La obligada necesidad del Departamento de Defensa (DoD) estadounidense por estar en la vanguardia de la innovación tecnológica – como elemento central de la Tercera Estrategia de Compensación (Third Offset Strategy) lanzada por el exsecretario de Defensa Chuck Hagel a finales de 2014 – condicionó la elaboración de su nueva estrategia cibernética, presentada ya por el actual titular del Pentágono Ashton Carter en abril de 2015.
Más allá de las líneas maestras establecidas en materia estratégico-militar por la nueva estrategia cibernética del Pentágono, el elemento más relevante es que el DoD ha descubierto que el primer –y quizás el único– paso para seguir manteniendo la supremacía militar y seguir siendo la primera potencia mundial en materia cibernética pasa por dinamizar, potenciar y consolidar la industria nacional de ciberseguridad.
Desde que comenzó su mandato en febrero del pasado año, Carter ha intensificado sus visitas a Silicon Valley, epicentro mundial de la innovación tecnológica. La última visita se producía hace tan solo unos días con el objetivo de reunirse con los dirigentes de las principales empresas tecnológicas del país –en el marco de la prestigiosa RSA Conference sobre criptografía y seguridad de la información– y promover la recientemente creada Defense Innovation Unit Experimental (DIUx).
La DIUx fue creada en julio de 2015 en el marco de la Defense Innovation Initiative para generar nuevas capacidades militares y el Long Range Research and Development Plan para apoyar las propuestas tecnológicas de la industria civil estadounidense para madurarlas e integrarlas en los sistemas armamentísticos claves para la Tercera Estrategia de Compensación. En este sentido, Carter explicó que
“el DoD quiere colaborar con todas las empresas innovadoras del país. Por tanto, si vamos a aprovechar las nuevas tecnologías, el Departamento de Defensa debe trabajar conjuntamente con los innovadores”.
Localizada en Silicon Valley, el DIUx actúa como embajada del DoD con el objetivo principal de identificar aquellas tecnologías emergentes que permitan mantener la superioridad tecnológica del Pentágono. Del mismo modo, la veintena de miembros –civiles y militares– del DIUx deberán afianzar la relación con los contratistas tradicionales del DoD y, como explicó el secretario de defensa, deberá “familiarizar a una nueva generación con la misión de seguridad nacional, haciéndoles partícipes de ella si así lo desean.”. En la actualidad, debido al carácter experimental del DIUx, esta trabaja con un conjunto reducido de start-ups con un alto grado de innovación, sin perder de vista el estado del arte del mundo tecnológico.
En definitiva, con iniciativas como el DIUx, el Departamento de Defensa y sus Fuerzas Armadas pretenden disponer de los medios, capacidades y conocimientos necesarios para mantener el liderazgo tecnológico, especialmente el relacionado con el ciberespacio. La mayoría de estos avances no proceden de la industria militar sino de la civil, y es por ello que todos los planes de desarrollo de nuevas capacidades militares vinculados con la Tercera Estrategia de Compensación –y en particular el DIUx en materia de cibercapacidades– se basan en la colaboración público-privada. Muchas lecciones deberíamos de aprender de estas iniciativas.