El pasado 21 de junio se decidió en París la sede de la Exposición Internacional 2027, elección para la que se postulaban Belgrado, Minnesota, Phuket, San Carlos de Bariloche y Málaga. Finalmente, tras una ajustada votación final, la capital serbia se impuso a la ciudad andaluza con un proyecto basado en la música y el deporte como elementos vertebradores de la sociedad. Una pena, y no sólo por la ocasión perdida de que una ciudad española volviera a organizar un acontecimiento de esta naturaleza con lo que supone de atracción de turismo e impulso económico, sino también por la pertinencia de su temática La era urbana: hacia una ciudad sostenible, a través de la cual pretendía fomentar el intercambio de experiencias y soluciones para promover entornos urbanos más amables.
La representante española en el ranking ocupa un notable 13º puesto que le permite encabezar el segundo grupo de ciudades más sostenibles, si bien no se puede generalizar esta posición a todos los indicadores, pues en algunos de ellos recibe una calificación muy distinta.
Desde numerosos ámbitos (incluyendo este mismo blog) ya se ha abordado la intensidad del proceso urbanizador en el que está inmerso el planeta y los numerosos retos que implica, siendo uno de los más importantes la sostenibilidad ambiental de las ciudades, lo que a su vez está fomentando la proliferación de proyectos y herramientas en pos de una adecuada medición de este fenómeno. Una de ellas es el Corporate Knights Sustainable Cities Index Report, que recientemente actualizó su ranking de ciudades sostenibles elaborado a partir de 12 variables objetivas, aunque con distinta ponderación. Así, de seis de estas variables depende hasta el 70% del índice: calidad del aire, emisión de gases de efecto invernadero, huella de carbono, generación de residuos sólidos, política de energías renovables y resiliencia al cambio climático; mientras que el 30% restante descansa en la disponibilidad del espacio público, sostenibilidad del transporte, dependencia del automóvil, eficiencia de la red de carreteras y acceso y consumo de agua potable (información más detallada de la metodología aquí).
De los resultados del estudio, que en esta segunda edición recoge 70 ciudades de distintos continentes y tamaños (desde megaciudades de más de 10 millones de habitantes hasta municipios de menos de medio millón), se pueden extraer algunas ideas interesantes.
Figura 1. Ranking de ciudades sostenibles
En primer lugar, parece bastante lógico que la riqueza y el tamaño de una ciudad determinen en un grado elevado su sostenibilidad, en la medida en que con mayores recursos y menor población suele resultar más sencillo gestionar políticas en esta línea, pero no siempre. Prueba de ello es que una de las ciudades con mayor renta per cápita del planeta como es Dubái ocupe el puesto 64º, mientras que dos megaciudades como Londres y Tokio muestren unos datos sobresalientes. Dicho lo cual, tampoco se deben despreciar factores de otra naturaleza (políticos, históricos, socioculturales, etc.) culpables de que ciudades similares en términos económicos-poblacionales, e incluso cercanas geográficamente, tengan unos índices de sostenibilidad significativamente dispares: Ámsterdam respecto a las capitales escandinavas, ciudades canadienses frente a estadounidenses o las ya mencionadas Londres y Tokio en comparación con París y Seúl respectivamente.
¿Y Madrid? La representante española en el ranking ocupa un notable 13º puesto que le permite encabezar el segundo grupo de ciudades más sostenibles, si bien no se puede generalizar esta posición a todos los indicadores, pues en algunos de ellos recibe una calificación muy distinta.
A este respecto, sirva de ejemplo que, mientras es la segunda ciudad con menor dependencia del automóvil (medida como número de vehículos por hogar) y la cuarta con menor consumo de agua, es la 43ª en lo que a espacio público disponible se refiere, ámbito donde sin duda existe un amplio margen de mejora.
Sirva este breve análisis para concluir que, con Expo o sin ella, la cuestión de la sostenibilidad urbana es ya un tema central del debate público global al que, en los próximos años, en paralelo a la proliferación y crecimiento de las ciudades, se le prestará una atención cada vez mayor.