¿Cómo han podido llegar tan lejos? Éste es quizás el sentir de los pesos pesados y de los líderes de los grandes partidos de EEUU, el demócrata y el republicano. Trump, Sanders y Cruz no encajan o no forman parte de sus sistemas. Y, sin embargo, son los que se están disputando las candidaturas para ocupar la Casa Blanca, al menos por ahora.
La campaña ya estaba siendo una sorpresa antes de los caucus de Iowa. El aumento de las super PACS (comités de acción política que pueden recaudar una cantidad ilimitada de dinero para invertirlo en la promoción de ciertos candidatos), la creciente importancia de las redes sociales y la tibia recuperación económica —al menos para el americano medio— habían contribuido a crear un panorama político más volátil. Se unía además que los partidos iban perdiendo el control sobre el proceso de las nominaciones. Un hecho que ha quedado más que confirmado con el ascenso de Donald Trump en la carrera republicana, alguien quien en el pasado contribuyó en las campañas de Hillary Clinton y la senadora demócrata Kirsten Gillebrand. Le acompaña Ted Cruz, conservador y con una largo historial en el GOP pero despreciado por las élites republicanas y sin el apoyo de ninguno de sus colegas en el Senado. Las grandes figuras republicanas ven a los dos como perdedores en una lucha presidencial, aunque, llegado el caso, ven a Trump más “presidencialista” que Cruz.
Los demócratas tienen su propia trifulca. Se presuponía que Hillary Clinton tendría pocos problemas ante un irascible y excéntrico socialdemócrata de Vermont de 74 años. Pero el mensaje populista de Bernie Sanders no ha dejado indiferente a nadie y lidera las encuestas de New Hampshire del próximo 9 de febrero. Pero el partido no piensa más que en una debacle el próximo noviembre con Sanders como candidato, precisamente porque ha servido durante más de dos décadas en el Congreso como independiente y no como demócrata.
Los tres han llegado muy lejos y al menos Sanders y Trump han aglutinado a esos votantes disgustados con el gobierno federal, que se sienten engañados, defraudados y con pocas expectativas de futuro y que quieren rebelarse contra esa desilusión. Ambos candidatos les han dicho a los votantes, de diferente manera, que no tienen que seguir conformándose. Con Trump, el mensaje ha sido muy explícito: “Make America Great Again”, mientras que Brenie pregunta: “Why not socialism?”
Y con este panorama ha llegado la primera prueba. Sin ser determinante, los caucus de Iowa empiezan a delinear cómo va a ser la carrera los próximos meses. Ted Cruz ha ganado este primer caucus a pesar de estar segundo en las encuestas. Ha sido fruto de una intensa campaña tal y como manda el “estilo Iowa”. Y, al mismo tiempo, recibiendo un aluvión de críticas no sólo de su principal oponente sino de figuras como el viejo gobernador republicano de Iowa, Terry Branstad, y de otros líderes del partido. Si hubiera perdido desde luego tendría un pie fuera de la carrera.
El millonario y mediático Trump ha quedado en segundo lugar. Su agresividad y su “nosotros contra ellos” para cualquier asunto, no han sido suficientes para hacerle ganador. Además, ha pagado el precio de romper aquí también las reglas y no hacer una campaña al “estilo Iowa”. Su derrota, sin embargo, no significa que está fuera de la carrera.
Marco Rubio también ha triunfado, quizás más claramente que sus dos contrincantes mejor situados. Su tercera posición pisando los talones al segundo da verosimilitud a su campaña y se consolida como la alternativa del establishment, con la posibilidad de concentrar el voto de Bush/Christie/Kasich en el momento en el que abandonen.
Hillary Clinton, por su parte, ha sentido cierto alivio con ese empate de delegados, aunque ya no hay duda de que la carrera en su bando será larga y disputadísima. Volverán los recelos sobre su candidatura y seguramente revolotea en su equipo esa derrota de 2008 y esa primera dolorosa caída frente a Obama precisamente en Iowa.
Con permiso de Trump y tras los resultados de Iowa, Sanders es, sin duda, la gran revelación de esta campaña de 2016. Ha pasado de ser un estrafalario independiente a disputar codo con codo la nominación demócrata con la “más fuerte organización política de EEUU”, los Clinton.
Esto no ha hecho más que empezar y es imparable. Próxima parada, New Hampshire.