No hay duda. Francia está de vuelta. Y como ha hecho tantas veces en su historia, lo hace de la mano de un líder carismático y enérgico. Emmanuel Macron tiene muchas de las características de Luis XIV. Para los que dudan de ello, que vean la serie Versailles, con George Blagden interpretando al Rey Sol. La serie es un reflejo de la Francia moderna. Financiada por Canal+ pero con guion en inglés, y con actores y directores internacionales. Que Francia haya salido de su ensimismamiento es muy positivo para el proyecto de integración europea. Macron viene con un discurso mucho más atractivo que el neo-chovinismo de Sarkozy y el buenismo de Hollande.
“El último discurso de Macron es de lo más europeísta que se ha escuchado de un líder francés desde Mitterrand”
Es más, uno se pone a leer y escuchar las primeras notas de la partitura y casi no se lo cree. ¿Esto viene de verdad de la boca del presidente de la República Francesa? El último discurso de Macron es de lo más europeísta que se ha escuchado de un líder francés desde Mitterrand (y ya ha llovido). Desde España esto no puede ser más que aplaudido. Durante años éramos de los pocos que sacábamos la bandera de “más Europa” en los pasillos de Bruselas y las otras capitales y nuestros interlocutores nos miraban con asombro. Ahora lo está diciendo el presidente de Francia, y hay muchos que se suben al carro. Bienvenido sea. Sobre todo, porque lo que dice suena muy bien.
Por fin un líder europeo de estatura se sale del debate angosto, técnico y frío de la unión bancaria, el mercado digital único, los eurobonos, la reforma de los tratados y las negociaciones del Brexit y plantea horizontes: visión. Macron es el primer líder francés que reconoce abiertamente y sin tapujos que frente a los grandes desafíos globales como el terrorismo, la migración masiva, el cambio climático, la revolución digital y las fuerzas de la economía y las finanzas globales, Francia (ni ningún otro país europeo, y esto es un mensaje para Londres y Berlín) no puede valerse sola. Como decía Paul-Henri Spaak, en Europa sólo hay países pequeños y países que todavía no se han dado cuenta que son pequeños, lo que lleva a Macron a afirmar que “la única manera de asegurarnos el futuro es la creación de una Europa soberana, unida y democrática”. ¡Qué gran verdad!
Llama la atención que Macron insista en la idea de crear una soberanía europea. Esto es muy novedoso, y acertado.
Para lograr sus objetivos, al igual que Luis XIV transformó Francia, Macron I impulsa una serie de reformas que, si se llevasen a cabo, transformarían completamente el Viejo Continente. Sí, estaríamos hablando de una auténtica revolución. La lista es larga y se puede consultar aquí en inglés, pero es pertinente mencionar las más importantes por bloques, para dar una idea de la magnitud de lo que está planteando.
En temas de soberanía y defensa, el presidente francés propone una fuerza de intervención común. Es decir, un mini-ejército europeo con su propia doctrina de acción. Además, tendremos una academia de inteligencia europea, que sería una suerte de FBI y de CIA. Habría también una oficina europea del asilo, dinero para África, un impuesto sobre el carbón y las transacciones financieras, un servicio de inspección de la alimentación, una agencia para la innovación y un presupuesto para la zona euro.
Para fomentar la unidad, Francia propone mayor armonización fiscal, incluida una horquilla para el impuesto de sociedades (con parte de los ingresos destinados para proyectos europeos), un salario mínimo adaptado a la renta de cada país, un programa de movilidad nuevo para que la mitad (sí, la mitad) de los jóvenes de la UE vivan por lo menos seis meses en otro país de la Unión y hablen dos lenguas en 2024, la creación de más universidades europeas y la armonización o reconocimiento mutuo de los diplomas de la educación secundaria.
Finalmente, para hacer a la UE más participativa, en 2018 se van a organizar convenciones democráticas con participación ciudadana donde se discutirá durante seis meses el futuro de la Unión y se propondrá la introducción de listas transnacionales en las votaciones al Parlamento Europeo en 2019 para los 76 escaños que pertenecen al Reino Unido. Eso quiere decir que el ciudadano elegirá entre las listas de los partidos nacionales, con políticos mayoritariamente nacionales, como hasta ahora, pero también listas elaboradas con políticos de la misma familia ideológica pero de nacionalidades distintas.
Todo esto hará –así sueña Macron– que hacia 2024 la UE será más soberana y democrática, y estará más unida, asentándose sobre tres pilares básicos: (1) un nuevo marco de convivencia que respete los valores democráticos; (2) una relación comercial con los socios externos más justa, gracias a la existencia de un fiscal comercial que se asegure de que los otros países cumplan la normativa de los tratados (esto es un mensaje a Pekín); y (3) una UE que llegue a incluir los países de los Balcanes Occidentales y que tenga sólo 15 comisarios europeos, 13 menos que los que tenemos ahora (uno por cada Estado miembro).
“Macron pide la creación de un grupo de vanguardia para llevar a cabo su gran plan, explícitamente nombrando a España”
Lo importante de este nuevo marco es que los países que no quieran progresar en la integración no puedan frenar a los que sí lo quieren hacer. Su motor seguirá siendo el tándem franco-alemán, que se apoyará en un nuevo tratado del Eliseo. Y –consciente de que Francia y Alemania no pueden solas– Macron también pide la creación de un grupo de vanguardia para llevar a cabo su gran plan, explícitamente nombrando a España como uno de los países que tiene que estar en ese club selecto.
Las imágenes del discurso muestran que el presidente francés acabó sudando después de proponer todo esto (y mucho más) en 90 minutos. Obvio. Ni Antoine Griezmann hace tanto esfuerzo en un partido de fútbol de la selección francesa. La ambición es inmensa, pero también altamente irrealizable. La partitura suena bien, pero si no hay coordinación, y mucha voluntad, el concierto va a salir mal, y la UE ya ha pecado en el pasado de prometer demasiado y lograr sólo la mitad (que ya sería un logro en este caso), defraudando así al personal.
¿Tiene que estar España en ese grupo de vanguardia si se crea? Por supuesto; si durante los años de vacas flacas fuimos de los pocos que mantuvimos en pie la bandera europea, ahora no puede venir Macron I y robarnos el protagonismo. Pero para eso España tiene que ser más proactiva. Pasar de una vez de policy-taker a policy-shaper, de asumir a moldear las políticas. Una primera labor sería fijar nuestras prioridades de la larga lista de Macron. Si hubiese que extraer tres, ¿cuáles serían? ¿Dónde tiene España especial interés y capacidad? Parece obvio que deberían ser una mayor integración en seguridad y defensa, el fortalecimiento de la zona euro y una mejor cooperación con África, sobre todo el Magreb (punto intermedio de la mayor disparidad de renta del planeta). Sobre estos tres asuntos el Gobierno de España debería publicar pronto sendos documentos para contribuir a moldear el debate. Y dejar claro que todo esto tiene que seguir el método comunitario.
España siempre ha tenido la visión, ahora falta que Macron y los demás líderes empiecen a comprar nuestras propuestas concretas. Pero, para eso, tenemos (sí, en plural, porque tiene que ser el Gobierno pero también la sociedad civil, incluido el mundo empresarial) que poner manos a la obra y practicar mucho para acertar con las notas.