El pasado 1 de marzo se lanzaron en Rabat las negociaciones para alcanzar un acuerdo de libre cambio completo y profundizado entre Marruecos y la UE. Este paso supone la culminación, por el momento, del fervor negociador euro-marroquí desplegado en los últimos tiempos. El 1 de marzo de 2012, justo un año antes del lanzamiento oficial de las negociaciones en curso, se completó el desmantelamiento arancelario iniciado por Marruecos en 2000 bajo el marco del Acuerdo de Asociación Marruecos-UE, que incluye un Acuerdo de Libre Comercio cuyas fases transitorias terminaron el año pasado. Debe recordarse que el grueso de las exportaciones industriales marroquíes entra libre de derechos arancelarios en el mercado comunitario desde 1976.
El 1 de octubre de 2012 entró en vigor al Acuerdo Agrícola UE-Marruecos que ampliaba de manera moderada la liberalización agrícola recíproca, ampliando tímidamente los contingentes de importación de los productos sensibles para Europa, y ampliando su ámbito a los productos de la pesca y a los productos agrícolas y pesqueros transformados. Dado que no se modifican los calendarios ni los precios de entrada, los cambios en la protección comercial europea frente a las exportaciones marroquíes son ciertamente limitados, lo que no ha impedido la retahíla habitual de quejas por parte de los agricultores españoles. El 1 de noviembre de 2012 entró en vigor otro acuerdo sobre la prevención y resolución de diferencias comerciales relativas a la aplicación del Acuerdo de Asociación. Además, en la actualidad prosiguen las negociaciones sobre una liberalización de los servicios, que incluye asuntos centrales como la libertad de establecimiento.
Las nuevas negociaciones comerciales pretenden corporeizar el elusivo contenido del Estatuto Avanzado alcanzado entre la UE y Marruecos en 2008, cuyo desarrollo e implicaciones han pasado inadvertidos hasta el momento para los operadores económicos. En realidad, este nuevo paso sigue la senda de otros acuerdos comerciales de última generación formados por la UE con sus socios comerciales, adentrándose en los aspectos normativos e institucionales. La agenda negociadora abarca las normas de acceso a los mercados públicos, la política de competencia, la normativa sanitaria y fitosanitaria, así como la de propiedad industrial e intelectual, el marco institucional de los movimientos de capital y sus rendimientos, la facilitación del comercio y de los trámites aduaneros y, cómo no, el desarrollo sostenible.
Estos esfuerzos de pasar de una integración basada en los flujos físicos a otra impulsada por la convergencia normativa siempre han estado presentes en la Política Europea de Vecindad que sucedió en el tiempo a la Asociación Euromediterránea nacida en la Conferencia de Barcelona de 1995, y que se superpuso a la misma, no siempre de manera consistente ni armoniosa. Lo profundo de la integración depende ciertamente de su componente institucional. Lo que plantea la necesidad de mejorar las capacidades marroquíes para poder digerir el atracón de acervo comunitario que les espera. La UE ha aprobado un paquete de medidas específico para ello bajo el programa “Réussir le Statut Avancé” (algo así como ‘conseguir el Estatuto Avanzado’), dotándolo con 230 millones de Euros. El programa es de carácter multi-sectorial y abarca la aproximación legislativa al acervo comunitario, y una cooperación reforzada en políticas sectoriales como la empresa, la energía o el transporte, entre otras.
El objetivo último de este comercio profundo consiste en equiparar progresivamente las condiciones de acceso de Marruecos al Mercado Único a la de sus otros participantes, pero sin poder participar en sus decisiones, algo semejante a lo que ya ocurre con Noruega o, de manera más selectiva, con Suiza. Es evidente que profundizar en los aspectos normativos puede reducir los costes de transacción del comercio bilateral y, sobre todo, modernizar el marco institucional de la economía marroquí mediante su europeización. Todo lo que redunde en una mayor capacidad de gestión de las relaciones bilaterales (por ejemplo la solución de diferencias comerciales) será positivo para España. Las exportaciones españolas a Marruecos han crecido a una tasa anual del 11,5% desde el comienzo de la crisis en 2007 hasta 2012 (muy por encima del 3,7% a que lo han hecho las exportaciones españolas en su conjunto), alcanzando los 5.300 millones de euros en 2012 (un 1,65% de las exportaciones totales españolas, porcentaje superior al destinado a China-1,15%- o Brasil-0,7%). Son cifras importantes que se producen con un socio cuya relevancia estratégica para España además trasciende lo económico.
El problema es profundizar sin completar, la otra aspiración de Marruecos y la UE. Para completar el libre comercio, éste debe extenderse primero a la agricultura, y el acuerdo agrícola vigente dista de hacerlo; y luego a los servicios, cuyas negociaciones están en curso pero que difícilmente incorporarán el modo 4 de prestación de servicios que supondría introducir la movilidad de la mano de obra. Profundizar es importante, pero completar es lo que hace la profundización verdaderamente relevante.