En el marco de un positivo dinamismo de las exportaciones (que han crecido un 1,7%), la exportación española ofrece algunas tendencias significativas en 2016. Sin ánimo de hacer un análisis global y exhaustivo, en este post vamos a comentar cinco de estas tendencias: el crecimiento de las exportaciones pero al mismo tiempo su significativa desaceleración, la ampliación de la base empresarial exportadora, la reducción de la diversificación geográfica de las exportaciones, el peso decisivo del comercio con Asia en el déficit comercial, y el mantenimiento de una fuerte concentración empresarial en las exportaciones.
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Aumenta la exportación pero se desacelera su crecimiento
Los medios de comunicación han señalado ampliamente que la exportación ha alcanzado en 2016 una cifra récord: 254.000 millones de euros. Ello representa un crecimiento del 1,7% respecto a 2015, lo que significa una fuerte desaceleración respecto a la tendencia de los años anteriores (crecimiento del 3,8% en 2015, del 2,0% en 2014 y del 4,3% en 2013, por no hablar de las tasas de crecimiento de dos dígitos en 2010 y 2011).
Tradicionalmente la exportación española ha sido muy sensible a la demanda interna. Se ha dicho, de forma bastante simplificada, que las empresas españolas salían a los mercados exteriores cuando el mercado interno se retraía.
Se pensaba, y esperaba, que con la Gran Recesión, de una larga duración y un profundo impacto, las empresas habían “aprendido la lección”, y que la exportación había pasado a ser una actividad considerada como necesaria, vital, que la empresa debía atender de forma permanente, al margen de los vaivenes del mercado interno.
La economía española se ha reactivado de forma notable en el último par de años. La desaceleración de las exportaciones en 2016, ¿anuncia un retorno a los viejos comportamientos, a que las empresas vuelven a relegar los mercados exteriores porque el mercado doméstico ha recuperado su dinamismo?
Por el momento es difícil dar una respuesta a esa cuestión. Un dato positivo –y que ha pasado desapercibido en las noticias publicadas en la prensa– es que, a pesar de su desaceleración, las exportaciones españolas han tenido un crecimiento sustancialmente superior al de nuestros vecinos. Frente a su 1,7% de crecimiento, las exportaciones de la zona euro han crecido un 0,7%, y las del conjunto de la Unión Europea incluso han caído un 0,1%.
A nivel global, la participación española en las exportaciones mundiales se ha mantenido en los últimos años en torno al 1,7%, un dato muy meritorio pues en otras grandes economías su cuota de participación ha disminuido.
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Aumenta un año más la base exportadora
Es sin duda uno de los rasgos más positivos de la evolución de las exportaciones en los últimos años, que se mantiene en 2016. Es frecuente mencionar en los análisis el número de empresas o agentes exportadores (que fueron 148.794, con un ligero aumento respecto a 2015). Ahora bien, esta cifra global debe ser matizada ya que una gran parte de los exportadores realizan una actividad exportadora volátil y de escasa cuantía (en 2016, por ejemplo, nada menos que 70.839 empresas interrumpieron su actividad exportadora; es decir, se trata de empresas que exportaron en 2015 pero que dejaron de hacerlo en 2016).
Para valorar la extensión de la base exportadora de la economía española es más conveniente fijarse en los exportadores regulares, que son aquellos que han realizado exportaciones durante los últimos cuatro años. En 2016 éstos fueron 49.792, unos 2.000 más que en 2015. Son ya varios años seguidos en los que crece de forma regular el número de exportadores regulares –que eran 37.253 en 2011–, una tendencia muy positiva.
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Aumenta la concentración geográfica de la exportación española
La crisis en una serie de mercados emergentes, y la mejora de la coyuntura económica en los países desarrollados, se ha traducido en una pérdida de la participación de los emergentes en las exportaciones. La participación de la Unión Europea creció un punto y medio (de un 64,8 al 66,3%), gracias a un crecimiento del 4,1% de las exportaciones españolas a dicha zona.
Por el contrario, han disminuido las exportaciones a Oriente Medio (-4,8%), Africa (-0,4%) y muy notablemente a Latinoamérica (-9,1%). Con Asia, sin embargo, se ha recuperado el crecimiento (+3,0%), gracias sobre todo al crecimiento de las exportaciones a China (+13,4%).
En los últimos años se ha extendido el mantra de que es conveniente aumentar la diversificación geográfica de la exportación española. Ello ha llevado en ocasiones a una cierta minusvaloración de los mercados desarrollados, que he comentado en un post anterior.
Si la exportación española hubiera estado más concentrada en mercados emergentes, cabe pensar que el crecimiento de las exportaciones en los últimos dos años hubiera sido menor.
A medio plazo, las perspectivas económicas de diversos mercados emergentes siguen marcadas por una serie de elementos negativos –bajos precios de las materias primas y del petróleo, incertidumbre política, desaceleración en China, etc.– por lo que existen bastantes posibilidades de que la tendencia a que aumente la concentración geográfica de la exportación española se mantendrá en 2017 –aunque en los últimos meses la incertidumbre económica en los mercados desarrollados también ha aumentado.
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El déficit comercial es asiático
Si bien el peso de Asia en las exportaciones españoles es relativamente reducido (un 6,1% en 2016, inferior al 7,1% que por ejemplo representa Portugal), su peso en las importaciones es mucho mayor (16,9%). Y en el déficit comercial es muy elevado.
El déficit comercial de España con los países asiáticos fue de 30.633 millones de euros en 2016, muy por encima del déficit total del comercio exterior español de 18.754 millones.
El peso de China en el déficit comercial sigue siendo determinante: en 2016 ascendió a 18.819 millones de euros. Esto significa que el déficit comercial con China equivale prácticamente al 100% del total del déficit comercial español.
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Se mantiene una fuerte concentración empresarial en las exportaciones
Es bien conocido que una de las características de la exportación española es la dualidad de las empresas exportadoras. Por dualidad nos referimos a la coexistencia de una amplia masa de empresas que exportan muy poco y de forma irregular, junto a un grupo, mucho más reducido, de empresas que exportan de forma regular y que concentran el grueso de la exportación. Esta dualidad tiene importantes implicaciones –en las que no podemos entrar en este comentario– sobre productividad, calidad del empleo, competitividad, innovación, etc.
En 2016, por ejemplo, más de la mitad de las empresas exportadoras exportaron una cifra casi insignificante, menos de 5.000 euros.
Un número muy reducido de empresas realiza una parte muy significativa de la exportación. Las 500 mayores empresas por volumen de exportación son responsables de más de la mitad del total de la exportación (exactamente de un 58%). Sólo las cinco primeras empresas representan el 11,2% del total de la exportación (un porcentaje que ha aumentado respecto a 2015, año en que fue del 10,4%).
La fuerte concentración empresarial de la empresa española se ha mantenido en 2016, y no ofrece además signos de modificación apreciable en los últimos años.
En resumen, 2016 ofrece datos positivos sobre la evolución de la exportación y la expansión de la base de empresas exportadoras. La persistencia de una fuerte concentración empresarial de la exportación pone de relieve las dificultades para potenciar la internacionalización de las Pymes. Y la inestabilidad en los mercados emergentes debería servir para valorar en su justa medida la importancia –y la atención que se les debe prestar– de los mercados desarrollados.
Y ojalá que la desaceleración de las exportaciones en 2016 no sea un indicador de una menor atención a la actividad internacional por parte de las empresas españolas.