A pesar de su desaceleración, la economía china avanza en su proceso de cambio de modelo productivo, como reflejan, de forma indirecta, algunos estudios recientes sobre el clima de negocios en el país. El estudio publicado recientemente por la Cámara de Comercio Americana refleja una economía china más sofisticada, en la que han perdido relevancia las ventajas de costes laborales mientras aumenta la relevancia de la innovación. El ascenso del consumo (basado en la expansión de una extensa base de consumidores de creciente poder adquisitivo), de los servicios, del e-commerce, se están convirtiendo en factores clave para el desempeño de las empresas extranjeras en el mercado chino, que deben adaptar sus estrategias si quieren mantenerse con éxito en éste.
La Cámara de Comercio Americana en China acaba de publicar su “2016 China Business Climate Survey Report”. Se trata de uno de los mejores estudios –que se publica anualmente y está basado en las opiniones de varios centenares de empresas americanas– para conocer la evolución del marco de negocios en China. Aunque el estudio se centra en el análisis de las condiciones a las que se enfrentan las empresas para el desarrollo de su actividad, de sus resultados se puede inferir cómo está evolucionando la economía.
Así, son las empresas de servicios las que registran la mejor evolución de sus ingresos en 2015: un 67% los han aumentado, frente a un 37% de las empresas industriales –y en el contexto de una evolución general decreciente en los últimos años– un 55% del total de las empresas registraron un aumento de sus ingresos en 2015, frente al 81% en 2011. Una parte importante de las empresas menciona como oportunidades importantes para sus negocios en China el crecimiento del consumo doméstico y el ascenso de una clase media de creciente tamaño y capacidad adquisitiva, así como el desarrollo de Internet y el e-commerce.
Tal como hemos señalado en un post anterior en este blog, China ha dejado de ser la gran fábrica del mundo. Así, y como ya ha sucedido en las últimas ediciones del estudio, el aumento de los costes laborales es uno de los principales retos que afrontan las empresas –éste ha sido el primer reto mencionado en las ediciones de 2013, 2014 y 2015, y el segundo en 2016, detrás de la falta de claridad de las leyes e inconsistencia en la interpretación de las regulaciones.
Un 25 % de las empresas ha trasladado, o planea trasladar, capacidad productiva de China a otros países, fundamentalmente a otras partes de Asia o a países miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). El aumento de los costes laborales es el principal motivo para esta decisión.
Las empresas otorgan una creciente importancia a los temas de innovación:
“La innovación es una prioridad importante para la mayoría de las empresas. Más de nueve de cada diez encuestados creen que la innovación en China será importante para el desarrollo futuro de sus empresas en China”.
Se trata, además, de una innovación cada vez más orientada hacia el mercado chino (es decir, para diseñar y adaptar productos dirigidos específicamente a los consumidores chinos).
La política china hacia las inversiones extranjeras se ha modificado, y se ha vuelto más selectiva. Así, un 77% de las empresas declaran que se sienten menos “bienvenidas” en China, frente a algo más del 40% en 2014 y 2015. Significativamente, son las empresas de los sectores de consumo y servicios las que mejor valoran el ambiente para las inversiones en China.
Dos conclusiones cabe destacar de estas tendencias, en mi opinión. Algunos analistas –en especial los más pesimistas sobre la evolución de China, los que pronostican un “hard landing” de su economía, o incluso su “colapso”– han señalado que con la desaceleración económica se ha paralizado, o incluso invertido, el proceso de cambio de modelo productivo. No parece ser así: consumo, servicios, innovación, e-commerce, parecen ser elementos clave, y en ascenso, en la evolución económica de China. La transformación del modelo productivo sigue pues en marcha, a pesar de la desaceleración: así se deduce al menos de la percepción de las empresas americanas.
La segunda conclusión se refiere al clima de negocios y la actuación de las empresas extranjeras en el mercado chino. Por un lado, el clima de negocios ha empeorado y se ha vuelto más complicado para las empresas extranjeras. China ya no es lo que era. Según la encuesta de la Cámara de Comercio Americana, el porcentaje de las empresas que señalan que sus operaciones en China son rentables o muy rentables ha pasado del 76% en 2011 al 64% en 2015 –ha habido pues un claro descenso. De todas formas, cerca de los dos tercios de las empresas siguen obteniendo beneficios.
Es decir, a pesar del claro empeoramiento del marco de negocios, del aumento de costes, de una política menos receptiva hacia la inversión extranjera, China continúa siendo importante y atractiva para los negocios. Para un 25% de las empresas americanas encuestadas China es su “primera prioridad”, y para otro 36% figura entre las tres prioridades más importantes.
Pero la economía china está cambiando, y el marco para los negocios también. Ello exige a las empresas un esfuerzo de adaptación. Como concluye el estudio de la Cámara de Comercio Americana, “con estrategias actualizadas, China todavía puede ser una oportunidad rentable de crecimiento para muchas empresas extranjeras”.