El 18 de febrero, se reunirá el Consejo Europeo para debatir la propuesta de su presidente, Donald Tusk, para otorgar al Reino Unido un nuevo estatus dentro de la Unión Europea. De haber consenso entre los Estados miembros, en junio, el mismo Cameron pediría el voto a favor para permanecer en la Unión, en un eventual referendum.
El calendario en torno al Brexit ha dado lugar a la publicación de numerosos análisis sobre los pros y los contras, tanto para el mismo Reino Unido como para el resto de los Estados miembros, de una eventual salida. De producirse, supondría evidentemente la reconfiguración del tamaño de la Unión Europea, que perdería a su segunda economía en términos de PIB, lo que tendría impacto diversas dimensiones.
Una de las herramientas disponibles para evaluar las consecuencias de un Brexit es el Índice Elcano de Presencia Global, que mide la proyección exterior de 80 países y de la Unión Europea (esto es la presencia agregada extra-europea de sus Estados miembros). Este Índice permite calcular en qué medida cada uno de sus miembros forja esta presencia de la Unión Europea en el mundo.
Los datos para 2014 muestran que el Reino Unido es el primer contribuyente a la proyección global europea, seguido de Alemania, Francia, Italia, los Países Bajos y España. Los primeros tres países explican más del 51% de la presencia global europea. Además, el Reino Unido mantiene su posición desde 2005 (con un aumento de su contribución a la presencia global de la Unión Europea de 0,7 puntos), mientras que otros grandes Estados miembros han tenido la evolución contraria. Cabe destacar que los dos países que más descienden su contribución en el período 2005-2014 son Alemania (1,9 puntos) y Francia (1,2).
Una alta contribución a la proyección exterior de la Unión Europea indica, precisamente, una mayor orientación extra-europea de su presencia global. Así es, en diversas dimensiones (las inversiones o la cooperación al desarrollo), el Reino Unido da mayores muestras que otros Estados miembros de un perfil de proyección global no europeo. De hecho, si atendemos a la presencia dentro de la Unión Europea (que podemos medir con el Índice Elcano de Presencia Europea), el Reino Unido ocupa el 2º lugar por detrás de Alemania.
En parte por compartir moneda con buena parte de los países miembros, la economía germana tendría mayor presencia dentro del espacio comunitario, pero su contribución a la presencia exterior de la Unión Europea sería menor que la británica. Y éste sería uno de los argumentos esgrimidos a favor del Brexit: los intereses globales del Reino Unido se juegan cada vez más fuera del terreno europeo.
Sin embargo, cabe destacar, en primer lugar, que el ranking de contribuciones de Estados miembros a la presencia global de la Unión Europea apenas ha sufrido cambios a lo largo del último decenio. En cualquier caso, los primeros 9 puestos en 2014 los ocupan los mismos países (y en el mismo orden) que en 2005 y el fortalecimiento de la contribución británica en los últimos años apenas alcanza un punto porcentual.
En segundo lugar, y más importante aún, está el hecho de que, precisamente por su orientación extra-europea, que significa una alta contribución a la proyección global de la Unión, en el actual marco, el Reino Unido goza de una alta capacidad para moldear la presencia global de la Unión. Ello es manifiesto, por ejemplo, en la definición estratégica de la política europea de cooperación internacional al desarrollo.
Así, en definitiva, si bien la agenda global del Reino Unido se juega fuera del terreno europeo en mayor medida que para otros Estados miembros de la Unión, la situación no es sustancialmente diferente de lo que lo era hace una década. Además, precisamente para un perfil de proyección de estas características, la pertenencia a la Unión puede resultar una pieza clave de la articulación de su política exterior.