Egipto es un actor importante en el mercado mundial del gas natural, con más del 2% de la producción y las exportaciones mundiales, y más del 1% de las reservas probadas. También es un suministrador estratégico para Europa y para España. Los principales compradores de gas egipcio son los EEUU y España. Por detrás de ellos se sitúa el mercado sub-regional (Jordania, Israel, Siria) y, con menor peso, otros mercados europeos como Francia o Reino Unido. Para España, Egipto representó en el último año cerca del 8% de las importaciones de gas natural, siendo su tercer proveedor en el Norte de África y Oriente Medio tras Argelia y Qatar.
El rápido desarrollo del sector egipcio del gas durante la última década ha visto limitada la exportación por el fuerte aumento de la demanda interna, cuyo crecimiento se explica por la demografía, la urbanización y la modernización del país. El gobierno egipcio ha mantenido para el gas la denominada política de los tres tercios: un tercio para cubrir las necesidades domésticas, otro para la exportación, y el último para las generaciones futuras. Para ello, ha intentado atraer inversiones extranjeras para modernizar y desarrollar todos los segmentos del sector gasista, desde la producción y exploración hasta la comercialización y distribución (Gas Natural Fenosa dispone de una planta de licuefacción de gas en el país).
Ya antes del derrocamiento de Mubarak existían presiones populares en contra de aumentar las exportaciones de gas y a favor de redirigir la producción hacia el mercado doméstico. Las presiones han sido especialmente intensas para las exportaciones hacia Israel. Uno de los aspectos que más malestar interno levanta es la queja de que los precios estipulados en los contratos son demasiado bajos, especialmente con Israel, pero también con Jordania y Siria. El gasoducto que atraviesa el Sinaí ha sido objeto de sabotajes atribuidos a las tribus beduinas de la Península, donde los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad son frecuentes. En febrero, una explosión en el gasoducto cortó las exportaciones a Israel y Jordania cerca de un mes. La terminal de al-Sabil, cerca de Israel, fue atacada a finales de abril, forzando de nuevo el cierre del gasoducto.
En los últimos años se ha paralizado la firma de nuevos contratos, retrasando los planes del gobierno para desarrollar la exportación y la exploración, especialmente en zonas offshore, más prometedoras pero donde las inversiones necesarias son mayores. A finales de abril, el nuevo gobierno ordenó una revisión de los precios negociados en los contratos, aunque todavía no se conoce el alcance de la medida. Una semana antes la Fiscalía General había ordenado la detención del ex-ministro del Petróleo por facilitar la exportación de gas a Israel a precios inferiores a los de los mercados internacionales. Además de eventuales motivaciones geopolíticas, atender a las necesidades domésticas sin contar con margen de actuación sobre los subsidios al consumo reduce a corto plazo el espacio de la política energética egipcia.
El malestar social con niveles de pobreza energética injustificables en un país con recursos de gas importantes, se acumula al que levantan las sospechas de malversación y corrupción en los contratos de exportación de gas por parte del régimen anterior. Pese a ello, las exportaciones de gas siguen siendo una de las mejores opciones del país para ayudar a financiar su transición política y apoyar el crecimiento económico del país a largo plazo. Paradójicamente, la única forma de asegurar la satisfacción de las necesidades domésticas puede ser aumentar las exportaciones, pues ambos requieren un inversiones importantes que sólo pueden acometer las compañías internacionales. Pero también serán necesarias medidas de política energética más amplias, entre ellas un mejor diseño (targeting) de los subsidios para que verdaderamente alivien la pobreza energética del país.