El primer ministro de la India, Narendra Modi, tiene previsto visitar al presidente Donald Trump el 12 y 13 de febrero próximos. Los dos líderes se conocen y han mostrado muy buena sintonía en el pasado. El interés de ambos países en profundizar su relación bilateral ha sido continuo en las últimas décadas, independientemente de quien ha estado en el poder. Trump y Modi comparten la creencia en la necesidad de ejercer liderazgos fuertes, aunque también hay diferencias que pueden enturbiar la relación.
‘’EEUU ve en la India un socio estratégico para contrarrestar el ascenso de China, a través del refuerzo de las relaciones en defensa y tecnología. La India, por su parte, ve en EEUU una potencia global con la que reforzar su autonomía estratégica’’.
El principal elemento que caracteriza esta relación es la convergencia estratégica respecto a China. Para Estados Unidos (EEUU), China es su principal rival, con capacidad para retar su hegemonía global. Por su parte, para la India, China amenaza con imponerse en el continente asiático y su asertividad se siente cada vez con mayor fuerza en el Asia Meridional y el entorno del océano Índico, áreas en las que ha sido el actor principal. EEUU ve en la India un socio estratégico para contrarrestar el ascenso de China, a través del refuerzo de las relaciones en defensa y tecnología. La India, por su parte, ve en EEUU una potencia global con la que reforzar su autonomía estratégica.
Entre las previsibles diferencias que van a marcar la relación bilateral en estas legislaturas Trump 2.0 y Modi 3.0, una está relacionada con la economía, dada la voluntad de Trump de declarar la guerra comercial a los países con los que mantiene un déficit. Otro asunto controvertido tendrá que ver con el impacto que las medidas antimigratorias tendrán, no sólo por la importancia de la diáspora india en este país, sino por la capacidad de truncar las oportunidades de migración.
El comercio entre ambos países se estima en unos 114.600 millones de euros, con un excedente comercial de más de 35.564 millones a favor de la India (año 2022). Mientras en el pasado, los esfuerzos por realizar un desacoplamiento de China y trasladar parte de las cadenas de suministro a países afines beneficiaron a la India, en la era Trump 2.0 parece que el esfuerzo se puede centrar más en el retorno de la producción a EEUU, lo que puede perjudicar los intereses de Delhi. Curiosamente, ambos países han adoptado medidas similares bajo conceptos parejos. Ante el “America First” de Trump, el gobierno de Modi lanzó la política del “Make in India” que pretende también trasladar la producción a territorio nacional. Ambos desean autosuficiencia y buscan el interés propio por encima de toda relación exterior.
El proteccionismo indio ha provocado arranques de Trump, como cuando acusó a la India de “gran abusón tarifario” pocos días antes de la visita de Modi a EEUU en septiembre de 2024. La tasa media que Delhi impone a los productos norteamericanos está en torno al 17%, mientras que la India importa al 3-5%. En 2019, Trump ya había reprendido a la India por el 100% de tarifas sobre la importación de las conocidas motos Harley-Davidson, por lo que, ante el aumento de aranceles a Canadá, México y China, el gobierno indio ha decidido reducir aquellas que rondaban el 100-150% al 70%.
La diáspora india es otro de los factores que marcan la relación con EEUU, donde hay unos 5,4 millones de ciudadanos en la que es la comunidad india más numerosa en el mundo. El megaevento en Houston, Texas, que se llamó “Howdy, ¡Modi!” durante la visita en 2019, mostró a ambos líderes caminando unidos de la mano frente a una congregación de unas 50.000 personas. Las palabras de Trump entonces fueron que la diáspora india enriquecía la cultura estadounidense y que estaba orgulloso de llamarlos americanos. Sin embargo, en esta ocasión, tras la reelección, la voluntad de restringir la llegada de extranjeros y de expulsar a aquellos sin un estatus regularizado irrita al gobierno de Nueva Delhi, que, desde 2009, ha aceptado a más de 15.000 deportados. La llegada reciente de un centenar de personas con grilletes, incluyendo niños, ha marcado buena parte del debate nacional.
