La Generalitat Valenciana ha organizado recientemente el XI Encuentro de Comunidades Autónomas sobre cooperación internacional en Casa Mediterráneo, Alicante. El encuentro se inició con un discurso del Conseller de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación, Manuel Alcaraz, quien defendió que las estrategias de cooperación internacional del siglo XXI, incluida la de la cooperación española, deben contar con los gobiernos regionales y locales.
Seguidamente, se presentaron algunos datos del Documento de Trabajo Elcano sobre la ayuda internacional de gobiernos subnacionales como los que demuestran que España es el donante más descentralizado del mundo y que su modelo de ayuda descentralizada se caracteriza por la intensa participación de las ONGs. Esto lo diferencia de otros modelos como el alemán, basado en actividades universitarias realizadas en su propio territorio, o el francés, basado en la cooperación técnica municipal.
Parte del debate posterior se situó en un nivel intermedio, entre la defensa general de la cooperación descentralizada y la concreción de los datos sobre sus distintos modelos. Diversas intervenciones coincidieron en la necesidad de construir un relato claro y convincente sobre el valor añadido de estas modalidades de cooperación en el contexto de la Agenda 2030.
A escala europea e internacional, ya existe un relato sobre la cooperación descentralizada como canal de intercambio de conocimientos sobre políticas públicas y descentralización administrativa, y su utilidad en el contexto de la acelerada urbanización de los países en desarrollo. Este relato se ha reforzado recientemente con la adopción de la Agenda 2030, la III Cumbre de Naciones Unidas sobre Asentamientos (Hábitat III) y los debates sobre la localización de los ODS, pero no es un relato que sirva de marco político para una cooperación basada en las ONGs. Curiosamente, el donante más descentralizado del mundo no ha influido mucho en la narrativa internacional sobre la ayuda descentralizada.
Con relación a este desajuste entre datos y relatos, la declaración final del XI Encuentro de Comunidades Autónomas presenta tres elementos interesantes. En primer lugar, se hace eco del discurso internacional sobre la cooperación descentralizada basada en conocimientos, anticipando tal vez una cierta evolución hacia el modelo francés.
En segundo lugar, el texto se nutre también de ideas que pueden poner en valor el modelo español de ayuda descentralizada basado en la interacción con la sociedad civil. Por ejemplo, la importancia de la participación de grupos de interés en los planes de desarrollo sostenible con enfoque territorial y los propios intercambios entre organizaciones de la sociedad civil del Norte y del Sur.
En tercer lugar, esta idea de sociedad civil global conecta claramente con la educación para la ciudadanía global que también está presente en la declaración. De hecho, la presenta como “el medio fundamental para conseguir sociedades más sostenibles, justas e igualitarias”, y defiende su incorporación a los currículos del sistema educativo obligatorio.
Por último, cabe destacar que cualquier análisis sobre esta materia podría alimentarse en el futuro con más datos. En este encuentro, las Comunidades Autónomas se comprometieron a poner en marcha un Observatorio de la Cooperación Descentralizada.