Aunque las campañas militares recientes podrían sugerir que la integración y explotación de la dimensión cibernética en el ámbito militar es algo novedoso, la realidad es que sus orígenes se sitúan a comienzos de la década de 1960 mientras que los primeros intentos de integrar en red las distintas capacidades de los ejércitos datan de mediados de los años setenta. En la actualidad, no sólo el elemento cibernético se ha consolidado como una dimensión esencial para la optimización del planeamiento y la conducción de las operaciones, sino que todos los sistemas, armas, plataformas y procesos se fundamentan en el poder de la red para llevar a cabo sus funciones.
Aunque las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs) se han integrado en el conjunto de las fuerzas armadas para mejorar su gestión y funcionamiento, su mayor beneficio es una capacidad sin precedentes para obtener, procesar, filtrar e interpretar incalculables volúmenes de información de interés militar; compartirla con todos los usuarios que la puedan necesitar de manera casi instantánea y neutralizar cualquier posible amenaza con rapidez, precisión, eficacia y sin la necesidad de exponer innecesariamente las fuerzas propias al fuego enemigo.
Y a pesar de que estas tecnologías –y podríamos añadir la robótica y la Inteligencia Artificial (IA) en general– se han integrado en nuevas plataformas (furtivas y no-tripuladas), sensores (C4 e ISTAR) y armas (de precisión e inteligentes) para proporcionar importantes mejoras en la forma de concebir, plantear y conducir las operaciones, lo realmente relevante es que este conjunto de sistemas puedan trabajar y operar en red, permitiendo que cualquier soldado pueda conocer y controlar todo lo que sucede a su alrededor, bien sea reconociendo el terreno, identificando las amenazas, designando los objetivos o atacando los blancos en función de su situación, riesgo o disponibilidad.
Ésta es la premisa sobre la que se fundamenta el sistema de sistemas –como base para la Operación en Red– basado en la capacidad de la integración en red de todos los elementos de las fuerzas armadas para acumular una inmensa cantidad de información sobre el área de operaciones, convertirla en inteligencia útil para las fuerzas que operan sobre el terreno y aprovecharla de inmediato para derrotar al adversario.
Aunque todo lo expuesto con anterioridad pudiesen parecer los argumentos del guión de una prometedora película de ciencia-ficción, la realidad es que las principales potencias mundiales disponen de las capacidades mencionadas y no conciben una operación militar ni mucho menos la obtención de la supremacía en el campo de batalla sin la dimensión cibernética.