La emigración de estudiantes y de trabajadores cualificados es una prioridad, por la creación de generaciones de expertos en ciencia, ingeniería, matemáticas y otros sectores relacionados con la tecnología de la información. Los trabajadores cualificados indios suelen obtener visados de la categoría H-1B para trabajadores especializados. Del tope de 85.000 de estos visados concedidos al año, algo más del 70% son para a ciudadanos indios. Hay ya empresas adaptándose para contratar menos extranjeros como fuerza laboral y hacer que trabajen en remoto. Igualmente, es previsible que la Administración estadounidense vuelva a restringir la concesión de visados. Durante el primer mandato Trump, aumentaron las denegaciones un 24% (frente a reducciones entre 2-8% durante las Administraciones de Barack Obama y Joe Biden).
Un asunto susceptible de cambiar respecto de la Administración Biden es el énfasis en las credenciales democráticas y los derechos humanos. Para Modi, la falta de interés de Trump respecto a estos dos elementos será bienvenido, dado que las críticas hacia la deriva iliberal de la democracia india no son bien acogidas. Asimismo, la India espera que no se le pida distanciarse de Rusia, una constante durante la anterior Administración. Para la India, Rusia es un socio indispensable en lo militar y energético, además de necesario como contrapeso de China.
Otros elementos irritantes durante la Administración Biden han estado relacionados con el descubrimiento por el FBI de un complot atribuido a un funcionario indio para asesinar a un líder independentista sij del movimiento por Jalistán, un ciudadano estadounidense y residente en Nueva York. Asimismo, la imputación del magnate Gautam S. Adani, junto a otros, por sobornos de más de 250 millones de dólares para, supuestamente, conseguir contratos del gobierno indio erosionó la relación. Es previsible que Trump reste importancia a ambos casos.
Es también más probable que Trump respalde la postura india respecto de Bangladesh, cuyo gobierno interino respaldó Biden y al que acusa de ser pro-China y proclive al islamismo. La salida de la primera ministra Sheij Hasina en agosto de 2024, considerada pro-India, es vista por Delhi y la misma Hasina como un complot orquestado por Washington. Trump, en cambio, ha tuiteado contra la persecución de los hindúes (y cristianos) en este país, acusando a Joe Biden y Kamala Harris de respaldar el ateísmo, jurando defender las religiones en el mundo, y fortalecer su asociación con la India y su amigo Modi.
En el reverso, el carácter transaccional de Trump puede chocar con la forma de hacer política exterior en Delhi. Trump quiere que la India compre su energía, pero ésta no quiere cerrarse a otras fuentes, especialmente, tras la inversión en el puerto de Chabahar, en la costa iraní. El memorando del 4 de febrero por el que Trump retoma la máxima presión contra Teherán afecta la inversión india en la terminal Shahid Beheshti de este puerto. Mientras que entre 2010-2015, EEUU animó a la India a invertir para contribuir a pacificar Afganistán, la retirada estadounidense del Plan de Acción Integral Conjunto quebró los sueños de Delhi de proyectar su influencia más allá de su vecindario. Las exenciones para seguir comprando energía iraní y desarrollar el puerto acabaron en mayo de 2024, pero entonces, la India firmó un acuerdo con Irán por 10 años para seguir invirtiendo en el puerto y el corredor Internacional de Transporte Norte-Sur a través de Afganistán, Asia Central y Rusia. La oposición de Trump a Irán puede acabar definitivamente con este proyecto.
Finalmente, si se presiona a la India para que el Diálogo Cuadrilateral o Quad tenga un enfoque más militar o presionar para que formalice la relación a través de una alianza, irá contra la máxima de evitar depender de un único socio. La falta de confianza durante la primera Administración Trump llevó a la India a ser proactiva y buscar otros socios dentro y fuera de Asia para garantizar la seguridad a las cadenas de suministro en el océano Índico, de forma que ya es un proveedor neto de seguridad.
Sin embargo, militarizar más el Quad corre en contra de los intereses de Delhi y de la necesidad de mantener la tensión con China bajo mínimos, especialmente, dado que la frontera compartida de más de 3.400 km sigue sin estar definida. Este aspecto es importante, dado el acuerdo firmado en octubre de 2024 con China para un regreso, o casi, al statu quo en la frontera, tras la pérdida de 20 soldados indios en el enfrentamiento en el valle de Galwan en 2020. La necesidad mantiene a ambos países unidos, pero el carácter de Trump puede poner en peligro lo que, en otras circunstancias, sería una relación bilateral con muy buena sintonía.