Cuando faltan apenas unas semanas para que se conmemore el 40 aniversario del inicio de la política de reforma económica (adoptada formalmente en el tercer pleno del XI Comité del Partido Comunista Chino en diciembre de 1978), la economía china se enfrenta a un serio problema de lo que la Cámara de Comercio Europea en el país acaba de denominar «déficit de reformas». Con ello la Cámara se refiere al estancamiento del proceso de reformas y a la persistencia de restricciones y discriminaciones contra las empresas extranjeras.
Este déficit de reformas sirve incluso para explicar, aunque no justificar, las medidas proteccionistas que está adoptando Estados Unidos. “Si bien la escalada de aranceles por parte de Estados Unidos representa una respuesta brusca y desconcertante a las deficiencias de la agenda de reformas de China, se basa en preocupaciones que son comunes con otras potencias económicas, incluida la UE”. Así lo señala el estudio “European Business in China. Position Paper 2018/2019”, publicado por la Cámara de Comercio Europea en China el pasado día 19 de septiembre.
El estudio, serio y riguroso (de 394 páginas), de la Cámara (que tiene 1.600 miembros) vuelve a destacar las limitaciones a las que se enfrentan las empresas extranjeras en China y el contraste que ello supone con la libertad que tienen las empresas chinas en los mercados europeos. El estudio también enfatiza el lastre que la paralización de las reformas supone para la economía china, y para el bienestar de su población.
Como era de esperar, el estudio ha provocado rápidamente reacciones en China, como por ejemplo en el Global Times, un periódico vinculado al Partido Comunista Chino, de un nacionalismo beligerante, que ha señalado, muy en línea con la postura oficial china, que “la reforma y apertura de China deben llevarse a cabo de acuerdo con sus propias condiciones nacionales y su ritmo de desarrollo, y no están estancadas”.
La lista de problemas que menciona el estudio incluye el trato preferencial que reciben las empresas estatales, las barreras para el acceso a numerosos mercados, la burocracia, la arbitrariedad en la aplicación de numerosas regulaciones (con criterios muy variables según las regiones), las transferencia de tecnología a las que se ven forzadas las empresas extranjeras (en 2017, un 19% de las empresas europeas indicaron que se vieron obligadas a estas transferencias en orden a mantener su acceso al mercado chino), las deficiencias en la protección de la propiedad intelectual, las disfunciones que causan las limitaciones en el acceso a Internet, la falta de transparencia en los procesos de adjudicación de los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda (cerca del 90% de estos proyectos son adjudicados a empresas chinas), entre otros.
Este déficit de reformas plantea contradicciones con otros aspectos de la política china. En primer lugar, con la pretensión de China de presentarse como un “campeón de la globalización”, en la actual etapa de ascenso del proteccionismo y el unilateralismo de Estados Unidos. También con la ambiciosa iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, que China ha presentado con una dimensión de globalización e integración económica.
Por otro lado, esta situación refuerza la importancia de avanzar en algunas iniciativas pendientes, en especial a nivel europeo. Nos referimos en primer lugar al mecanismo de control o supervisión de inversiones extranjeras que se encuentra en estudio en la Unión Europea, y en segundo lugar al acuerdo de inversiones UE-China (EU-China Comprehensive Agreement on Investment), cuyas negociaciones se iniciaron en 2014.
Quizás el próximo 40 aniversario del inicio de las reformas sirva como detonante para que las autoridades chinas decidan retomar el impulso reformista. Las circunstancias son favorables para ello. Con el actual enfrentamiento con Estados Unidos (que sigue agravándose), China tiene necesidad de forjar alianzas y reforzar sus relaciones con otros socios comerciales.
China se enfrenta a un problema de credibilidad mientras no haga un esfuerzo, serio, para corregir este déficit de reformas. Como concluye el informe de la Cámara Europea, “en relación con las expectativas creadas por múltiples discursos oficiales de alto nivel, así como por las políticas promulgadas desde los altos niveles del gobierno, el progreso se ha quedado muy corto”.