(*) Texto publicado originalmente el 20/5/2021 en El Mundo. Versión en inglés: Crisis between Morocco and Spain: the risks of Trump’s gift.
Marruecos llevaba semanas dando muestras de malestar y enfado con España por la acogida en un hospital de Logroño del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, enfermo de COVID-19. Rabat ha elegido una forma poco sutil de traducir ese malestar en hechos. Se dio la orden de abrir las puertas marroquíes de la frontera con Ceuta, permitiendo la salida de miles de civiles marroquíes y subsaharianos, muchos de ellos menores. Se trata de una decisión meditada que busca unos objetivos concretos y que responde a un contexto cambiante a nivel internacional y en el interior del propio Marruecos.
“Esa decisión unilateral de Trump fue celebrada eufóricamente por los dirigentes marroquíes y los ha llevado a adoptar una actitud mucho más vehemente en sus relaciones exteriores”.
El pasado 10 de diciembre se produjo una sacudida que está desestabilizando el norte de África y el Mediterráneo Occidental. Ese día, Donald Trump, que acababa de perder la reelección como presidente de EEUU, tuiteó que reconocía la soberanía marroquí sobre el territorio en disputa del Sáhara Occidental. Lo hacía como transacción a cambio de que Marruecos estableciera relaciones plenas con el Estado de Israel, incluso en ausencia de perspectivas de paz entre éste y los palestinos. Esa decisión unilateral de Trump fue celebrada eufóricamente por los dirigentes marroquíes y los ha llevado a adoptar una actitud mucho más vehemente en sus relaciones exteriores.
El envalentonamiento de la diplomacia marroquí quedó patente al desatar una crisis con Alemania el pasado marzo, presumiblemente con la cuestión del Sáhara como telón de fondo. Rabat quiso enviar una señal, sobre todo a los países de la UE, de que estaba dispuesto a jugar duro si cuestionaban la decisión de Trump. A eso se suma que, en los próximos meses, el Tribunal de Justicia de la UE tendrá que emitir una nueva sentencia relativa a la legalidad de las exportaciones marroquíes del Sáhara Occidental a la UE. Existe la posibilidad de que ésta sea desfavorable para Marruecos, lo que podría sacudir las relaciones con sus vecinos del norte.
El “regalo” de Trump , justo antes de abandonar la Casa Blanca, no viene sin riesgos para el propio Marruecos. El éxito diplomático –importante pero insuficiente para cantar victoria– le puede llevar a cometer errores de cálculo con países que son muy importantes para garantizar sus propios intereses. Marruecos, al igual que otros muchos países, se enfrenta a una severa crisis económica y social acentuada por las restricciones provocadas por la pandemia del COVID-19. Sería autolesivo que Marruecos se dedicara a encender crisis con países que son socios clave en ámbitos como la economía, la seguridad y los apoyos en los foros internacionales. Por ahora, ya ha iniciado dos crisis con dos países europeos (Alemania y España) en tan sólo dos meses.
La apertura de las puertas marroquíes que dan a Ceuta se ha producido en un contexto de aumento de presiones internas en Marruecos. Por un lado, la asfixia económica a la que Rabat está sometiendo a las ciudades autónomas de Melilla y Ceuta también está provocando mucho daño entre las poblaciones marroquíes limítrofes. La desaparición de los ingresos que dejaban tanto el comercio a través de la aduana de Beni Ensar con Melilla, así como del “comercio atípico” con ambas ciudades españolas está privando a decenas de miles de familias marroquíes de unos ingresos vitales para su subsistencia. Esto explica, en parte, que las autoridades marroquíes busquen un respiradero para liberar presión y malestar social a las que ellas han contribuido.
Por otro lado, también ha crecido la presión interna en los últimos días a raíz de la nueva ronda de violencia entre israelíes y palestinos, sobre todo por las duras imágenes que llegan desde Gaza. Una parte de la opinión pública marroquí, tanto islamista como no islamista, está expresando su malestar por el hecho de que su país esté normalizando relaciones con Israel, un Estado que es visto como el causante del sufrimiento humano que padece la población civil palestina. Si la violencia se prolonga, o si se produce alguna masacre con un fuerte impacto emocional, la presión de la calle sobre la monarquía alauí podría aumentar mucho. Esto puede explicar, en parte, la búsqueda de un “enemigo exterior” hacia el que desviar la atención. De nuevo, el “regalo” de Trump vuelve a salpicar a España.
“La pregunta es qué cabe esperar de la nueva Administración estadounidense en el contexto actual”.
La pregunta es qué cabe esperar de la nueva Administración estadounidense en el contexto actual. Es cierto que Marruecos es un socio importante para Washington y que el presidente Joe Biden no parece que vaya a revertir la proclamación presidencial de su predecesor. Sin embargo, abrir unas fronteras para que entren miles de migrantes indocumentados no parece la mejor carta de presentación ante una Administración que también tiene sus problemas migratorios y fronterizos con sus vecinos del sur. Tampoco la congelación de la cooperación en materia de seguridad por parte de Marruecos con España debería ser bien vista en Washington ni en las capitales europeas, pues los efectos se pueden hacer notar mucho más allá del Estrecho de Gibraltar. Conviene que España le deje eso bien claro a sus aliados y también a Marruecos.