lo son en el sector público, el 30% si se añade a los que trabajan en empresas públicas. Esta abundancia de empleo público en una economía en desarrollo sólo es sostenible con salarios muy bajos, a menudo rondando los 100 euros, que los empleados necesitan “redondear” compatibilizándolos con otros empleos en la economía informal (ausentándose a menudo de su trabajo oficial) o bien practicando diversas formas de corrupción desde el ejercicio de su función pública. La corrupción de la policía, por ejemplo, es vox populi en Egipto, y su reciente protesta en demanda de mejoras salariales se ha encontrado con el disgusto de otros manifestantes que desean una administración limpia.
¿Puede Egipto combatir su corrupción?
La corrupción, uno de los principales motivos de queja de los manifestantes egipcios, resulta más difícil de errradicar que un dictador. Exigiría, entre otras cosas, una disminución y racionalización de la plantilla del Estado egipcio, lo que permitiría pagar sueldos dignos al personal realmente necesario. Pero una decisión tan impopular como ésta no puede tomarse sin crear conflictos sociales y políticos, especialmente cuando el sector privado no es capaz de crear empleo suficiente para absorber las nuevas y numerosas generaciones de jóvenes que se incorporan cada año al mercado de trabajo
La legitimidad de la corrupción se extiende en los Estados de arriba abajo, de forma que los grandes robos de los más poderosos justifican moralmente las corruptelas de los empleados de menor poder. El derrocamieto de Mubarak y, si se produce, su enjuiciamento por delitos relacionados con esa corrupción que le ha permito acumular un gran capital, envía un mensaje de ruptura esperanzador sobre las posibilidades de una Administración Pública limpia. Pero tras ese primer paso necesario quedarán muchos más, difíciles y perturbadores.