El lanzamiento por Corea del Norte, el pasado día 12 de diciembre, de un cohete Unha-3 (“galaxia” en coreano) y la puesta en órbita de lo que parece confirmarse ya como un pequeño satélite han debido saber a gloria en Pyongyang, que llevaba años haciendo pruebas, sin éxito, de misiles de largo alcance. Todo indica pues que el joven líder Kim Jong-un ha conseguido en menos de un año lo que no pudo hacer su padre, Kim Jong-il, durante todo su mandato (1994-2011).
¿Por qué el 12 de diciembre? Hay varias razones. El día 17 el gobierno ha conmemorado el primer aniversario de la muerte de Kim Jong-il en un estado de euforia por el éxito del lanzamiento. El año 2012 era una referencia importante, pues Corea del Norte llevaba años diciendo que en ese año el país sería “fuerte y próspero” (esto segundo no lo es, claro está). Otra razón es que el 16 de diciembre pasado se celebraron elecciones generales en Japón (y el 19 se celebrarán comicios presidenciales en Corea del Sur).
¿Qué consecuencias puede tener? Una de ellas, muy grave, es que a partir de ahora hay que dar por supuesto que Corea del Norte controla ya la tecnología para lanzar misiles balísticos intercontinentales (ICBM, por sus siglas en inglés), con un alcance de 10.000 Km. (esto es, misiles que podrían alcanzar la parte continental de EEUU). La razón es que la tecnología para un cohete de tres fases y un ICBM es muy similar. Afortunadamente, lo que todavía no saben hacer los norcoreanos es miniaturizar una bomba atómica para colocarla en el cabeza del misil. Tampoco parece, dicen los expertos, que el país sea hoy capaz de fabricar un misil y una bomba nuclear capaces de soportar las altas temperaturas de la re-entrada en la atmósfera. Otra consecuencia, también grave, es que los gobernantes se dedicarán precisamente a esas dos cosas con renovada intensidad a partir de ahora.
Pero el problema más grave de Corea del Norte no es el de los misiles de largo alcance. Es el de la nuclearización de un régimen impredecible y peligroso (recuérdense los ataques a Corea del Sur en 2010), que puede generar proliferación activa o pasiva. No cabe descartar que los norcoreanos transfieran know-how nuclear a otros Estados (la presencia de “observadores” iraníes el 12 de diciembre, si se confirmara, sería llamativa) o a grupos terroristas. Además, Corea del Sur y Japón podrían optar por el arma nuclear. Las recientes elecciones japonesas han mostrado que una parte significativa del electorado apoya a partidos que tienen esa intención.
Así que lo importante sigue siendo la desnuclearización de Corea del Norte. Que tenga misiles viables de largo alcance era, en realidad, una cuestión de tiempo.