En materia de igualdad de género hay un binomio clave, ese que aúna los derechos (o dicho de otro modo, la justicia) con la eficacia. En el ámbito de la paz y la seguridad es evidente, y hay un buen conjunto de estudios empíricos que lo demuestran. Cuando las mujeres participan significativamente (algo a lo que tienen derecho, es una cuestión de justicia) las probabilidades de alcanzar y consolidar la paz aumentan (impactan en la eficacia). Por el contrario, cuando no es así, el riesgo de que los procesos fracasen se eleva.
El pasado 8 de marzo el Instituto Europeo para la Igualdad de Género, una agencia autónoma de la Unión Europea creada para contribuir a la promoción de la igualdad de género en la Unión, publicó un interesante estudio titulado “Beneficios económicos de la igualdad de género en la Unión Europea”, el primero que aplica un modelo econométrico “sobre una gama tan amplia de beneficios macroeconómicos de la igualdad de género”. Según los principales resultados del estudio, si la UE intensificara sus esfuerzos para mejorar la igualdad de género, se crearían más puestos de trabajo, el PIB per cápita aumentaría, y la sociedad sería capaz de adaptarse mejor a los desafíos relacionados con el envejecimiento de la población europea (un asunto clave a la luz de las actuales proyecciones demográficas de la UE). El estudio parte de la asunción de que es posible implementar, en todos los Estados Miembros, medidas adicionales para impulsar la igualdad de género. Recordemos que ningún país del mundo, ni siquiera los más avanzados, ha logrado cerrar la brecha de género.
En cifras, el estudio calcula que la mejora de la igualdad de género generaría hasta 10,5 millones de puestos de trabajo adicionales para 2050, y que la tasa de empleo de la UE llegaría a casi el 80%, en el caso de mejoras sustanciales. El Producto Interno Bruto (PIB) de la UE per cápita también se vería afectado positivamente, y podría aumentar hasta casi el 10% para 2050, lo que representaría pasar de 1,95 billones a 3,15 billones de euros.
Analizando la situación de partida en cada uno de los Estados Miembros, el estudio calcula cuales serían los impactos económicos si las desigualdades de género se redujeran en los ámbitos de: la educación en materia de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM); la participación en el mercado de trabajo; y los salarios. Adicionalmente, calcula qué cambios demográficos se producirían si se redujeran las desigualdades entre hombres y mujeres. Para todos estos cálculos proyecta dos escenarios de progreso (uno lento, y otro rápido) basados en resultados, pues el modelo buscar valorar el impacto de las mejoras en materia de igualdad de género sobre la economía.
Constatando el desigual reparto del trabajo no remunerado de los cuidados, el estudio subraya el impacto de un reparto más igualitario en las tasas de participación de las mujeres tanto en el mercado de trabajo, como en las tasas de fecundidad. Calcula que la tasa de empleo en la UE daría un salto sustancial si las mujeres tuvieran iguales oportunidades en los ámbitos de la educación STEM y el mercado de trabajo. El incremento del PIB per cápita sería el resultado, fundamentalmente, de mejorar la tasa de empleo de las mujeres, y su avance en los empleos ligados al sector científico-tecnológico (STEM). Asimismo, mejorar la igualdad de género podría aumentar la competitividad de largo plazo de la economía europea.
El estudio identifica también un conjunto de medidas con potencial para cerrar la brecha salarial (que persiste en todos los Estados miembros y que, según datos de 2014, cifra los ingresos brutos por hora de las mujeres en un 16% menos que los de los hombres): medidas legales relativas a la igualdad de remuneración y a las condiciones de trabajo; políticas de igualdad de salarios y condiciones de trabajo, como la solicitud a los empleadores de proporcionar estadísticas, desagregadas por género, sobre la remuneración; la reducción del número de interrupciones en la carrera profesional de las mujeres; la eliminación de la discriminación sectorial y ocupacional; o la promoción de mujeres en puestos de responsabilidad.
En palabras de la Comisaria de Justicia, consumidores e Igualdad de género de la UE, Vera Jourová, la igualdad de género “es uno de los valores fundamentales de la Unión Europea. Tiene que ver con la justicia. Ahora los números hablan: la igualdad es un motor del crecimiento económico, traerá más crecimiento a Europa”.
En 2015, el McKinsey Global Institute publicó el informe “El poder de la paridad: avanzar en la igualdad de género puede añadir 12 billones de dólares al crecimiento mundial”, que proyectaba un aumento del PIB mundial del 11% en diez años si había progresos en la igualdad entre hombres y mujeres.
En 2013, el Fondo Monetario Internacional publicó un estudio sobre los beneficios macroeconómicos de la igualdad de género, subrayando que la participación de las mujeres en el mercado de trabajo “es parte de la ecuación de crecimiento y estabilidad”, y poniendo de manifiesto su impacto positivo tanto en las economías de rápido envejecimiento demográfico, como en las economías en desarrollo.
El G20, en la cumbre celebrada en Los Cabos (México) en 2012, subrayó la importancia esencial de la plena participación económica y social de las mujeres para la recuperación económica global, y expresó el compromiso con el empoderamiento económico de las mujeres, reiterándolo en las Cumbres siguientes.
La igualdad de género es, también, una cuestión de eficacia económica.
Acaba de concluir la 61 Comisión de la condición Social y Jurídica de las mujeres de Naciones Unidas (CSW61), dos semanas en las que 162 Estados Miembros, la Organización, y la sociedad civil (580 organizaciones de un total de 138 países) han debatido sobre el status de las mujeres en la esfera laboral y económica y el empoderamiento económico de las mujeres. Condiciones de trabajo desiguales (carreras en desventaja a causa del embarazo o la maternidad), sobrerrepresentación en la economía informal, estereotipos de género y normas sociales que refuerzan la concentración de las mujeres en determinados sectores como la salud y los sectores sociales, o la carga desigual del trabajo no remunerado de los cuidados que soportan las mujeres caracterizan la situación de las mujeres, en términos globales, en el mercado de trabajo. La brecha salarial persiste en todos los países, y aún se sitúa en una media del 23% a nivel global. A este respecto, los Estados Miembros se comprometieron a implementar políticas de igualdad salarial a través de medidas como las evaluaciones y las auditorías salariales de género, el diálogo social o la negociación colectiva. La igualdad de género es, también, una cuestión de derechos, de justicia.
P.D. Para contar con datos sobre el estado de la igualdad entre hombres y mujeres en la UE en 2017 en numerosas variables (incluidas, además de las económicas, y de participación política, las cifras de la violencia de género), este informe de la Comisión Europea es ilustrativo de los retos pendientes.