¿Cómo ha evolucionado la economía egipcia en los últimos años?
Más allá de que el estallido social en Egipto haya estado desencadenado por factores políticos, la evolución económica reciente sin duda ha contribuido al malestar ciudadano. Los datos macroeconómicos del país muestran una evolución relativamente positiva en los últimos años. Sin embargo, deben ser tomados con cautela no solo porque las estadísticas oficiales pueden diferir de la realidad social debido al peso de la economía informal, sino también porque los agregados macroeconómicos tienden a ocultar los problemas de desigualdad, subempleo y la escasa capacidad para redistribuir el crecimiento del sistema fiscal egipcio. Además, en cualquier análisis de la evolución económica del país debe tenerse en cuenta que más del 50% de la población vive con menos de dos dólares al día y que Egipto fue uno de los países más afectados (y donde se produjeron mayores disturbios) durante la crisis alimentaria global de 2008.
¿Cuál es la valoración que hace el FMI sobre los datos macroeconómicos de Egipto?
Así, según el Fondo Monetario Internacional, el cuadro macroeconómico del país refleja una evolución estable y favorable. Al igual que otros países emergentes, Egipto logró esquivar el impacto de la recesión global y su producto interior bruto ha venido creciendo cerca del 5% desde 2008. La tasa “oficial” de desempleo se sitúa algo por debajo del 10%, pero hay que tener en cuenta que el 80% de las empresas y el 40% del empleo están generados en la economía informal, lo que supone que existe un enorme subempleo encubierto. Además, resultaban preocupantes tanto el crecimiento de la inflación (que superó el 16% en 2009, último dato disponible) como el del déficit público (en torno al 8% del PIB). La renta per cápita, medida en paridad del poder de compra, se situó en los 6.367 dólares en 2010, pero vio su crecimiento desacelerarse desde 2007.
¿Qué dicen las encuestas sobre el descontento de los egipcios sobre su situación económica?
Aunque estas cifras arrojan un panorama de aparente estabilidad, lo cierto es que los datos de una encuesta de opinión sobre el bienestar material elaborada por Gallup muestran un continuado pesimismo de la opinión pública respecto a su situación económica personal y sus expectativas. Así, mientras que el 29% de la población declaraba estar prosperando en 2005, este porcentaje caía hasta el 25% en 2007, hasta el 13% en 2008 y se situaba en un mínimo del 11% en 2010. Estos datos muestran un descontento cada vez mayor, que contrasta con el crecimiento de la renta per cápita, lo que permite deducir que los frutos del crecimiento no se han venido redistribuyendo de forma equitativa y, lo que es más importante, que la situación económica y laboral no se corresponde con las expectativas de la ciudadanía.
¿Qué efectos económicos internacionales puede tener la crisis egipcia? Y concretamente, ¿en el sector energético?
Las implicaciones económicas internacionales de la crisis egipcia son difíciles de anticipar. Más allá de que mientras prosiga la inestabilidad política la economía egipcia sufrirá un continuado deterioro y que el sector turístico se verá paralizado (lo que favorecerá a otros destinos en el Mediterráneo), el principal impacto adverso sobre la economía mundial podría venir a través del canal energético.
Egipto no es un productor demasiado destacado de hidrocarburos y prácticamente no exporta petróleo, aunque sí gas natural en forma de Gas Natural Licuado. Sin embargo, históricamente la inestabilidad política en Oriente Medio ha llevado a un crecimiento de los precios del petróleo, que se ha traducido en recesiones globales. Sucedió así en las crisis del petróleo de 1973 y 1979, y, en menor medida, en la recesión de principios de los años noventa, que vino precedida por la primera guerra de Irak.
La actual crisis egipcia podría contribuir a una nueva escalada del precio del petróleo, que ya se encuentra por encima de los 100 dólares, al menos por dos canales. Primero, a través de una continuada inestabilidad política, que podría traducirse en contagio hacia otros países de la región que incremente el riesgo geopolítico e incentive la acumulación de reservas (estratégicas y especulativas) en los países consumidores. Segundo, porque las revueltas terminen generando problemas en el suministro energético global a través de problemas de transporte tanto en el Canal de Suez (Egipto) como en los Estrechos de Bab el-Mandeb (Yemen) y Ormuz (Irán).
Si la estabilidad regresa pronto a las calles en Egipto y si no se producen revueltas similares, especialmente en los países de Oriente Medio, este escenario de precios al alza no debería materializarse. Pero si no es así, el incremento en el precio del crudo podría generar aumentos de inflación que obligaran a los bancos centrales a elevar los tipos de interés, lo que podría llevar a truncar la débil recuperación económica de los países avanzados, sobre todo en la periferia de la zona euro, en el Reino Unido y en Estados Unidos.