Muchos analistas consideran que en el referéndum del 23 de junio se va a imponer el pragmatismo de los británicos y no se producirá la salida del Reino Unido de la Unión Europea. No obstante, lo ajustado de las encuestas sugiere tener prudencia, pues la campaña del Bremain aún está lejos de haber convencido al público británico de que es mejor quedarse, que la certidumbre está dentro de la Unión y que el futuro del Reino Unido como país incluso está en peligro en caso de darse el Brexit (en cuyo caso no es descartable un segundo referéndum de independencia en Escocia).
Conviene, por tanto, analizar qué pasaría si el Reino Unido sale de la UE. Pero cuidado, no es objetivo de estas líneas analizar las consecuencias para Reino Unido, para la UE o para España de un Brexit, como tampoco lo es diseccionar el artículo 50 del TUE, que explica el procedimiento de salida de un Estado miembro y que tendría que activarse en caso de que los partidarios del Bremain fuesen derrotados. La propuesta de estas líneas es comentar brevemente las distintas alternativas de nueva relación entre el Reino Unido y la UE si se produce ese Brexit.
Para el análisis, se seguirá a uno de los juristas comunitarios más prestigiosos, Jean-Claude Piris, quien ya a principios de año señalaba en un análisis para el Centre for European Reform que, en caso de Brexit, existen 7 posibilidades de articulación de una nueva relación entre el Reino Unido y la UE. Resulta cuando menos paradójico que ninguna de ellas sea más favorable para los británicos que el estatus del que disfrutan ahora mismo o del que disfrutarán en caso de que el Bremain venza el plebiscito.
1) Relación especial con la UE
Sin duda, el escenario ideal para los euroescépticos. En este caso, los británicos, una vez fuera de la UE, solicitarían quedarse con lo que les interesa de su relación con sus socios comunitarios, es decir, principalmente el acceso al mercado interior, sin por ello tener que aceptar la libre circulación de personas. Al mismo tiempo, esta relación especial, en la visión de los euroescépticos, tendría que eximirles de pagar una contribución financiera significativa a la UE, además de permitirles no aceptar tampoco la legislación que no les interesa. Es muy difícil que tenga lugar porque los Estados miembros no tienen incentivos para ello y temen una propagación de “Brexits”. En este sentido, el propio Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha declarado recientemente que “los desertores no serán bienvenidos con los brazos abiertos”.
2) Escenario Noruega
El marco del Espacio Económico Europeo existe para Islandia, Liechtenstein y Noruega, y les permite a estos países participar en la mayoría del mercado interior comunitario sin necesidad de adherirse a otras políticas europeas como la agricultura, la pesca o política exterior. Ahora bien, sí que se les exige el respeto a las cuatro libertades (incluyendo la libre circulación de personas). Asimismo, han de aplicar la legislación europea en cuanto al mercado interior, siguiendo las reglas comunitarias en relación a ayudas de estado, competencia, etc., sin tener la posibilidad de participar en la toma de decisiones. Otro elemento que no sería bienvenido por los británicos es la obligación de pagar una contribución financiera a la UE.
3) El Reino Unido vuelve al EFTA
Otra opción para el Reino Unido es volver al Acuerdo Europeo de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés), espacio creado en 1960 por 7 países, entre los que se encontraban los británicos, quienes lo abandonaron en 1973. No obstante, parece que esta opción no tiene mucho sentido, ya que este acuerdo solamente cubre comercio para algunos productos agrícolas y pesqueros y nada relativo a servicios, el aspecto que más le interesa al Reino Unido.
4) El modelo suizo
Suiza ha concluido más de 120 acuerdos sectoriales con la UE, aunque ninguno de ellos se aplica a los servicios. Además, Suiza también contribuye financieramente al presupuesto comunitario, siendo su aportación del 55% de lo que contribuye el Reino Unido. Al margen de que tampoco parece un modelo ideal para el Reino Unido, es poco probable que la UE lo aceptara, ya que hace tiempo que está descontenta con su funcionamiento debido a una serie de deficiencias del modelo, entre las que no son menores la falta de homogeneidad en la interpretación y aplicación de las normas relativas al mercado interior.
5) Un acuerdo comercial con la UE
Según Piris se trata de la opción más probable de las aquí planteadas. Mediante ella, es probable que el Reino Unido pudiese lograr negociar unas buenas condiciones debido a su importancia vis-à-vis la UE, ya que sigue siendo la segunda economía europea. No obstante, y nuevamente, para que este tratado comercial le permitiese el acceso al mercado interior, algo que para el Reino Unido es clave, éste deberá aceptar su legislación presente y futura, sin poder contribuir a ella, como sin embargo hace ahora.
6) El modelo turco
Otro tipo de acuerdo que se suele mencionar bastante es el de la relación entre la UE y Turquía. En la actualidad, estas relaciones se articulan a través de un acuerdo de asociación que incluye una unión aduanera. El modelo ofrece acceso limitado al mercado interior europeo, no incluyendo servicios, y además, provoca que el Estado en cuestión tenga que adoptar los aranceles que decida la UE, perdiendo por tanto soberanía en materia comercial y sin beneficiarse de los acuerdos comerciales con terceros Estados.
7) El marco de la OMC
En el caso de que ninguna de las opciones anteriores tenga éxito, siempre existe la posibilidad de enmarcarse en las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Dichas normas básicamente ponen límites en los aranceles máximos que los países pueden aplicar al comercio en bienes. Este marco provocaría la inclusión de controles aduaneros en las fronteras con los Estados miembros, incluyendo el caso de Irlanda.
En definitiva, ninguna de las 7 alternativas parece especialmente atractiva. Todas ellas provocarían la no inclusión del Reino Unido en los acuerdos comerciales de la UE. Además, y como se ha señalado, para poder mantenerse en el mercado interior, el Reino Unido debería seguir aceptando la libre circulación de personas y la legislación impuesta desde Bruselas, pero esta vez sin capacidad de influir en la toma de decisiones. De igual forma, es bastante probable que tuviera que seguir contribuyendo financieramente a la Unión. Difícil panorama se avecina para las relaciones Reino Unido-UE si se produce finalmente el Brexit.