En estos momentos está en marcha un juicio político (impeachment) en Brasil contra la presidenta Dilma Rousseff, mientras la oposición quiere convocar un referéndum revocatorio en Venezuela para remover de su cargo al presidente Nicolás Maduro y convocar nuevas elecciones. Es por eso que numerosas personas se preguntan si los dos procesos son similares o tienen un significado parecido. De ahí que dedique la presente nota a ver las diferencias y semejanzas existentes entre el caso brasileño y el venezolano, aunque como se verá, unas y otras aparecen constantemente mezcladas.
Para comenzar, habría que recordar que estamos en presencia de dos regímenes presidencialistas, como ocurre en toda América Latina. Sin embargo, los mecanismos que recogen Brasil y Venezuela en sus constituciones para recortar el mandato presidencial en una situación de crisis política y promover la remoción del mandatario cuestionado son totalmente diferentes entre sí. Y si bien tanto el procedimiento, como los actores y el desenlace de los procesos marchan por carriles paralelos, en ambos casos estamos frente a mecanismos perfectamente constitucionales.
En el impeachment brasileño corresponde al Parlamento establecer si el presidente puede ser destituido por algún delito de responsabilidad cometido durante su mandato. En el caso de que se lo encuentre culpable, es el vicepresidente o quien esté detrás en la línea sucesoria (en caso de necesidad) quien ocupe el poder sin necesidad de que se convoquen nuevas elecciones. De ahí la exigencia de unas mayorías muy cualificadas para que los cargos puedan prosperar.
En lo que se refiere al referéndum revocatorio en Venezuela hay distintos medios de iniciar su trámite, la vía parlamentaria es uno de ellos, pero debe ser la población, primero mediante la recogida de firmas y luego en una votación popular, quien decida si pone fin o no al mandato del presidente. En este punto hay algún otro elemento de contraste, ya que si el referéndum se celebra antes del cuarto año en el cargo hay que convocar nuevas elecciones, pero si es posterior corresponde al vicepresidente asumir el poder en lugar del mandatario defenestrado.
Hay otras diferencias que pasan por el papel de la justica, no desde una perspectiva teórica sino práctica. Mientras en Brasil existe una justicia independiente, en Venezuela ésta está totalmente subordinada al poder ejecutivo. De ahí que en el caso brasileño prácticamente cada uno de los pasos parlamentarios del impeachment fuera ratificado por el Supremo Tribunal Federal (STF), mientras que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ha bloqueado cualquier iniciativa parlamentaria a partir del momento en que la oposición tomó el control de la Asamblea Nacional.
Tampoco se puede olvidar el entorno político y económico que ha disparado las dos crisis. Si bien hay manifestaciones económicas comunes (recesión, alta inflación y déficits crecientes), los orígenes de estas dificultades no son comunes. A esto hay que agregar el deterioro pronunciado de la coyuntura que se vive en Venezuela, comenzando por el desabastecimiento, con sus múltiples impactos en la vida cotidiana y en el sentir de la opinión pública.
Desde un punto de vista político, pese a que la corrupción en los dos países ha tendido a agravar la percepción de crisis, en Brasil las instituciones han seguido funcionando normalmente y las diferentes fuerzas políticas, comenzando por las de la oposición, no han tenido problemas en manifestarse públicamente. Por su parte, en Venezuela el estado de cosas es radicalmente distinto.
Es por todo esto que a la hora de comparar las situaciones entre los dos países hay que ser sumamente cuidadosos. Mientras la presidente Rousseff, apartada momentáneamente del poder, como el presidente Maduro, insisten en la teoría de que hay golpes de estado orquestados en su contra e incluso aluden a una conspiración internacional, liderada por Estados Unidos y grandes intereses internacionales, nada de esto ocurre en la práctica. Las razones para la puesta en marcha de los mecanismos constitucionales para remover a los presidentes de Brasil y Venezuela responden, pese a su diferencia, a motivaciones estrictamente internas de los dos países.