A medida que la COVID-19 se fue extendiendo fuera de China y se convirtió en pandemia, ha surgido un intenso debate sobre el impacto que puede tener esta crisis sobre la imagen de China y su poder blando. La inmensa mayoría de los análisis sobre el impacto de la crisis del coronavirus en la reputación internacional de China no cuentan con estudios de opinión para respaldar sus conclusiones. Aquí vamos a recurrir a los datos de la 41ª oleada del Barómetro del Real Instituto Elcano (BRIE), cuyo trabajo de campo se realizó entre el 2 y el 19 de marzo de 2020 para explicar cómo está afectando la COVID-19 al poder blando de China en España. El BRIE es una encuesta periódica de opinión pública que se realiza sobre una muestra representativa de la población española para conocer sus opiniones, valores y actitudes ante las relaciones internacionales y la política exterior española.
Lo primero que debemos subrayar es que las conclusiones que podemos extraer de estos datos son provisionales, ya que la atención mediática en España sobre el papel de China en la crisis del coronavirus ha aumentado de manera muy sustancial desde que se recabaron. En cualquier caso, podemos constatar que la crisis del coronavirus ni ha hundido ni ha catapultado la valoración de China en España (Figura 1). Los españoles valoran a China con un 5 sobre 10, que es un valor normal teniendo en cuenta que dicha valoración ha oscilado entre el 5,3 y el 4,7 entre abril de 2012 y marzo de 2020.
Si comparamos con el último dato que ofrecía el BRIE de la valoración de China en España, 4,7 en noviembre de 2017, vemos que la reputación de China en España ha crecido ligeramente desde entonces, lo que tampoco resulta excepcional porque todos los países para los que tenemos datos en esa fecha han mejorado su reputación en España desde entonces. Parece, por tanto, que la COVID-19 no ha tenido un efecto muy significativo sobre la valoración de China en España. Esto se debe probablemente a que hay varias tendencias que se han neutralizado entre sí. Por un lado, fallos de gobernanza en China como una regulación deficiente del consumo de animales salvajes y la falta de transparencia que pueden vincularse de manera convincente al origen y propagación del SARS-CoV-2. Por el otro, la ayuda y cooperación del gobierno central y varios gobiernos locales chinos, de empresas chinas y de la comunidad china en España.
La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto una vez más que China y España son dos países que se ayudan mutuamente en momentos de dificultad. Cuando esta pandemia golpeaba con más fuerza a China, las autoridades españolas enviaron la última semana de enero y la primera de febrero material médico a China en dos ocasiones. Estos envíos de ayuda se organizaron conjuntamente con el Reino Unido, y se produjeron en un contexto de apoyo político al más alto nivel por parte de las autoridades españolas hacia la comunidad china en España, el pueblo de China y las líderes chinos.
Lo que sí se ha modificado de manera más sustantiva ha sido la percepción de amenaza de China entre los españoles. China es el país sobre el que más ha crecido la percepción de amenaza en España desde 2018 y sólo se identifica a los países de Oriente Medio como una amenaza mayor (Figura 2).
Esto está parcialmente vinculado a la COVID-19. La percepción de amenaza de China entre la población española se asociaba tradicionalmente casi exclusivamente a factores económicos y esta sigue siendo la principal amenaza asociada a China en España (Figura 3). Sin embargo, ahora más del 25% de los españoles que identifican a China como origen de amenazas para España señalan el contagio de enfermedades como una amenaza para su país originada en el gigante asiático.
Otro dato muy significativo que nos ofrece el último BRIE es que los españoles identifican a China como su segundo aliado preferido para España fuera de la Unión Europea, sólo por detrás de Estados Unidos y por delante de países con los que tenemos más afinidades culturales y normativas (Figura 4). Esto se debe a que China es identificado como un país poderoso y, por consiguiente, un aliado útil, cuando no necesario, para la defensa de los intereses de España. La crisis del coronavirus reforzará esta visión, ya que China ha sido el proveedor básico de los cuantiosos suministros médicos que están adquiriendo el gobierno central y las comunidades autónomas para hacer frente a esta pandemia. El monto de estos contratos es superior a los 726 millones de euros, entre los que destacan los 628 invertidos por el gobierno central, los 35 millones de Cataluña y los 23 de Madrid.
En cualquier caso, aún no está nada claro si esta crisis contribuirá a reforzar las relaciones bilaterales entre España y China. Esto dependerá probablemente de tres factores. Uno serán los cálculos que hagan las autoridades españolas sobre cómo un mayor acercamiento a China puede repercutir sobre las relaciones con sus aliados tradicionales. Dos, las conclusiones a las que lleguen los poderes públicos y las empresas españolas sobre la conveniencia o no de aumentar su dependencia de proveedores chinos o diversificar el origen de sus proveedores. Tres, la evolución de la política doméstica en España, pues múltiples declaraciones de cargos de VOX hacen pensar que, si llegaran al gobierno, podrían romper el consenso existente entre PSOE y PP sobre mantener unas relaciones privilegiadas con China.